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Un héroe vestido de blanco

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Humanismo transpira el doctor Gustavo Reyes García; en estos tiempos de pandemia, ha desafiado el temor, es de los pocos médicos que no han negado atención a quienes caen víctimas del Covid-19, algunos de sus pacientes, tal vez tres o cuatro perdieron la batalla, pero muchos más la han ganado

 

Yolanda PEACH

 

Bondad y experiencia es lo que refleja el médico Gustavo Reyes García. Son decenas, con síntomas de Covid-19, los que se han acercado a su consultorio desde que empezó la pandemia en Oaxaca. Sus tratamientos han tenido, al menos, un 95 por ciento de éxito.

“El Covid-19 me ha dejado una enseñanza muy grande, sobre todo en cuestión de humanidad”, confió.

Desde antes de que abra, pacientes esperan afuera para ser atendidos. La esperanza se refleja en el rostro de quienes lo visitan y, una sonrisa plena, es la que brilla cuando se despiden.

 

VOCACIÓN INNATA

 

A los 12 años ya sabía que quería ser: médico. “Estudiaba la secundaria cuando me nació el deseo de ayudar a las personas enfermas”.

Le había llamado la atención la anatomía humana. Todas las ramas que existían en la medicina para estudiar. “Unos familiares habían enfermado, quería saber por qué”.

Su familia lo apoyó, les gustó la idea, aunque no entendían su sueño, ya que en la familia no hay médicos.

Al terminar la preparatoria se matriculó en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Su internado lo realizó en el Hospital General de San Pablo Huixtepec.

Al realizar su servicio social, es cuando sintió todo el peso de la responsabilidad. Lo enviaron a la comunidad de Santa Inés del Monte, en Zaachila, “quedé al frente, ahí comencé, más que nada, a entender al paciente”.

Al terminar, comenzó a trabajar con un amigo en su hospital, para ayudarlo en las cirugías. Guardias de 24 horas de trabajo por 24 de descanso.

Se preparaba para el examen de residencia. Había decidido especializarse en ginecología.

“En eso mi papá enferma. Cáncer en el estómago. Nadie quería cuidarlo, así que decido dejar ese sueño temporalmente y dedicarme a atenderlo, al igual que a mi mamá”.

No dejó de laborar en la clínica de su amigo, también trabajó para la Secretaría de Salud en la Mixteca y para la Policía Municipal en Oaxaca de Juárez.

En el 2005 decide poner su propio consultorio en la agencia de Santa Rosa Panzacola. Sin proponérselo, poco a poco empezó a adquirir buena fama y cada vez son más los pacientes que acuden a verlo.

“Me di cuenta que muchas veces sólo quieren ser escuchados, sus padecimientos son psicosomáticos, necesitan terapia, así que me dedico a ayudarlos”.

Son infinidad los que han superado sus enfermedades, los que se han curado. Lo empiezan a recomendar y llegó al punto de tener una amplia clientela.

Es también auxiliar del oncólogo Omar Leyva desde hace seis años. Eso lo ha ayudado a detectar enfermedades internas. Saber cuáles pueden tener cura ambulatoria y quienes necesitan ser operados.

Sus ojos son el reflejo de muchas cargas. “Pienso mucho en mis pacientes y sé que buscan esperanza en mi mirada”.

Sabe que ven en él, la certeza de que los va a ayudar, “vemos muchas cosas, tanta tristeza o alegría, cuando salen de su enfermedad es un orgullo para mí, a veces, he descubierto que se nota el cansancio en mi mirada”.

 

EL COVID EN ESCENA

 

Cuando la pandemia por el Coronavirus llegó a Oaxaca, el doctor Gustavo se dio cuenta que en muchos consultorios no atendían a pacientes con Covid-19. “Empieza la desesperación y el miedo”.

La mayoría de pacientes se siente morir. “Esa parte psicológica es importante, aparte del tratamiento ambulatorio médico tiene que tener apoyo psicológico y de mi parte, no perder nunca la relación médico paciente”.

Una enfermedad que recién aparecía y que, aparte del personal médico, ha invadido de dudas al mundo entero.

He estado pendiente de cada síntoma, resolviendo interrogantes, utilizando el tanque de oxígeno cuando sea necesario, estar con el paciente hasta curarlo.

Su primer caso, un taxista. “En un primer momento creí que era salmonelosis. Se trata de una enfermedad nueva. No hay libros. No existían estudios. A las pocas horas empezó a padecer insuficiencia respiratoria”.

Murió a los tres días. Esa experiencia fue devastadora para el médico. “Esa enseñanza fue tan grande, que lo primero que pensé fue en actualizarme”.

Su segundo caso un amigo. Éste traía un diagnóstico de dengue. No mejoraba y le avisó que se sentía muy mal. El doctor Gustavo se dio cuenta que era Covid.

“Comencé a experimentar con varios medicamentos. Vi cuáles funcionaban y fui modificando los tratamientos”.

Al reconocer los síntomas del Covid-19, empezó a realizar su propia clasificación: leve, moderado y grave.

“Se trata de no perder la saturación de oxígeno. He ido probando y experimentando con buenos resultados”.

Sólo tuvo otros tres casos desafortunados. Una señora de 85 años que desaturó oxigeno muy rápido y murió al otro día.

El otro, un señor de 51 años que padecía cardiopatía. La mitad de su corazón no oxigenaba. Contagió a su mamá, de 70 años, quien murió 15 días después. Toda la familia se infectó. Sólo murieron ellos dos.

En total, ha atendido a más de 80 pacientes, algunos con cáncer y en tratamiento de quimioterapia, uno más con cardiopatía y otros estaban bastante mal cuando llegaron a verlo, “todos han salido bien”.

Se cuida con lo básico, protección, alcohol, sanitizante. “Tomo limón con ajo. Al inicio me tomaba dos litros diarios, después lo bajé a uno, ahora disminuí la dosis. Me sorprende tener que estar en contacto directo con pacientes de Covid-19 y no contagiarme”.

Aún no descubre por qué a algunos les da la enfermedad y a otros no.

Confiesa que llegó a temer, “de repente me daba un poco de miedo saber de médicos con Covid y más cuando sabía que algunos murieron”.

Advierte que, en esta pandemia, la mayoría de los que han enfermado fueron inconscientes, “conozco de casos que hubo consciencia, porque sabían que la persona que fueron a ver tenía Covid, porque no les importó entrar a aglomeraciones, o sabiendo que están enfermos, salen”.

El médico llamó a seguir con las medidas que recomienda el gobierno, “tenemos que creer lo que dicen nuestras autoridades y acatar las reglas, sólo así podrá acabar este mal entre nosotros, tenemos que cuidarnos y no propagar la enfermedad, porque tal vez a unos les irá bien, a otros peor y algunos incluso mueran, por eso es tan importante querernos y proteger a los que amamos”.

 

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