Con su empresa paralizada al 100 por ciento y con experiencias anteriores de quiebres financieros, Álvaro Ximénez busca, en medio de la pandemia mundial, sobresalir en el mundo comercial
Yolanda PEACH
La fe lo ha salvado de innumerables catástrofes. Álvaro sabe de fracturas económicas, familiares y personales. La pandemia del Covid-19 lo sorprende, como a todos. Su capacidad de resiliencia lo mantiene firme para sostener a su empresa en estos tiempos de adversidad.
“Cuando me observo veo a alguien con miedo, con temor, con locura. A una persona que ha causado daño y se ha dañado, a un ser humano imperfecto (…) y lo único que me puede salvar, corregir y transformar es Dios”.
EMPRENDEDOR INNATO
Se promete a tierna edad lograr su independencia. “Miraba que las personas felices eran diferentes a las que debían cumplir un horario o un trabajo. No sabía si financiera o laboral, pero soñaba con ser libre”.
Álvaro Ximénez admira desde niño a los empresarios en Oaxaca, su personalidad peculiar. Al cumplir 14 años, su papá le consiguió trabajo en el almacén de Zapatería Betito. Acomodaba zapatos, cajas, limpiaba. Anhelaba ser como el dueño.
Su segundo trabajo en San Antonio de la Cal, una calera, “un trabajo duro, cargaba cal”, de ahí se fue a Tijuana, a la fábrica de juguetes Mattel. Empezó a relacionarse con hombres de negocios, “influenciaron mi manera de pensar, descubrí que podía involucrarme en las actividades de esas personas. Empecé a frecuentar a quienes vendían máquinas, materias primas, maquiladoras, el mundo de la comercialización”.
Regresó a Oaxaca en 1994 y su círculo de amigos lo integró con personas relacionadas con la actividad comercial y empresarial “hijos de las personas que admiré siempre, empiezo mis primeros pininos comerciales”.
Seleccionado como vendedor de Televisa, trabajó en Veracruz, Puebla y Oaxaca; después lo hizo para Johnson & Johnson, “se vuelve mi formación laboral y comercial”.
A los 25 años, en noviembre de 1995 fundó Eventus, una empresa de alta banquetería que organiza eventos sociales y empresariales, “si te la crees lo alcanzas, innovó y logró un espacio en el giro (…) copas de vino en lugar de sidra, manteles largos hasta el piso, regalar naranjadas y café, obsequiar chilaquiles, conceptos que no se utilizaban”.
“Una idea diferente te garantiza la permanencia, ser superior al competidor, las personas creativas garantizan la posibilidad de crecimiento a su marca (…) actualmente todo eso es estándar, antes, no era lo usual”.
ESTALLA LA CRISIS
La vida lo golpeó en el 2006, “la crisis más grande que viví como ser humano y empresario fue en el movimiento social de Oaxaca, en ese momento, por primera vez, vi destruido todo mi trabajo de 11 años, no había clientes, tenía deudas, la situación era caótica”.
Aunado a una situación personal de adicciones, prácticamente quiebra, perdió a su familia, murió su padre, dejó de ver a sus hijos, sufrió neurosis, depresión, “es el año más difícil de mi vida, no sabía cómo sobrevivir”.
Sus amigos lo apoyaron y comprendió que solo no podrá salir, “me llega la fe y creo en un ser superior que me puede ayudar a salir del hoyo, uso la fe para reconstruirme”.
Logró éxito nuevamente e incluso abrió nuevas sucursales. En el 2015 otro declive con la revolución digital. La empresa sufrió otra crisis.
“Dejan de comprar los periódicos y revistas donde me anunciaba, volantes, carteles y medios impresos dejan de traernos clientes, empiezan a buscar en Google, Instagram, Facebook, pedir referencias por WhatsApp (…) no hay una preparación para enfrentar una adversidad”.
Las condiciones económicas y financieras de la empresa se vienen abajo, “si crees que lo que viviste te va a servir para enfrentar la próxima batalla, no es así, depende mucho de tu capacidad de estrategia para superarla”.
Confió en la fe. Su resiliencia lo impulsó a salir de esta problemática. Se estabilizó, superó los contratiempos y se volvió experto en marketing digital; entonces llegó el Covid-19.
NUEVO CAPÍTULO
La pandemia mundial por el Covid-19 puso en aprietos a todos los sectores, “lo primero que hago es agarrar una hoja en blanco, contener la pérdida financiera, tenía que pagar rentas, nóminas, reduje mis gastos personales un 95 por ciento”.
Busca subsistir con otras fuentes de ingresos, “no es ganancia, es equilibrio”.
En un primer momento empezó a reclutar personas para que vendan productos que elige comercializar en esta situación, “contención, equilibrio y ganancia son las claves para enfrentar una crisis”.
Ve por su personal y sus familias, que están expuestas a la enfermedad, “el dinero se agota y tampoco hay una economía que respalde el crecimiento financiero. Toda la vida como la conocíamos se ve trastocada para nuestra familia y seres queridos, la adversidad es un desafío diario”.
Álvaro asegura que van a sobresalir los mejores, “si de algo estoy seguro es de que esto va a pasar, a lo largo de la vida aprendí que sólo aquellos que son capaces de adaptarse e integrarse van a superarlo con éxito”.
Su compromiso es ser capaz de llevar a su gente sobre la pandemia a un lugar donde puedan recobrar la seguridad, la tranquilidad y la felicidad, específicamente, en el caso de los negocios, generar ganancias para contribuir a todas las personas que los rodean, proveedores, empleados, clientes, empresas y gobierno, “tenemos que adaptarnos, sobrevivir y empezar a generar”.
Explota el servicio de desinfección a domicilio, comercializa sanitizante viricida, artículos de limpieza, artículos de jarciería, línea personal y doméstica, geles y productos para la salud.
Antes de la pandemia tenía eventos firmados, “un 60 por ciento fueron cancelados, los demás quedaron abiertos, bodas, XV años y graduaciones, todo se resolvió de forma política y diplomática”.
FE INQUEBRANTABLE
Una vez vivida una situación caótica, aprendes que en cualquier momento puede ocurrir una desgracia, “cuando las cosas van mal, se pueden poner peor, entonces debes poner el quíntuple de lo que estás dando”.
Ante la pérdida de eventos, “hay quienes eligen llorar o resentirse, quienes no han vivido una adversidad ven todo color de rosa”.
Considera que la falta de resiliencia es una de las principales causas del fracaso, “hay catástrofes más grandes, como perder a un ser amado, o vivir situaciones adversas, como conducir de reversa, atropellar a un ciclista, irte a la cárcel por eso y perder tu casa, nunca sabes qué va a ocurrir (…) es no poder levantarte de un fracaso o una caída, desesperarte y encerrarse en uno mismo”.
Pese a todo, admite que ha llorado, “no imagino qué pueden pasar los que viven una situación desesperado, seguro se revuelcan en el miedo y la incertidumbre”.
Reitera que lo único que nos puede salvar es la fe, “es la diferencia entre superarse y quedarse en el dolor. Si pierdes la fe ahí se acaba todo. Si crees en el poder de Dios, sabes que saldrás adelante.
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