Emilio se vio obligado a parar su empresa y ahora encabeza un proyecto trascendente. El llamado a la sociedad oaxaqueña para proteger al personal médico y pacientes por el Covid-19 dio resultado; unos con donaciones y otros, con su ingenio y experiencia para dar soluciones locales a la emergencia sanitaria que se vive en el mundo
Yolanda PEACH
La contingencia sanitaria por el Covid-19 tomó a todos por sorpresa. La reacción debía ser rápida.
Emilio, al igual que un grupo de jóvenes, decidió afrontar la problemática con soluciones creativas e innovadoras. Al analizar la situación decidieron que los más vulnerables y a quienes se debía proteger era a los pacientes y al personal médico de Oaxaca.
EXPERIENCIA EN CATÁSTROFES
A sus 29 años, Emilio Hernández ha dedicado seis años de su vida a desarrollar proyectos de innovación social en campos de refugiados. Aterrizó proyectos educativos en Ruanda, Uganda, Kenia, Líbano, Grecia, Francia, Alemania y Tanzania.
Estudió Diseño en Comunicación y después, la maestría en Imaginación aplicada en las industrias creativas, ambas en Londres; posteriormente, decidió aplicar sus conocimientos en países que lo necesitaban.
Regresó a su natal Oaxaca en septiembre del 2017. “Tenía pensado establecerme acá. Estaba convencido que, si había podido apoyar a zonas necesitadas en otros países, también podría hacerlo en mi tierra”.
Justo entonces, se vivieron dos terremotos consecutivos, así que se dedica a ayudar. Materializa sus conocimientos buscando salidas tecnológicas.
“Mi idea al quedarme era echar a andar una escuela de innovación social. El pensamiento del futuro, qué sigue para nuestras comunidades y sociedades”.
Con un grupo de amigos y asociado con la empresa Robobrick Oaxaca, abrió, hace un año, el Centro de Imaginación Oaxaca. “Se creó un laboratorio creativo de innovación social y tecnología”.
Explicó que el Centro de Imaginación apoya con consultoría a emprendedores, estudiantes, organización e instituciones a consolidar sus ideas, proyectos o negocios.
Utilizan el diseño aplicado a la innovación, de negocios, de experiencias educativas, estratégico, de servicios públicos, participativo e investigación para impacto social, por lo que ofrecen sus espacios como laboratorio de experimentación y prototipado, para poder probar y desarrollar sus ideas.
Cuando inició la emergencia sanitaria por el Covid-19 tuvieron que cancelar cursos, talleres y eventos programados. “Tuvimos que cerrar”.
“Trabajamos por proyecto, así que de pronto nos quedamos sin fuente de ingresos. Doy clases e iba a empezar en la UNAM. Se canceló. Somos 15 los que trabajamos en el Centro de Imaginación, así que de pronto no tendríamos para pagar salarios ni la renta”.
AYUDA EN TIEMPOS DE CRISIS
Deciden entonces hacer algo para ayudar en estos tiempos. El punto a su favor es su experiencia en zonas de crisis o campos de refugiados.
Junto con Roberto y Marina, que son los que están al frente de este proyecto, eligen generar tecnología hecha en Oaxaca aplicada al bien común. Su proyecto es elaborar caretas antifluidos, válvulas para respiradores, cajas de intubación y túneles sanitizantes.
“Se trata de utilizar nuestras herramientas de trabajo y conocimientos para dar solución y apoyar en la protección a médicos, enfermeros y personal del sector salud”.
Probaron con varios prototipos e iniciaron la impresión 3D de caretas y mascarillas para distribuirlos en hospitales y centros de Salud, al tiempo que hacían contacto con hospitales.
“Juntamos 13 impresoras. Al imprimir en 45 minutos, se tendrían 20 soportes diarios, es decir, 200 caretas cada 24 horas”.
La petición que reciben es de más de tres mil 500 caretas, así que el objetivo se volvió producir 500 caretas al día.
“Al hablar con los médicos nos dimos cuenta de la magnitud de la emergencia, así que, a través de las redes sociales llamamos a la población a sumarse a la causa”.
APOYO SOLIDARIO EN OAXACA
La respuesta fue favorable, varios les prestaron su equipo, algunos donaron material, otros ofrecieron su mano de obra y algunos más les llevaron comida.
Recibieron el apoyo de Corporativo Empresarial La Asunción, Interceramic Oaxaca, Lobus, Universidad Tecnológica de Valles Centrales, Impact Hub, el corporativo Velásquez Chagoya, Instituto Tecnológico de Oaxaca, Laboratorios San Francisco, Salud a Domicilio, Rotary, Glotonería, Quemen, Café Café, GS Ingeniería Construcción Civil, Madercenter, Construtabla, Agua que canta, Rysdo, Instituto Cumbres, Orto- Pac, Punto Rojo, Lobus Barnices y Pinturas, Zetaeme impresiones, la familia Rodríguez y donadores anónimos.
Se quedaron a vivir en la oficina para trabajar las 24 horas. Se cumplía la cuarentena sin poner en riesgo a sus familias, al tiempo de cumplir su meta.
Al llegar a los 18 días de trabajo ininterrumpido, las 10 personas que integraron el equipo de trabajo ya habían producido 4 mil 320 caretas, cinco cajas de intubación y dos túneles sanitizantes. Tenían en desarrollo dos respiradores y probaban un resucitador automático.
A su trabajo se sumaron 30 voluntarios, además de 50 familias.
Las caretas se estaban entregando en siete unidades epidemiológicas, 15 centros de salud y 44 hospitales.
“Entregamos el equipo con un protocolo de entrega, cuidando las medidas de seguridad y verificando que efectivamente sean doctores o enfermeras, no líderes sindicales o jefes de hospitales”.
ESFUERZOS CONCRETADOS
La respuesta de los médicos, enfermeros y personal de salud, es, quizá, el mayor triunfo. Disfrutar sus sonrisas al sentirse protegidos.
“La mayoría de los beneficiados han sido, hasta ahora, de Valles Centrales, pero también se ha apoyado en Huajuapan y la Costa. Se entregaron las caretas en el IMSS, ISSSTE, Hospital de la Niñez, Hospital de Especialidades, unidades de emergencia epidemiológica, enfermeras de la UABJO, personal de limpieza, clínicas y centros de salud”.
A pesar de que su trabajo no será remunerado, Emilio está satisfecho con esta experiencia, “se ha detonado un ambiente de innovación real, prototipando, haciendo pruebas”.
“La emergencia sanitaria la vi de una forma social, me ha permitido innovar y ver que lo que hacemos tiene un impacto real en el mundo, nuestras herramientas sí pueden ser utilizadas para bien.
“Se ha hecho una comunidad, se ha sumado realmente la gente con intereses similares, sin pedirnos nada a cambio, con la misma intención, He visto que hay gente que entiende y se suma, porque esto es real. Tiene un impacto evidente. Hay una necesidad, por tanto, hay que actuar. Tenemos que cuidarnos”.
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