EDITORIAL
En el ambiente oficial oaxaqueño se respira un aire nocivo: no hay recursos para obra pública, menos para pagar salarios a los trabajadores. En ciertas áreas del gobierno, se adeudan a los empleados salarios ya vencidos. Existe desorden administrativo. Se crearon áreas y entidades, sin haber planeado el techo financiero para su operación. El caso de la Comisión Estatal Forestal (COESFO), que reventó en diciembre es emblemático. En las dependencias que tienen a su cargo la obra pública y la construcción de carreteras, entre otras, enfrentan asimismo, una seria descapitalización. A quince meses de haberse iniciado la administración de Alejandro Murat, no existe una sola obra relevante que haya que tomar en cuenta.
Se sabe, por ejemplo, que la Fiscalía General del Estado, no cumple a cabalidad su cometido, precisamente porque no cuenta con las asignaciones presupuestales necesarias para la investigación de ilícitos, integración de expedientes y carpetas, el seguimiento a los mismos, etc. En sentido contrario, las áreas de seguridad cuentan con presupuesto de sobra, pese a que la inseguridad es ya un tema preocupante en la entidad. Las ejecuciones en el Istmo y la Costa; los homicidios dolosos en los Valles Centrales, entre otros, hacen presumir que ni el Secretariado Ejecutivo ni la Secretaría de Seguridad Pública, hacen su trabajo. Con sorna, algunos columnistas insisten en que lo único que dichas áreas publicitan es paja. Borrachos asegurados en los operativos de alcoholímetro; carros que fueron robados y luego asegurados, etc.
En contraste con la pobreza que se percibe en áreas sustanciales, hay otras que están en bonanza presupuestal. Por ejemplo, la Consejería Jurídica, que de la noche a la mañana asumió tareas que desde que existe, jamás había tenido. La función de dicha área es muy específica, pues ha operado como una especie de asesora del ejecutivo en materia de elaboración o revisión de iniciativas legislativas u otros documentos que requieren trabajo fino. Pues ahora tiene a su cargo el Registro Civil, la Dirección de Notarías y el Registro Público de la Propiedad, además de un presupuesto multiplicado por veinte veces, al que tuvo en el ejercicio 2017. Existe pues una marcada preferencia entre ciertas áreas y otras que son sustanciales.
En torno a la obra pública, es importante subrayar que la industria de la construcción es un pilar importante de la economía local. Pero a la fecha, no hay obra. Frente a otras entidades del país, Oaxaca registra un déficit notable en promedio de ocupación e inversión en dicho rubro. No lo decimos nosotros. En la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los datos duros no nos ayudan en nada. Vamos para atrás. El tema de las carreteras al Istmo y a la Costa ha sido recurrente, pero también engañoso. Desde el gobierno de Gabino Cué un día se dice que van, pero al siguiente lo desmienten. Para muchos se ha convertido en un círculo vicioso. Quienes saben del tema opinan que las obras están en completo abandono y que los cientos de millones invertidos en las mismas, se han ido a la basura.
El gobernador Murat Hinojosa dijo en su campaña para la gubernatura que dichas vías estarían concluidas en quince meses. Han pasado los mismos y nada. Se ha tomado a juego, a demagogia, a engaño. Los oaxaqueños seguimos esperando que se haga realidad este sueño. Sin embargo, con sorpresa vemos que en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF-2018), siguen apareciendo con recortes presupuestales y nula prioridad.