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Jacobo Dalevuelta, ilustre periodista oaxaqueño

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Nacido en esta ciudad, don Fernando Ramírez de Aguilar, su nombre real, inició su vida profesional en la ciudad de México como mecanógrafo en el periódico El Imparcial, tiempo después fue reportero en El País, El Demócrata y El Independiente hasta llegar a El Universal, donde ascendió a jefe de redacción; fue el primer reportero de guerra mexicano, por acuerdo presidencial recibió La Cruz del Valor y la Abnegación”, condecoración únicamente otorgada a los militares

 

Carlos CERVANTES

 

El licenciado Fernando Ramírez de Aguilar, en su larga e intensa carrera periodística siempre utilizó el pseudónimo de “Jacobo Dalevuelta”, fue intrépido reportero de guerra en los años siguientes al inicio de la revolución mexicana, destacó como jefe de redacción del diario “El Universal” que se sigue editando en la ciudad de México, donde se caracterizó como innovador y fue de los primeros reporteros que utilizó máquina de escribir y editó libros diversos la mayoría de los cuales tienen como elemento principal a Oaxaca. Fue cronista de nuestra ciudad y con su trabajo honró al periodismo. Sus restos descansan en el panteón San Miguel de esta capital.

Ramírez de Aguilar nació el 4 de agosto de 1887 en la ciudad de Oaxaca y falleció en 1953, siendo inhumados sus restos en el panteón general, porque así lo dejó establecido. Fue despedido por una multitud de oaxaqueños mientras una banda de música tocaba el “Dios Nunca Muere”. En su lápida se inscribió: “Decano del periodismo nacional, hijo predilecto y novio cordial de Oaxaca”.

 

Los maestros del Instituto de Oaxaca

 

Hizo sus estudios profesionales en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado donde tuvo como maestros a don Aurelio Valdivieso, Adalberto Carriedo, José Núñez, Herminio Acevedo, Guillermo Toro, Ramón Pardo y otros notables. Inició su vida profesional en la ciudad de México como mecanógrafo en el periódico El Imparcial, tiempo después fue reportero en El País, El Demócrata y El Independiente. En el año 1919 entró como reportero en El Universal y tres años después fue ascendido a jefe de redacción donde pasó el resto de su vida, como uno de los periodistas emblemáticos de ese diario que aún se sigue editando. Antes de emigrar a México, publicaba las famosas “calaveras” tan ingeniosas y mordaces que le granjearon enemistades.

 

Primer corresponsal de guerra

 

Gran parte de su vida la pasó fuera de Oaxaca, pero hacía frecuentes viajes a esta tierra por el ferrocarril que era el único medio de transporte. Como agudo observador miraba lo que ocurría no solo dentro del vagón sino fuera, en las estaciones donde vendían alimentos y una serie de objetos para los pasajeros, todo lo cual relataba posteriormente en coloridas crónicas sobre los lugares, costumbrismo y tipos humanos, especialmente aquellos vendedores de las estaciones.

El periodismo de entonces se hacía con los medios de que se contaba, apenas comenzaba a popularizase el uso de la máquina de escribir, la cual comenzó a ser utilizada por Jacobo Dalevuelta para el relato de sus agudas observaciones y los peligros que pasó como reportero al ir en busca de la noticia en medio de la guerra interna que asolaba al país, en tiempos inmediatos al inicio de la revolución mexicana. Fue el primer corresponsal de guerra mexicano, que estaba presente en los frentes de batalla, a grado tal que los corresponsales extranjeros le contrataban sus servicios informativos y fotográficos pues ellos si temían acercarse. Fue también un severo crítico que se salvó de ser fusilado por órdenes del carnicero Obregón. Esto ocurría en 1913.

En esa época Jacobo Dalevuelta se convirtió en corresponsal de guerra, pero en su país, no como mercenario en el extranjero. Le tocó informar de los sucesos de la decena trágica y enseguida fue enviado por el periódico a cubrir las acciones de la tropa de Francisco Villa, lo hizo de forma tan pormenorizada que el mismo caudillo lo mandó buscar para fusilarlo, sin lograrlo. De ese tiempo es su trabajo que denominó crónicas de guerra de Torreón para Bachimba.

Posteriormente el periodista siguió publicando entrevistas y crónicas llegando a ser jefe de información de El Universal donde preparó a toda una generación de reporteros revolucionando el periodismo de entonces, implantando innovaciones no solo de formato sino en el aspecto técnico. Al mismo tiempo publicó libros de historias y leyendas entre ellas “Estampas de México” y “Vicente Guerrero, Síntesis de su Vida”. Fue un gran cronista de la ciudad de Oaxaca declarándose “novio de la ciudad”. De ahí surgió su libro “Cariño a Oaxaca” que fue del agrado de los oaxaqueños.

 

Impulso el Sindicato de Redactores

 

El 4 de enero de 1923 cuando quedó formalizado el Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, el periodista Dalevuelta intervino con mucho interés y dedicación, por lo que desde entonces ese día quedó dedicado a los periodistas.

Jacobo Dalevuelta comenzó a muy temprana edad a incursionar en el periodismo de tal manera que, iniciando el siglo pasado, comenzó en Oaxaca como corresponsal de un periódico editado en Puebla (“Score”), por don Marcelino Muciño, quien años después vino a radicar a Oaxaca y a fundar el diario “Mercurio”.

Al periodista Jacobo Dalevuelta se le recuerda también por sus libros sobre asuntos históricos, cantos líricos, obras de teatro, por su gran participación en el  “homenaje racial a la ciudad de Oaxaca” al cumplir su cuarto centenario, la organización del Primer Congreso Mexicano de Historia que tuvo como sede a Oaxaca de Juárez en 1933, la tarea editorial donde se publicaron la obras de los historiadores oaxaqueños Carriedo y el padre Gay y, desde luego, su apoyo a Oaxaca desde las páginas de El Universal, donde hizo el llamado de auxilio con motivo del sismo de 1931. La medalla “Oaxaca” le fue impuesta por el gobernador Manuel Cabrera Carrasquedo en 1953.

 

Su labor editorial y cultural

 

De sus ensayos de obras de teatro se recuerdan tres: “El Canto de la Victoria”, “El Laborillo” y “Homenaje Racial o Guelaguetza”.

Ramírez de Aguilar casó con doña María Ruiz Sandoval y tuvieron varios hijos, así como nietos que formaron sus propias familias perpetuando el apellido Ramírez de Aguilar.

De acuerdo a sus apuntes autobiográficos estuvo afiliado a diversas agrupaciones científicas como el Ateneo Adalberto Carriedo, del Instituto de Oaxaca; el Ateneo de Ciencias y Artes de la Ciudad de México; la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; la Academia Mexicana de Geografía e Historia y fundador del Sindicato Nacional de Redactores de Prensa, del cual varias veces fue Secretario General.

 

Condecorado en Palacio Nacional

 

A manera de anécdota don Guillermo Rosas Solaegui menciona en su “Anecdotario de Oaxaca” que en los albores de la revolución mexicana encabezada por don Francisco I. Madero, el gobierno federal envió al norte del país una columna militar para combatirla al mando del coronel Samuel García Cuéllar, yendo como corresponsal de guerra del diario capitalino El Imparcial, el jovenzuelo oaxaqueño Fernando Ramírez de Aguilar a quien en su tierra lo apodaban “el machín”. La batalla fue en Casas Grandes, tan encarnizada que, en un momento dado el comandante en jefe, no contaba con un oficial de órdenes, puesto que todos habían muerto y era urgente enviar instrucciones al ala izquierda de su gente de combate. Entonces surgió el valiente joven corresponsal y ofreció sus servicios para llevar las órdenes.

El jefe militar se reusaba a aceptar la oferta del novato reportero por muchas razones, hasta que no le quedó otra que darle las órdenes que tenía que transmitir. El joven partió a caballo a toda carrera. Los tiradores de vanguardia al verlo lo tirotearon, matando al caballo, por lo que el mensajero continuó corriendo a pie hasta llegar a su destino, salvando todo tipo de obstáculos y las balas de los revolucionarios. Finalmente, luego de recibido el mensaje con las órdenes, el ejercito logró la victoria haciendo que los atacantes se replegaran y huyeran ante la estrategia utilizada. Al rendir parte el coronel García Cuéllar relató el comportamiento del corresponsal y su valor a toda prueba.

Como consecuencia y por acuerdo presidencial se le concedió al corresponsal “La Cruz del Valor y la Abnegación”, de manera excepcional ya que ésta solo se destinaba a los militares. Le fue impuesta en Palacio Nacional con todos los honores y la presencia de los generales, jefes y oficiales de la guarnición de la ciudad de México.

El periodista continuó con su trabajo de información y de opinión sin ninguna vanidad por el reconocimiento recibido. Salió de El Imparcial y entró como reportero de El Universal donde continuó hasta su fallecimiento, aun cuando ya usaba el pseudónimo de Jacobo Dalevuelta. Desde este espacio nuestro homenaje y reconocimiento.

 

 

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