EDITORIAL
Ha pasado un mes desde el Primer Informe del gobernador Alejandro Murat, cuando advirtió que Oaxaca requiere de funcionarios de tiempo completo y que, aquellos que tienen interés en participar en la jornada electoral del 2018, presentaran su renuncia. Hay quienes han seguido estirando la liga para seguir en el ajo presupuestal, antes de emprender la aventura electoral. Sin embargo, hay un grupo que definitivamente se resiste a reencontrar el camino del servicio público y adaptarse a las condiciones que requiere el gobierno muratista. Se trata del grupito cercano que el ejecutivo estatal trae detrás, no sólo desde que se desempeñó como Director General del INFONAVIT sino incluso desde antes.
Han trascendido encuentros y desencuentros entre dicho grupo cercano, habida cuenta de que Murat Hinojosa les dispensa estima. Los jaloneos y tirones; patadas debajo de la mesa y grillas, siguen minando a estos consentidos del régimen. Y no es para menos, algunos se sienten con los suficientes méritos para ocupar las secretarías más importantes del gabinete, como es el caso de Finanzas, que le quita el sueño al actual Jefe de la Oficina de la Gubernatura, Vicente Mendoza Tellezgirón, en pleito casado con el titular de dicha dependencia: Jorge Gallardo Casas. Uno más, al Coordinador Jurídico de la Gubernatura, Jorge Octavio Zenil Tinajero, que por la misma naturaleza del cargo tiene funciones específicas y no de poderío, exigió un presupuesto que es 24 veces mayor al que le fue asignado en el ejercicio 2017.
Si a ello agregamos las deslealtades que han cometido algunos, que en lugar de afianzar el apoyo que Murat Hinojosa tuvo desde su campaña política, se han encargado de torpedearlo y convertir a sus antiguos aliados en los peores detractores, las cosas se convierten para el ejecutivo, es un serio desafío. Por fortuna, éste tiene el apoyo y el trabajo indiscutible de su esposa, la señora Ivette Morán, Presidenta Honoraria del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), incansable gestora, promotora e impulsora de programas que incidan en la política social, para el combate a la pobreza. Sólo un ciego no puede atisbar el trabajo que desde la misma campaña política del actual gobernador, ha desplegado la señora Morán de Murat.
Lo que ocurre en el gabinete muratista es una seria advertencia respecto a lo que tendrá que hacer quien mantiene el mandato popular, para evitar que esas intrigas palaciegas; esos ajustes de cuentas y codazos entre el equipo cercano, se conviertan en un dolor de cabeza más a la de por sí problemática oaxaqueña. Por el contrario, al igual que quienes tienen aspiraciones electorales, deberán ser reconvenidos a comprometerse con la labor que implica resolver los grandes retos que tiene la entidad. No es un ejercicio ocioso sino una responsabilidad institucional que no debe dejarse de lado.
Los “señoritingos” deben estar de lado del gobernador Alejandro Murat y no contra él. Mucho menos devenir detractores o críticos de su gestión o de las personas de su círculo familiar. Eso es una deslealtad en toda la extensión de la palabra, cuestión que no obstante la nobleza de éste, no debe permitir el ejecutivo. Quien no esté convencido de la responsabilidad que le fue asignada tendrá que irse. El oficio de Estado no es de caprichos ni mucho menos de necedades. Ha iniciado ya el segundo año de gestión. Esperemos que esa situación no constituya un obstáculo para todo lo que la actual administración pretende realizar en 2018.