EDITORIAL
La ineficiencia de la Fiscalía General del Estado no tiene nombre.
Bajo la titularidad de Rubén Vasconcelos Méndez, esa dependencia se ha convertido en un elefante blanco, donde se ha abandonado la investigación de los delitos y no se garantiza justicia a las víctimas.
Ante la ineficiencia que caracteriza a la Fiscalía, la ciudadanía recurre a las redes sociales para pedir ayuda y tener justicia.
Cifras alegres son las que presenta el fiscal Rubén Vasconcelos Méndez, conferencias, reuniones, visitas a colonias populares, en un afán de cultivar su imagen personal y la de su, recién nombrada directora de Vinculación Institucional, área que ni siquiera está en el organigrama.
No obstante, de tener en sus filas a personal capacitado, envía a la nueva funcionaria –que goza de todas sus simpatías– en representación de la dependencia, ponderando su imagen personal, dejando de lado, los resultados que exige la ciudadanía.
En la misma tónica, se han ocupado de destacar casos que impacten en las redes sociales, ya sea por el perfil de la víctima, del acusado o si se trata de un tema de actualidad.
Tal pareciera que lo único que le interesa al fiscal es promover su imagen y la de su funcionaria, olvidando el motivo para el cuál fue nombrado en este cargo.
Una de sus últimas pifias fue la liberación de un activista del Istmo de Tehuantepec, luego de que la juez desechó los argumentos presentados por la Fiscalía al carecer de sustento, con lo cual, una vez más, la dependencia ha recurrido a la fabricación de delitos y culpables en su lucha por posesionar una imagen que ya está muy deteriorada ante los ojos de los oaxaqueños.
Ante la apatía e indiferencia de la Fiscalía, ciudadanos han recurrido a las redes sociales “para publicar denuncias públicas”, exhibir a “culpables” y pedir ayuda en caso de sentirse en peligro.
Vecinos de distintas colonias se han organizado para hacer “justicia por propia mano”, en caso de detener a quien consideran delincuente.
Casos emblemáticos, que han conmocionado a la sociedad oaxaqueña, siguen sin resolverse o con detenciones bastante cuestionables.
En tanto, los homicidios y delitos violentos se continúan perpetrando sin ton ni son, ante la garantía de que, en Oaxaca, no serán investigados y mucho menos, sancionados.
La violencia que se vive en la entidad continúa en espiral ascendente ante el mensaje que envía la Fiscalía de impunidad, ya que, lejos de atender la encomienda, se dedica a hacer proselitismo social y político, fotos de cafés y de campañas más bien políticas que en nada ayudan a sanear la imagen de una dependencia, en la que ni sus mismos empleados quieren estar, ante la incapacidad de resolver los ilícitos que aquejan a la ciudadanía.
Sin duda, se vive la peor época de la Fiscalía al tener al frente a un funcionario que poco sabe de sus funciones, rodeado de personal incompetente y con ministerios públicos que no tienen la libertad de tomar decisiones para realizar investigaciones.
Un puesto, que, de tener carácter judicial, lo volvió en político y social para pactar con grupos y personalidades con fines dudosos.
Rubén Vasconcelos Méndez, lo único que ha garantizado, es que, de seguir en este camino, son pocas las esperanzas que le quedan a los oaxaqueños de obtener procuración de justicia y sí, en cambio, de vivir uno de los peores escenarios de violencia en su historia y con los mayores índices de impunidad.
