A la zaga de las prioridades
Luego de los hechos del pasado 21 de julio, cuando el gobierno estatal –con el apoyo evidente del federal- le quitó a la Sección 22 el control de la educación pública, pareció representar un hito en la historia contemporánea, al menos en las tensas relaciones del gobierno de Enrique Peña Nieto y el de Gabino Cué Monteagudo. La presencia de la Policía Federal y la Gendarmería vino a fortalecer en la conciencia colectiva de los oaxaqueños, la esperanza de que nuestra entidad al fin se encaminaría hacia su postergado desarrollo, ya sin los obstáculos y el sinuoso camino marcado por la eterna protesta, el chantaje y la presión del Cártel-22. Sin embargo, al paso de los días, ello se ha interpretado también como un distractor, pues tal parece que cuestiones de gran trascendencia, han pasado a segundo término. Por ejemplo, ¿por qué las principales obras carreteras a la Costa y al Istmo no avanzan y se encuentran prácticamente estancadas?
Ambas obras se han asumido como compromisos del presidente de la República, tal como se ha insistido en algunas dependencias federales, específicamente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes –la SCT-. La súper carretera al Istmo, tiene al menos 15 años de estar en proyecto, contra al menos diez años que lleva la súper carretera a la Costa. Pero vemos que en el Tercer Informe de Gobierno del presidente Peña Nieto, se echan las campanas al vuelo para festinar los 17 mil kilómetros de carreteras nuevas en el país.Es difícil reconocerlo, pero Oaxaca sigue estando a la zaga del desarrollo nacional. Insistimos: viajamos en el furgón de cola de la modernidad. La Federación nos da sólo promesas, migajas, los saldos del desarrollo. Nos preguntamos: ¿por qué no sacrificar algunas vías carreteras del Estado de México, para hacerle justicia a los oaxaqueños, cuyo abandono y segregación hace pensar que en efecto, este país, pese a lo que se diga, es de disparidades y desequilibrios.
Los beneficiarios del desarrollo desigual son los mismos de siempre. En el Proyecto de Presupuesto de Egresos para el 2016, se advierten recortes por más de 200 mil millones de pesos. Si a ello se agrega la política fiscal de cargarse siempre sobre los mismos, sólo debemos reconocer con tristeza que el compás entre ricos y pobres; entre los que menos tienen y los barones del dinero, se abrirá aún más. Y los oaxaqueños, sinceramente, no estaremos mejor que antes.El llamado presupuesto histórico que nos asignaron en el 2014 y 2015, no sirvió para mucho, sólo para que nuestra flamante bancada oaxaqueña se regodeara asumiéndose como la gestora de tanta bondad. Lamentablemente ninguna obra relevante, histórica y de gran calado hay en la entidad que permita siquiera justificar que hemos avanzado un punto al menos, de nuestro ancestral atraso. Ahí están como testigos mudos las obras carreteras ya citadas y el abortado proyecto hidráulico de “Paso Ancho”.
Si bien es cierto que según se dice, tanto el gobierno federal como el estatal han cumplido con sus obligaciones financieras para las obras carreteras, es la empresa contratista, ICA, la que tiene el problema. Por ello, habría que investigar ¿qué pasó finalmente con la reconfiguración de la Refinería de PEMEX, en Salina Cruz, que recibiría una inversión de miles de millones de pesos, como ofreció el presidente a principios de 2015 o la inversión destinada al famoso gasoducto Salina Cruz-Jaltipan? No nos vayan a salir con el cuento ya sabido por todos, que con la caída internacional de los precios del petróleo y la depreciación del peso frente al dólar, se tuvo que cancelar, poniendo en entredicho la palabra presidencial.