El episodio reciente de la fuga del conocido capo del narcotráfico, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, del penal de Alta Seguridad de El Altiplano, pone al gobierno de Enrique Peña Nieto y a todo el aparato de seguridad y justicia del país, en el fango del descrédito, la desconfianza y la inminente corrupción. Es evidente que ese episodio no pudo darse sin la complicidad de altos y menores funcionarios, pero sobre todo, por la forma tan torpe e ingenua con la que quisieran sorprender a la opinión pública. Varios hechos ponen al gobierno federal en la mira del escándalo internacional: Ayotzinapa y sus 43 desaparecidos –los que cada nuevo escándalo va difuminando-; Tlatlaya y los posibles fusilados y el affaire de “La Casa Blanca” y otros pecadillos más.
Si de compararse con el gobierno panista de Felipe Calderón se trata, nada ha cambiado en mapa criminal en el país. Los muertos siguen y por montones. Continúan apareciendo nuevos cárteles. En algunas entidades del país, Tamaulipas y Michoacán; Guerrero o Jalisco, nada ha cambiado en el trasiego de droga y el empoderamiento de las organizaciones criminales. México sigue dándoles armas a sus enemigos allende las fronteras para cebarse sobre el país y los mexicanos. Nos hemos puesto a los ojos del mundo como un país corrupto, de gobiernos fantasiosos y falsos; con una economía de ficción y de doble lenguaje; con hechos que provocan no sólo indignación sino hilaridad. México el país de ficción; el de las Reformas Estructurales que sólo han dejado resabios y encono social.
En Oaxaca no cantamos mejor las rancheras. La Sección 22 –que sin duda habrá de aprovechar el escándalo de la fuga de “El Chapo”, para acomodarlo en su beneficio- sigue dando de qué hablar. Cuando ya están a punto de echarles el guante a sus capos, algo surge para distraer la atención. El Cártel-22 ha resultado más letal que cualquier otro, por su persistencia y empecinamiento, pero más aún, porque con la bandera de la lucha social han empobrecido al erario público y sigue vulnerando el sistema educativo. La Federación ha puesto en entredicho al mal manejo financiero que se ha dado, sobre todo en los años que lleva el gobierno de la alternancia, en donde ningún recurso es suficiente para paliar la voracidad del sector magisterial. En el pueblo no existen voces que consideren que sus acciones de sabotaje como las que instrumentó antes del proceso electoral del siete de junio, tengan el respaldo ciudadano, sino sólo repudio.
Pero no es lo único que ha puesto a Oaxaca, a su gobierno, a sus maestros y legisladores en la mira del escarnio mediático. La autorización al gobernador Gabino Cué para solicitar un préstamo por 2 mil 400 millones de pesos, como moneda de cambio para aprobar una Reforma Político-Electoral a modo, pero sobre todo, la forma tan burda y torpe con la que los diputados dirimieron sus diferencias para la aprobación de las leyes secundarias, dieron al traste para ubicarnos con el justo apelativo de “tierra de nadie”. Por si ello no fuera suficiente, el empecinamiento del Secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla de San Martín, en construir el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, justo al lado del hotel del cual es socio, ha reivindicado que el tráfico de influencias y el conflicto de intereses en el gobierno de la alternancia no es la excepción que justifica la regla, sino la regla misma. Por escándalos pues, tanto en el gobierno federal como en el estatal, no paramos.
