EDITORIAL
Para muchos, empezando por quien encabeza el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, la emergencia sanitaria generada por el coronavirus o Covid-19, ha sido una especie de juegos de vencidas. No se le ha dado la importancia debida, no obstante tratarse de una pandemia que ha paralizado a media Europa y los Estados Unidos. Es evidente que no somos inmunes; que hay graves riesgos de que haya más contagios de los que hasta el momento registran los Servicios de Salud y de que la pandemia pueda alcanzar –sin ser fatalistas de ninguna especie- cifras alarmantes. Los protocolos se aprobaron tardíamente, justamente, por la crisis por la que atraviesa el sistema de salud en el país, con falta de medicamentos e insumos, desde los centros de salud hasta los hospitales de primero y segundo nivel.
Por fortuna –creemos- en Oaxaca se ha actuado con prudencia, pero también con celeridad, al tenor de lo que implica una contingencia sanitaria, que no admite vacilaciones. La primera medida que adoptó el gobierno de Alejandro Murat fue la de cancelar eventos masivos, incluso, algunos de carácter internacional. Se dispuso, asimismo, la cancelación de la tradicional “Samaritana”, un festejo único en su género, del que Oaxaca es su mejor exponente. Ante el mensaje del arzobispo de Antequera, Pedro Vázquez Villalobos, de no suspender los oficios religiosos de la Semana Santa, fue el propio ejecutivo –según se sabe- a convencerlo de la prioridad de salvaguardar la salud de los fieles católicos.
Incluso, algunos ediles de ciertas poblaciones, como es el caso de la presidenta municipal de Santo Domingo Tehuantepec, Vilma Martínez Cortés, que anunció la celebración de la Edición XXII de la Guendaliza-2020, expresión cultural mesoamericana, a última hora decidió suspenderla. Es evidente que no han faltado obstinados, obtusos e ignorantes, que han puesto en tela de juicio las medidas de prevención dispuestas por el gobierno. Nos referimos a los personeros y dirigentes del llamado Cártel 22, quienes, de repente, mutaron en maestros responsables y puntuales con sus planes, programas de trabajo y con la docencia. Con el anuncio de la suspensión de actividades docentes en escuelas públicas y privadas, a partir del 20 de marzo y hasta el 20 de abril, los democráticos mentores señalaron que habría que consensuar dicha instrucción con padres de familia y maestros. No han faltado aquellos a los que este dicho, les ha generado hilaridad.