EDITORIAL
En medio de la opacidad, como ha sido la tendencia de la Comisión Política del llamado cártel 22, una de las demandas de la misma hacia el gobierno del estado de Oaxaca, contenida en el pliego de peticiones entregado al gobernador Alejandro Murat, el pasado primero de mayo, es la derogación del decreto, a través del cual, la Federación retomó el control de la educación pública en Oaxaca. Ello dejó sin efecto el acuerdo que suscribió el ex gobernador Heladio Ramírez López, el 28 de octubre de 1992, mediante el cual otorgó a la S-22, el manejo discrecional de los cargos de mando en el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO). Durante 23 años, la gremial designaba, dentro de sus activistas e incondicionales, “los idóneos” para encabezar direcciones, subdirecciones y jefaturas de departamento, con todo el poder que ello implicaba.
Bajo esa dinámica, el cártel 22 tenía el control cuasi absoluto de plazas, cambios de adscripción, estímulos, ascensos, nómina, etc., convertido en una especie de juez y parte; trabajador y patrón. Algo nunca visto ni permitido por la ley. En ese entorno, el sindicato podía mantener una red de incondicionales a quienes había designado, previo soborno, director, supervisor, jefe de sector o algún cargo de mayor rango. Ello hacía que la estructura y lo que estaba debajo, es decir, el maestro de grupo, el empleado de intendencia o administrativo, fuera mantenido a raya de cualquier inconformidad, creando en ello una serie de vicios y maniobras oscuras, como fue la venta de plazas y los cobros por parte de personas conocidas como “aviadores”. Amén de todo ello, esta situación tuvo una repercusión terrible en el proceso enseñanza-aprendizaje, pues el ausentismo magisterial, para participar en movilizaciones aunque nada tuvieran que ver con las demandas del gremio, pero que era solapado por sus dirigentes.
Con la demanda de abrogar el decreto por el cual, el gobierno de Gabino Cué –por presiones del gobierno federal- les arrebató el control de la dependencia educativa, la dirigencia magisterial exhibe de cuerpo entero el quid de la presión que ejerció en la Cámara de Diputados, justo antes de que se aprobara el dictamen de Reforma Educativa y los móviles de su constante presión y chantaje. En ese mismo tenor pretende imponer como modelo educativo, el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO), un invento de sus órganos auxiliares, para politizar, adoctrinar y fanatizar al educando, antes de privilegiar las materias básicas o el estudio de la historia o el civismo.