EDITORIAL
Los sismos de 8.2 grados en la escala de Richter, del pasado 7 de septiembre y el de 7.1 del 19 del mismo mes, con sus diferencias, además de devastación, desolación y muerte trajeron consigo algo más: mostrar de cuerpo entero la naturaleza de los oaxaqueños, que aún en la tragedia, sólo buscan el daño ajeno y el beneficio personal. En plena emergencia, algunos han mostrado la bajeza de sus principios –si es que los tienen- y su naturaleza mercenaria, hablando políticamente. La clase política empecinada en aprovechar desde el punto de vista electoral, el dolor, la emergencia y la devastación que existe en la zona del Istmo de Tehuantepec y los Mixes; la Sierra Sur y la zona chontal, para llevar agua a su molino; ganar prosélitos a través de la dádiva y mostrarse de cuerpo entero. Dar, sí, para que todos lo vean y premien su generosidad y benevolencia.
Buitres de la tragedia han sido asimismo, algunos especímenes que trabajan en el ayuntamiento de Juchitán de Zaragoza, como la misma presidenta Gloria Sánchez López, que sin recato alguno lo mismo guarda despensas y la ayuda humanitaria en su domicilio, que ante los titulares de las dependencias del gobierno federal, que están a cargo de comunidades y municipios afectados, insiste en que la ayuda es insuficiente, pero es incapaz de invitar a sus paisanos a participar de manera corresponsable, sino que les permite estar en sus hamacas, esperando que la ayuda les caiga del cielo. Incapaz asimismo de calmar los impulsos depredadores de su secretario municipal y correligionario de la COCEI, Óscar Cruz López, quien fue descubierto metiendo despensas y ayuda humanitaria a su domicilio.
Nadie puede regatearle al gobernador Alejandro Murat el hecho de estar al pie del cañón desde que empezó la emergencia. Pese a la crítica de la llamada “prensa nacional” que más que coadyuvar a la solidaridad nacional –que por supuesto ha sido espontánea- ha llenado los caminos de descalificaciones y diatribas, Murat Hinojosa ha estado cada día en la zona siniestrada, sin mayor afán que estar cerca de los damnificados y ofrecerles el apoyo de su gobierno. No lo han visto así ciertos “medios nacionales”, que vinieron a Juchitán, Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Santa María Xadani y a los pueblos mareños, entre otros, a descubrir el hilo negro de la tragedia motivada por un fenómeno natural.
Hoy, con los daños y más de 280 muertes que generó el sismo de 7.1 grados en la Ciudad de México, Morelos, Puebla y el Estado de México, ya tendrán más ánimo de descalificar a los gobiernos estatales y federal. Desde sus plataformas digitales han estado echando estiércol y denuestos. Lamentablemente, eso no lo han entendido los operadores de Murat Hinojosa, que están materialmente casados con la idea de que hay que quedar bien en la CDMX y no con los oaxaqueños. Sin duda, es parte de la naturaleza humana.
La crisis pues, trajo asimismo confusión, protagonismo, desorden, rapiña y pillaje. Sin duda alguna, la ayuda humanitaria fluyó de todas partes y no han faltado los espontáneos que llegaron con sus camionetas y por sus propios medios, como es el caso de los famosos “Topos”, a los que nadie peló en Juchitán, ni les ofreció hospedaje, menos un vaso de agua, o los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de otras instituciones educativas, que acudieron a prestar ayuda médica y demás, sino de las mismas instituciones bancarias, mediáticas, altruistas y otras, que han visto que la ayuda recabada no llegó a su destino. Sólo en la semana anterior se dijo que sería el Ejército Mexicano el responsable de distribuir la ayuda, pues con eso de la ambición de algunos de nuestros diputados (as) locales y federales, no hay duda que sin moral alguna la ocuparán para otros fines, no precisamente humanitarios.
