Maestros y el rezago educativo
Al menos en los últimos cuatro números de REALPOLITIK, nuestro editorial ha sido dirigido a los maestros de la Sección 22 que, como ya es sabido, mantiene el cerco a los habitantes del Distrito Federal, lo que ha ocasionado una serie de protestas y una andanada mediática como nunca la han tenido. Hoy los capitalinos saben que no es un grupo común y corriente; que es un gremio faccioso, infiltrado por grupos en la clandestinidad, que lo mismo bloquean avenidas e importantes desfogues vehiculares, que los accesos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, terminal que es reconocida como una de las de mayor tráfico aéreo en el mundo. Estas acciones se han hecho bajo una sola premisa: los maestros parecen ser intocables. Es más, hay quienes aseguran que esta provocación es hecha con todo dolo y mala fe, pues lo que el magisterio quiere son víctimas, habida cuenta de que la victimización es una de sus banderas más eficaces.
Quien ha decepcionado profundamente a los habitantes del DF es el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, pues desde el inicio del plantón el pasado 19 de agosto, de inmediato se lavó las manos para deslindarse de cualesquier acción de desalojo. El gobierno federal, asimismo, ha pecado de cauteloso. Son ya incontables las mesas de diálogo para doblegar la cerrazón de la S-22, pues el resto –las secciones de Michoacán, Guerrero, del DF y otras- prácticamente no cuentan. Se ha percibido con claridad que nuestros maestros oaxaqueños siguen empecinados en conservar sus privilegios; que no son las reformas ni las leyes secundarias lo que les preocupa, sino seguir lucrando como hasta hoy, del presupuesto destinado a la educación. El golpe seco que implicaría el manejo central de la nómina magisterial, dejaría al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), prácticamente como administrador, lo que minaría el poder que la S-22, de manera ilegal y atípica mantiene en dicha dependencia estatal.
En medio de este intrincado conflicto, figura el gobernador Gabino Cué que una y otra vez sigue cayendo en los lugares comunes que se le critican adentro y afuera: justificar las acciones del magisterio. Esta situación la tiene clara el gobierno federal y no dudemos que en breve haya severas restricciones presupuestales, para no seguir engordando a este gremio faccioso y parasitario. Cué no ha dado una respuesta clara, a pesar de estar enterado que las reformas promulgadas no tiene marcha atrás; que la Ley va; que ello servirá para abatir el rezago educativo, sobre todo el que padece la educación en Oaxaca, estimulado precisamente por el desarraigo de la S-22 a sus labores docentes; por los más de mil días en que se han suspendido actividades, desde 1980 a la fecha; del retroceso que ha implicado estar a la cola del aprovechamiento escolar a nivel nacional y otros factores que nos siguen haciendo aparecer a nivel nacional, como una tierra de nadie.
La inconformidad brota por doquier: los padres de familia, luego de un mes sin clases y de que ni siquiera haya iniciado el ciclo escolar 2013-2014, no quieren saber nada de la S-22 ni de sus maestros. Hay molestia, enojo, indignación. No es fácil paliarlos con disposiciones oficiales ni amenazas de desalojo policial. La S-22 está jugando con fuego. Se ha puesto contra la pared a nivel nacional y está a los ojos de los mexicanos como un grupo conflictivo, mafioso, faccioso, al que sólo le preocupa seguir medrando de los recursos públicos. Y también Cué Monteagudo está en la mira, pues la complicidad -¿o el temor?- con los mentores se ha hecho más que evidente. La factura del triunfo en los comicios de 2006, cuando ganó la senaduría y la del 2010, cuando obtuvo la gubernatura, deben estar a la fecha, más que pagados.
