Una coalición pulverizada
Uno de los factores que advierte el posible retorno del PRI al gobierno de Oaxaca es la situación tan compleja que enfrenta la izquierda local. Para aquellos que piensan en repetir el número que llevó a la coalición PRD-PAN-PT–MC al triunfo en 2010, hay que recordarles que ni la coalición tiene la solidez de antaño ni, mucho menos, la izquierda es un ente homogéneo como hace seis años. La coalición que enfrentará al PRI-PVEM, no tiene la misma fuerza, la misma consistencia de 2010. Hoy está pulverizada con un PRD hecho pedazos y un Partido Acción Nacional (PAN), que está ubicado en uno de los últimos lugares de las preferencias electorales.
Antes del proceso electoral de junio del año pasado, la situación del PRD se advertía optimista. Pero habría que llegar el reconocimiento del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y la crisis en el liderazgo nacional, para que muchos perredistas se fueran a las filas de Andrés Manuel López Obrador. Hoy existe un padrón de miles de afiliados a MORENA, que socavaron aún más la endeble fortaleza perredista. No hay que ignorar que en la elección interna del partido del sol azteca, los grupos simpatizantes con el senador Benjamín Robles Montoya, que llevaban como candidato a la dirigencia estatal a Jesús Romero, prácticamente marcaron su distancia ante la elección mayoritaria de Carol Antonio Altamirano.
Previa la elección del candidato a la gubernatura, la polarización en el PRD alcanzó niveles preocupantes. Dicho partido se sumergió en una disputa prácticamente “de vencidas”. La parte institucional del citado partido compartió desde hace meses, que la mejor opción era José Antonio Estefan, en tanto que factores externos, como es el caso de los senadores del PRD, encabezados por Miguel Barbosa Huerta, insistieron y presionaron para meter por la fuerza a Benjamín Robles, un personaje extraño a los oaxaqueños, con una historia de complicidades y truculencias. Esa indefinición permitió que el hoy candidato Alejandro Murat Hinojosa, único aspirante del PRI que concitó el apoyo de los sectores y convocó a la unidad priista, haya caminado libremente por la entidad, seguro, convencido y sin incertidumbres.
Si bien es cierto que BRM luego de cinco años de recorrer el estado, primero en la campaña de Gabino Cué, luego como funcionario público y desde hace tres años como senador de la República, contaba con un buen ascendiente entre algunos sectores, también es cierto que tenía muchos más negativos que cualquiera. Estefan Garfias ha tenido una carrera tanto política como en el sector público impecable y sin estigmas. A Murat Hinojosa nadie le puede refutar acciones o un pasado cuestionable. A Robles, varios presidentes municipales lo han señalado como responsable de vender prácticamente los apoyos financieros que ha logrado, en el cargo que hoy desempeña, del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Pero además, cuenta con una historia cuasi-delictiva, que de develarse pudiera influir de manera determinante en cualesquier intento futuro de cuajar el voto ciudadano.
La izquierda oaxaqueña pues, está en uno de los peores momentos de su historia. Los hechos del pasado miércoles 24 de febrero, cuando leales a Benjamín Robles intentaron reventar el Consejo Electivo Estatal, incluso con gases lacrimógenos, y la respuesta de los delegados que votaron en mayoría por Estefan Garfias, da una idea de la polarización que se vive en el PRD. En torno al PAN poco puede decirse: su supervivencia va en función del triunfo de la coalición, ya que poco puede hacer por sí mismo. El partido blanquiazul está acotado por grupos, facciones e inercias. Dejó de ser un referente competitivo, a raíz de las derrotas electorales que ha tenido y, sobre todo, en la última jornada electoral federal de junio de 2015, cuando no obtuvo ni un solo distrito.