Desde el pasado 25 de marzo, un grupo de indocumentados centroamericanos, entre ellos niños, mujeres y hombres, emprendió en Tapachula, Chiapas, el Viacrucis del Migrante 2018, que busca llegar a Mexicali, Baja California para pedir asilo al gobierno de Donald Trump; la caravana tiene como propósito denunciar la grave situación de pobreza, violencia y corrupción que se vive en el llamado Triángulo del Norte -Honduras, El Salvador y Guatemala-, pero también el maltrato y crimen impune que opera en México en contra de los extranjeros que cruzan por nuestro territorio en su tránsito hacia Estados Unidos
Luis Carlos RODRÍGUEZ GONZÁLEZ/ The Exodo
NILTEPEC, OAXACA.- La “Bestia” empieza a detenerse poco a poco mientras cientos de migrantes aguardan el mejor momento para colgarse a los fierros candentes del ferrocarril que los acercará a la frontera entre México y Estados Unidos, país al que solicitarán asilo.
Lo mismo hombres, mujeres y niños, son hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, pero también algunos sudamericanos y caribeños que caminan por la ruta migrante más peligrosa del mundo, en lo que se ha convertido la aduana de su cruce por México, donde cada año cientos o miles desaparecen, son secuestrados, extorsionados, mueren en persecuciones o son asesinados por el crimen organizado.
El éxodo variopinto, alegre a pesar de todo, forma parte del contingente de más de 1,500 migrantes centroamericanos, entre ellos cerca de 300 niños, que recorren a pie, en raid o bien en “La Bestia” los 3 mil 745 kilómetros que separan Tapachula, Chiapas de Mexicali, Baja California.
Es el Viacrucis Migrante 2018 que busca denunciar la grave situación de pobreza, violencia y corrupción que se vive en el llamado Triangulo del Norte -Honduras, El Salvador y Guatemala-, pero también el maltrato y crimen impune que opera en México en contra de los extranjeros que cruzan por nuestro territorio en su tránsito hacia Estados Unidos.
Con garrafones y botellas de agua, alguna torta o galletas, la mayoría jóvenes, no se amedrentan ante el sonido de la locomotora y los vagones que al frenar lastiman los oídos. Ello a pesar de que saben que un error al colgarse del tren puede costarles la vida o la mutilación de una mano o de un pie.
Ya llevan varios días caminando. Algunos muestran los estragos en los pies ampollados, con llagas, cortados. La piel está requemada por el implacable sol de esta Semana Santa en México. El trayecto inició el pasado 25 de marzo en Tapachula. De ahí han recorrido o recorrerán la peligrosa geografía mexicana, plagada de mafias y cárteles de la droga, pero también de policías que lo mismo extorsionan, que secuestran o desaparecen.
El viacrucis por suelo mexicano incluye Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California. Esperan arribar a Mexicali en la última semana de abril.
“Va a parar, va parar. Aún no se suban, va a parar”, aconseja a gritos Irineo Mujica, integrante de la Organización Pueblo Sin Fronteras, a los migrantes que corren a un costado de la vías para subirse al lomo de “La Bestia”.
Mujica, comentó que el viacrucis busca visibilizar la grave violencia y pobreza que se vive en Honduras, Guatemala y El Salvador. Ello sumado a denunciar las agresiones que viven cientos de miles de migrantes en su cruce por México.
El éxodo de estos más de 1,500 migrantes, familias enteras, que no cuentan con visas o pasaportes, busca llegar a Mexicali para solicitar asilo al gobierno de Donald Trump. Una misión casi imposible en los actuales momentos en que se diseña un nuevo muro fronterizo y el discurso antiinmigrante permea las fronteras del mundo.
Durante el periplo se contempla una parada en la Ciudad de México para solicitar al Congreso de la Unión, gestionar mayor presupuesto a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), que se encarga de atender los casos de los migrantes que piden asilo.
El Viacrucis Migrante 2018 que lleva por nombre “Tomos somos americanos de nacimiento” grita diversas consignas, cuando el ánimo por el cansancio empieza a mermar las fuerzas para seguir caminando.
“¿Por qué nos matan, por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina”, “Manchadas de rojo están las fronteras, porque ahí se mata a la clase obrera”, “¡Alerta!, ¡Alerta! ¡Alerta! Al que camine, la lucha del migrante por América Latina”, son algunas de las consignas que se escuchan al paso de la Caravana 2018, “Viacrucis migrantes en la lucha”.
Historias a pie de vía y rumbo al norte
César Joan es el participante más pequeño del viacrucis. Sólo tiene un mes de nacido y su madre, Génesis Graciela, quien, como su nombre, trata de comenzar una nueva vida alejada de la violencia y las amenazas de la inseguridad que son una constante en su país, Honduras.
En el recorrido en territorio mexicano, Génesis de 18 años de edad, es ayudada en los cuidados de su bebé por las mujeres que migran también de Centroamérica. Decidió dejar su país y comenzar el arriesgado viaje a Estados Unidos por la violencia que se vive en su país.
“Es por que empezaron con amenazas. Yo soy mujer y los hombres pueden más quena una mujer. Ya no hallábamos opciones, sólo venirme a México y luego a Estados Unidos. Ojalá Dios quiera todo salga bien”, expresó Génesis a la prensa local de Oaxaca.
Junto con ella viaja también Eneida Rodríguez y Sofía Yamilet Gómez, originarias de Honduras. Eneida tiene a cargo a su hermana y a su hija de tres meses de edad quien se le ha enfermado por las altas temperaturas de más de 40 grados que se han resentido en Chiapas.
“Pero siempre difícil. He caminado más con los niños porque se enferman. La niña la tuve bien enferma, andaba vomitando y con calentura. Hasta nosotros nos enfermamos y entonces es bien difícil esto”, indicó la centroamericana.
Sofía de 42 años, va con sus hijos de 10 y 6 años de edad. Ella decidió salir de Honduras por la crisis económica que ha provocado el alza de los insumos de la canasta básica.
“No le puedo comprar comida a mis hijos porque está todo. Darles un buen estudio, una mejor vida que no sean unos muchachos vagos”, explicó.
Con ellas van migrando también más de mil 500 centroamericanos, provenientes principalmente de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, de acuerdo con los coordinadores del viacrucis del migrante.
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