EDITORIAL
Una de las calamidades que arrastra la gobernabilidad en Oaxaca es la impunidad sindical. Empezando por la Sección 22 del SNTE, con sus 81 mil mentores, más los miles que se van agregando cada año y siguiendo por otros como los sindicatos de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO) y particularmente la Sección 35 del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SNTSSA). El último se ha caracterizado por su activismo. El reciclado dirigente Mario Félix Pacheco, ha puesto al gobierno –y también a la sociedad- en varias ocasiones contra la pared. Adopta los mismos métodos que el magisterio: el chantaje a través de bloqueos o suspensión de los servicios médicos, lo cual ha puesto en riesgo la vida de los oaxaqueños, en especial los que menos tienen.
Hoy ha tomado como bandera a los más de 2 mil 500 trabajadores que fueron contratados en el pasado de manera irregular, sin las previsiones presupuestales correspondientes. Pero además, ha asumido la defensa de cerca de mil “aviadores”, que él llama “comisionados”. Es decir, con la prepotencia que le da dirigir un sindicato numeroso, amañado y plagado de vicios, lo mismo emplaza al gobierno a atenderlos con las llamadas mesas de negociación que amenaza con tomar carreteras y avenidas, si no le quitan de encima al recientemente designado titular de los Servicios de Salud (SSO), Juan Díaz Pimentel. Lo paradójico es que son los mismos delegados sindicales y demás dirigentes los que tiene en la nómina a toda la parentela, muchos de los cuales están asignados con diputados y diputadas locales.
El caso de los sindicatos que materialmente sangran el magro presupuesto universitario es patético. Cada inicio de año se empieza la revisión anual del pliego petitorio. Cientos de demandas con las que se pasa a la báscula a la UABJO. La simple entrega del pliego de demandas a la Junta de Conciliación y Arbitraje (JLCyA), implica marchas, cierre de calles, bloqueos en cruceros, etc. En el estira y afloja se cierran escuelas y facultades, con la consecuente afectación a más de 25 mil alumnos de las diversas carreras. Inicia el Sindicato de Trabajadores y Empleados (STEUABJO) y siguen los otros: STAUO, SUMA, SECUABJO y SUA. Es decir, la normalización de las actividades académicas va en función de la satisfacción de la voracidad de estos gremios. Desde los primeros días del mes de enero, la ciudadanía de la capital ha sorbido el trago amargo de la frustración y el enojo, ante tanto atropello de los trabajadores y burócratas de la UABJO.
Del Cártel 22 ya hemos hablado mucho, salvo que ahora tiene una nueva bandera para estar fastidiando a la sociedad con marchas y bloqueos. Hace unos días uno de sus operadores radicales –Mario Vallejo- fue encontrado muerto en un hotel de paso del Centro Histórico. Lo ahorcaron con un cable. Al menos otros dos mentores más, uno de ellos ligado al deporte de carreras de caballos y juego de gallos, desaparecieron en la región del Istmo de Tehuantepec. Dicha situación ya devino delirio de persecución de los miembros del Comité Ejecutivo Seccional (CES), que encabezan Eloy López Hernández y Genaro Martínez Morales, quienes se declararon “en alerta máxima”, pues en su mente calenturienta, el responsable es el Estado. Toda esta efervescencia quiere servir de caldo de cultivo al proceso electoral del mes de julio y alentar o desalentar la participación ciudadana. Lo sabemos bien en Oaxaca. Los maestros son mercenarios, sicarios y esquiroles que sirven por la paga.