EDITORIAL
Sin haber cumplido los tres primeros meses de haber iniciado su gestión al frente de la Secretaría de las Culturas y Artes (Seculta), la maestra Ana Isabel Vázquez Guzmán, volvió a estar en el ojo del huracán mediático, luego de trascender la suspensión en la compra diaria de medios impresos para la Hemeroteca Pública “Néstor Sánchez Hernández”.
El primer golpe mediático que recibió la recién ungida titular de la Seculta, fue con la amenaza de desmantelamiento de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca (OSO), que la llevó a estar en medio de la crítica y la descalificación. Poco ruido se hizo con la desaparición del Museo del Palacio, cuyas piezas ya se encuentran arrumbadas en alguna bodega pública.
Hay quienes recomiendan a Vázquez Guzmán caminar con discreción y cuidado en los escabrosos caminos de la política cultural. Por ejemplo, la simple amenaza de darle un duro revés a la Hemeroteca, despertó en la sociedad civil un sentimiento de repudio, a la vez que de solidaridad. Manos altruistas brincaron para sumarse a una cooperación y liquidar la adquisición de periódicos. No pedirle nada al gobierno, lo cual deja a éste muy mal parado.
Y es que se trata de un espacio cultural que desde 1972 al menos, es un referente obligado de consulta, de lectura, de esparcimiento. Hay un patronato que integran los hermanos Prometeo, Claudio y Yuri Sánchez Islas, hijos del desaparecido periodista Néstor Sánchez, que han concitado apoyo de intelectuales, investigadores, periodistas y demás, para seguir haciendo de la Hemeroteca el espacio cultural por excelencia.
De seguir así, no hay duda que la titular de Seculta tendrá que sortear el vendaval de la crítica. Ninguna política cultural innovadora puede cimentarse en la desaparición de espacios o instituciones culturales que están arraigadas en la propia identidad oaxaqueña.
La danza de titulares de la Seculta que hubo en el gobierno anterior: Andrés Webster Henestrosa, Emilio de Leo Blanco, Francisco Martínez Neri, Othón Téllez y finalmente, Alonso Aguilar Orihuela, jamás se atrevió siquiera a poner en tela de juicio la importancia que tiene para el pueblo oaxaqueño, la Hemeroteca.
La labor depredadora de la Seculta de ir desapareciendo espacios e instituciones culturales debe someterse a revisión. No es una buena idea llegar a cercenar lo que durante muchos años se ha mantenido en pie.
Si bien es cierto que cuando se desconoce la trascendencia de las cosas, la importancia que tienen, en un ambiente local como el nuestro, es fácil descalificarlas.
Por fortuna, según trascendió el pasado martes, en una reunión sostenida entre los miembros del Patronato y algunos colegas periodistas con la titular de la Seculta, Ana Isabel Vásquez Guzmán, tal parece que las cosas se han encaminado por la salvación de dicho espacio.
La Hemeroteca Pública recibe a diario cientos y cientos de usuarios que no solamente van a consultar los diarios que formar parte del acervo histórico, sino incluso lectores que asisten a diario y revisan uno a uno los diarios.
No es pues un espacio cultural que sea una carga onerosa para el presupuesto estatal; tampoco un lugar dedicado a la frivolidad y la disipación como los hay.
Es un lugar de consulta y de reflexión, al que acuden incluso investigadores universitarios a documentar sus trabajos.
Por fortuna, insistimos, el asunto no pasó a mayores, sin embargo, deja un precedente para quienes han tomado decisiones a la ligera y lejos de lograr el apoyo ciudadano para los proyectos que pretende poner en marcha el gobierno de Alejandro Murat en materia cultural, sólo han generado animadversión.
