La centralización del pago a los maestros de la Sección 22, que inició con el pago de la segunda parte del aguinaldo, tomó por sorpresa a los dirigentes de dicho gremio, que en su reacción tardía comenzaron a dar palos de ciego, volviendo a los mismos moldes de siempre: poner contra la pared a la ciudadanía, con el cierre del aeropuerto, de la terminal de autobuses de primera clase, gasolineras y accesos carreteros. Si bien el ofrecimiento del gobierno federal había sido postergar el pago de la nómina por lo menos hasta principios de marzo, el golpe dejó anonadados a aquellos ingenuos mentores que, confiados en sus cuestionados dirigentes –Rubén Núñez Ginez y Francisco Villalobos- esperaban seguir cobrando en la modalidad anterior. Éstos reaccionaron tratando de impedir que sus correligionarios cobraran sus pagos, lo que fue imposible. Y la respuesta fue la de siempre: el chantaje y la presión, hasta que lograron doblegar a la SEP y a la SEGOB. Al gobierno estatal, todo mundo lo sabe, ya lo tienen boca abajo.
En el imaginario colectivo permea una tesis: el magisterio afiliado a la Sección 22 perdió el rumbo. Está al borde del colapso, incapaces sus dirigentes de cambiar sus estrategias de lucha y sirviendo de peones a intereses políticos que tratan de descarrilar al gobierno de Enrique Peña Nieto. Analistas e investigadores del fenómeno magisterial presumen que el llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación en Oaxaca (MDTEO), está tocando fondo, en principio, por la lucha sorda al interior del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación en Oaxaca por tomar el control y la incapacidad del dirigente de dicho –no de facto- Rubén Núñez Ginez para tomar las riendas de sus agremiados. Los palos de ciego de los últimos días, de tomar al pueblo como rehén de sus bajas pasiones, sólo advierten la existencia de un movimiento desgastado, mantenido al interior y al exterior, a través del chantaje y el terror.
La CNTE jamás enfrentó la propuesta de Reforma Educativa con posturas serias, sesudas, discutidas y consensuadas, sino utilizando los mecanismos de siempre: los bloqueos, la amenaza y su acartonada movilización-negociación-movilización. Perdió de vista algo importante: hacer un frente al charrismo sindical de Elba Esther Gordillo, puesta ya tras las rejas, que permitiera la apertura del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación –el SNTE- hacia rumbos democráticos. Incluso desaprovechó la coyuntura e interlocución de la Secretaría de Gobernación, que le dio vida de nueva cuenta a la Coordinadora –la CNTE- y mostró debilidad sistémica. Su supuesta lucha se condujo por los mismos derroteros. Provocar el hartazgo ciudadano y la satanización de una profesión noble, que devino de apostolado en feroz fundamentalismo.
El caso Ayotzinapa, en el que perversamente se montó la CNTE y la misma Sección 22, se ha ido difuminando, pero no en el olvido, que sería aberrante en un caso tan doloroso para todo el país, sino que se pervirtió en la conveniencia política, habida cuenta del descubrimiento de que sectores afectados con las reformas estructurales han confluido en el intento no solamente de exhibir al gobierno federal como responsable de un hecho, del que no lo es, para sacar beneficio político, sino hundir al país. Las supuestas victorias de la 22, obtenidas mediante el chantaje y la presión, se han ido diluyendo también en el ánimo ciudadano. Más aún, se han estado dando purgas y jaloneos al interior de los grupos que mantienen copado al Cártel, en la que héroes y villanos; carniceros y reses, luchan entre sí. Los radicales que dirigen Carmen López Vásquez, alias “La Jicayán” y su peón, Adán Mejía, siguen con sus burradas.
