EDITORIAL
Hace poco más de una semana, la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la savia que alimentó durante mucho tiempo, aún siendo un vil membrete, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cambió de dirigencia. Desde septiembre terminó el período estatutario de Rubén Núñez Ginéz y de su secretario de Organización, Francisco Villalobos. El nuevo dirigente es de la región Mixteca. Para más datos es originario de Chalcatongo de Hildalgo, lugar de nacimiento del ex gobernador Ulises Ruiz, promotor del grupo magisterial denominado “Los Pozoleros”.
Una ronda para elegir a los más representativos; la otra para elegir ya al Comité Ejecutivo Seccional. Dos rondas de votación tuvieron que pasar para que se eligiera a Eloy López Hernández, maestro rural, acreditado precisamente en el citado municipio de la Mixteca, para poder ungirlo. El nuevo dirigente llega cuando el Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación (MDTEO), está tocando fondo. La complacencia del gobierno federal y el de Alejandro Murat, les ha quitado banderas, al darles el oro y el moro. A pocos días de haber tomado la batuta estatal, el ejecutivo les autorizó más de mil millones de pesos para regularizar cerca de 6 mil plazas contratadas por la S-22, sin techo financiero ni partida presupuestaria.
El hecho despertó la ira ciudadana y la crítica de organismos como “Mexicanos Primero”, que ha tenido en la mira la problemática educativa oaxaqueña. A juicio de diversos sectores sociales ello sólo animó la beligerancia y la ambición de dicho gremio magisterial, pues sus dirigentes –famosos por no cumplir acuerdos, mucho menos, pactos de caballeros- seguirán alimentando las presiones, las marchas, los bloqueos y el cierre de escuelas. Montados sobre lo que lograron con Murat, vino luego la presión de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO), que posteriormente al mantener bloqueado un importante crucero de la capital obtuvo, sin examen, cerca de 700 plazas, no obstante que 900 aspirantes sí habían presentado el referido examen de selección, requisito indispensable para obtener plaza.
La idea de que con la nueva dirigencia dichas prácticas se habrán de recrudecer se cimenta en que López Hernández, tuvo como punto a favor, el hecho de ser egresado de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero. Pero además, ha sido un importante promotor del tema de Nochixtlán. Se trata de dos íconos, aunque sumergidos en la opacidad, del escándalo mediático, que ha abanderado la CNTE y, en consecuencia, el llamado Cártel-22. Si bien es cierto que no se trata de estigmatizar a nadie, quienes conocen las entrañas del movimiento magisterial saben de las mañas, de la demagogia y el falso radicalismo que ahí se han incubado.
En su primera aparición pública el recién ungido Secretario General exigió al gobierno de Murat Hinojosa, cumplir con las peticiones que le hizo su gremio: ¿cuáles? ¿Más dinero, más trabas a la Reforma Educativa, más complicidades? Lo cierto es que históricamente la Sección 22 y su matriz, la CNTE, no permitirán que nada toque su espacio de confort; sus privilegios o pongan en tela de juicio sus vicios. Lo que no han entendido es que ni el país ni la entidad, en plena etapa de austeridad, permitirá que sigan los desfiguros y la presión; el chantaje y la ociosidad. Hay que ver pues hasta dónde llegarán nuestros revolucionarios mentores, porque “el horno no está para bollos”.
