La inclinación del maestro por los pinceles comenzó a una edad temprana, casi como el vínculo para reconocer las dimensiones de ese extraño mundo que lo rodeaba. El artista plástico considerado uno de los más importantes del panorama pictórico mexicano del siglo XX, dejó un importante legado cultural, fue el impulsor del rescate de importantes monumentos históricos
Carlos CERVANTES
El maestro Rodolfo Morales fue uno de los pintores notables de Oaxaca, sencillo y muy apegado al verdadero pueblo tuvo dos pasiones: la pintura y precisamente el pueblo del que nunca se apartó, especialmente de su solar nativo: Ocotlán de Morelos, población que en opinión de muchos debiera ser: Ocotlán de Morales. Precisamente el artista logró rescatar el templo y lo que fue convento ya que durante muchos años del siglo pasado era ocupado por la cárcel municipal, oficinas de la agencia del ministerio público y otras más, hasta que una vez restaurado el espacio ahora es dedicado a las actividades de tipo cultural. La restauración representó mucho trabajo y recursos aportados por la Fundación Rodolfo Morales.
Mural en el palacio municipal
En sus inicios Rodolfo Morales tuvo su estudio en la ciudad de México y por ese tiempo pintó un mural en el palacio municipal de Ocotlán de Morelos, donde se puede apreciar parte importante de la historia de dicha población de Valles Centrales, su geografía y el costumbrismo de sus habitantes. En años recientes del presente siglo se logró la restauración del mural que se encontraba en estado de deterioro y las sucesivas autoridades municipales no quisieron o no pudieron aquilatar su importancia. Hoy luce nuevamente y es otro atractivo de Ocotlán.
Morales se comenzó a dar a conocer en 1955 como maestro de dibujo en la única escuela preparatoria con que contaba entonces la recién estrenada Universidad de Oaxaca; con sus sueldos y otros ingresos por venta de sus cuadros comenzó la restauración de una amplia casa que habitó posteriormente en Ocotlán. Siempre recordó que de niño no vivió en casa propia. De ahí conoció a Rufino Tamayo y su primera exposición la presentó en Cuernavaca, Morelos, la cual fue en realidad el arranque de su actividad artística que se conoció en la capital del país y posteriormente en el extranjero. En México conoció a dos amigos artistas quienes lo invitaron a viajar por Sudamérica y luego a Inglaterra. Fueron ellos quienes lo introdujeron a un mundo que el oaxaqueño desconocía e hizo nuevos amigos sin olvidarse del grupo de amistades muy apreciadas que tenía en Oaxaca, entre ellas la maestra Arcelia Yañiz, y los actores de ese tiempo. Por cierto, que doña Arcelia siempre lo mencionó en sus libros como el que se denominó “Oaxaca de mis Amores”.
En Ocotlan impulsó la cultura
Rufino Tamayo fue quien le dio apoyo moral y lo impulsó a exponer su obra pictórica, pues hasta antes de eso, Morales no era afecto a exhibir sus pinturas, pues ello le parecía innecesario. Su fama comenzó crecer hasta tener renombre internacional, pero el maestro continuaba viviendo en Oaxaca con su sencillez y don de gentes de siempre, incluso en Ocotlán abrió su casa donde tuvieron cabida actividades artísticas como teatro, danza, lectura y otras contando además con su propia biblioteca. Siempre decía que su obra personal debía trascender, que no todo debía ser dinero.
Rodolfo Morales aparentemente era retraído ya que no acostumbraba las largas y festivas pláticas, sino que su entusiasmo interno lo volcaba en la pintura. Mucho tiempo vivió en la ciudad de México donde incluso dio asilo a uno de sus sobrinos para que estudiara.
Protagonizó una huelga de hambre
Precisamente al llegar a los 35 años de docente en la preparatoria de la Universidad “Benito Juárez”, pidió su retiro pero se encontró con una serie de dificultades por parte de la burocracia y otros intereses que trataron de restarle años de trabajo para no pagarle lo que reclamaba, por lo cual tuvo que recurrir al pleito ante las autoridades del trabajo y como ni de esa forma modificaban su mezquindad, recurrió a la ”huelga de hambre”, situación que fue el ábrete sésamo, pues recibió el apoyo de docentes y estudiantes, ante lo cual le pagaron lo que reclamaba.
Posteriormente se retiró a residir en Ocotlán aun cuando la mayor parte de sus actividades las llevaba a cabo en la ciudad de Oaxaca donde ya era reconocido y frecuentemente consultado sobre asuntos relacionados con nuestra capital, hasta su fallecimiento hace pocos años. Ahí miraba el deterioro del templo católico y de lo que fue el convento, inmuebles que conocía desde niño pensando que algún día promovería la restauración.
Rescató el templo y ex convento Dominico
Se le recuerda no sólo por su labor artística sino porque participó directamente en las obras de restauración de diversos templos y ex conventos en la zona de Ocotlán, especialmente en la cabecera distrital donde el antiguo ex convento fue rehabilitado quedando para usos de tipo cultural, puesto que en años anteriores el inmueble fue sucesivamente, cuartel, banco de sangre, hospital, bodega, biblioteca siendo hasta 1917 cuando se le hicieron las adecuaciones para dedicarlo a cárcel. Otros espacios del mismo fueron destinados a oficinas municipales además de los espacios para la oficina federal del timbre y hacienda, según lo relata el maestro Esteban Sanjuan Maldonado.
En 1995 la Fundación Rodolfo Morales quedó a cargo del inmueble recibiendo el área del claustro, portería, cocina y la despensa, que en su conjunto eran la cárcel municipal. El resto de los espacios albergaban al archivo y biblioteca municipales, delegación de tránsito del estado, agencia de ministerio público y policía preventiva. Al presentar el proyecto a las autoridades de inmediato aceptaron desocupar los espacios e incluso fueron traslados a otro lugar los ocho presos que se hallaban encerrados en lo que fue la cocina del convento dominico.
Tres mil metros cuadrados se rescataron
Los trabajos que miraban difíciles, se iniciaron tendientes a restaurar tres mil metros cuadrados, contando con poca información sobre lo que fue el convento, la forma como se construyó y otros detalles, por lo cual fue de mucha ayuda la descripción del padre Francisco de Burgoa respecto al claustro y además se hicieron consultas al Archivo de Indias.
Los trabajos se iniciaron en la fachada del templo, se liberaron los arcos de acceso al convento y se hizo la demolición de los agregados posteriores. Terminado el arduo trabajo esa fachada fue pintada de azul resaltando molduras y perillas dando un aspecto muy atractivo. Además, se integraron otras áreas al descubrir accesos al templo y al curato. En el refectorio fue rescatada la pintura mural y vigas de madera que databan del siglo XVI. En las azoteas se restauraron las linternillas, campanarios y cúpulas, se colocaron esculturas de cantera en la fachada que representan a los dominicos en sus nichos principales.
Árboles y flores en el atrio
Además, se logró la iluminación y se integró el atrio con bancas, fuentes, la cruz atrial, jardineras y otros elementos acordes con el espacio. Se rehicieron las capillas con bóvedas de pañuelo e incluso se retiró un tubo de neón que en forma de arco daba luz a la fechada y se colocó un cancel en el acceso principal del templo, el cual se elaboró de cedro con diseño mudéjar, acorde con la manufactura del altar mayor.
Se plantaron árboles en el atrio y las jardineras se llenaron de flores. Al ver el deterioro de murales y cuadros el maestro Rodolfo Morales tomó la determinación de proceder a la restauración aun cuando algunos de plano estaban destruidos. Actualmente se pueden admirar en el museo dentro del ex convento cinco cuadros que son de fines del siglo XVII. Un trabajo titánico y costoso que se logró finalmente y está a la vista.
Otros pueblos beneficiados
La obra realizada en Ocotlán de Morelos, pronto trascendió hacia diversas comunidades del distrito ocoteco, por lo que representantes de esas poblaciones llegaron a pedir el apoyo del maestro Morales para la restauración de sus templos y, desde luego, encontraron respuesta y el trabajo se puso en marcha en los poblados de: Santa Ana Zegache, San Baltazar Chichicapan, San Jacinto, San Pedro Taviche, San José Progreso, San Pedro Mártir, San Felipe Apóstol y Magdalena. Además, se les proporcionó asesoría a San Pablo Coatlán, San Pablo Huixtepec y San Martín Tilcajete.
Por todo ello se le recuerda con cariño a maestro Morales fallecido hace algunos años, pero dejó un legado muy importante.