Editorial
Históricamente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha pecado de triunfalismo. Es común entre sus militantes asumirse triunfadores cuando ni siquiera ha llegado el proceso electoral. Ese error le ha costado derrotas y la pérdida de plazas, como es Oaxaca, que en tiempos de José Murat y Ulises Ruiz, fueron territorio PRI. La peor de la debacles la padeció en 2010, cuando no sólo perdió la gubernatura sino que además, apenas mantuvo la mayoría relativa en el Congreso del Estado. Antes de ello, en 2006, luego del movimiento encabezado por el magisterio y la tristemente célebre Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), que obviamente tuvo apoyo del mismo gobierno federal y de otras organizaciones para deponer a Ruiz, también el tricolor sorbió el trago amargo de la derrota, al ser humillado por “el efecto Peje”.
¿Por qué hacemos este breve ejercicio de memoria? Porque en el mismo equipo del candidato priista Alejandro Murat, empiezan a ventilarse las formas características del triunfalismo. El caso de Samuel Gurrión, quien se asume por encargo divino, coordinador de la campaña, ya se ha comentado mucho. Pero hay otros más que ya se asumen en cargos directivos y de mando en el futuro gobierno. El exceso de confianza –insistimos- es el peor consejero. Uno de los factores que son claves en el arranque de la campaña, es la coordinación con la dirigencia del partido. Con Héctor Anuar Mafud al frente, tal pareciera que el candidato y sus cercanos van por un lado y el partido por otro. Esto es, no van en consonancia.
Hace unos días con el evidente fuego amigo que hay entre el llamado “war room”, se filtraron algunos datos en torno a la operación de un programa denominado “safiro” –así con “s”- el cual –afirman- coordinará el edil de la capital, Javier Villacaña. Haber ventilado dicha especie obliga a un replanteamiento del asunto, dado que figuran nombres que si bien deberían mantenerse en discreción, se sabe incluso las tareas que tienen asignadas. Por ejemplo, se ubican a responsables de la relación con los medios de comunicación que, excepto la persona que trascendió que se haría cargo de dicha tarea, nada tienen que ver en ello, habida cuenta de que el trato con un espectro mediático como el nuestro, no es un asunto sencillo.
La expectativa que está mostrando el llamado equipo de campaña es que la improvisación y la inmediatez prevalecen, a excepción –claro- de quienes conocen el oficio y han demostrado tener las tablas suficientes para ello. En nada ayuda el candidato, el hecho de que algunos ya hayan empezado a sacar las uñas para poner en evidencia a sus mismos compañeros que, independientemente de la cercanía a Murat Hinojosa, trabajan a marchas forzadas en un mar tortuoso de intrigas y golpes bajos. Si bien es cierto que la suma de voluntades muestra el buen talante del candidato priista, también es cierto que hay quienes podrían haber devenido un verdadero “Caballo de Troya” y hacer labor de zapa no solamente para demeritar el trabajo de los leales, sino asimismo para buscar acomodo a sus incondicionales, pasando datos o estrategias al bando contrario.
El PRI y su candidato juntos –no como entidades aparte- pueden hacer los ajustes necesarios a tiempo. Las campañas políticas están apenas en su inicio. Pero también hace falta dar el manotazo para meter orden. Nada justifica que, como siempre lo hemos dicho, ni siquiera han arrancado la citada campaña, cuando algunos ya han empezado su guerra interna para afianzar cotos de poder que pretenden imponer a un joven candidato que con mucha enjundia pero poco conocimiento de esta zoología política, tratan de asumirse los sabihondos, cuando todo mundo sabe que no son más que amateurs.
