El que la Secretaria de Salud de AMLO dedique horas a conferencias de prensa para hablar de enfermedades crónicas durante una pandemia es una distracción y, en el peor de los casos, un deshonesto intento de evadir la responsabilidad por el desastre humanitario.
Nathaniel Parish Flannery
Con 65,241 casos confirmados de fallecimientos por Covid-19 en México (al 1 de septiembre de 2020), la pandemia ha golpeado con fuerza particular al país. La cifra ya ha excedido los niveles que las autoridades sanitarias habían etiquetado como “catastróficas”. Y, con todo, lo que es más aterrador es que muchos pacientes de Covid-19 en México mueren sin conectarse a un ventilador. De acuerdo con la base de datos epidemiológica disponible públicamente por parte del gobierno, apenas 20% de los pacientes en el país que murieron de Covid-19 fueron intubados. Una cifra sorprendente de 51,924 pacientes con este coronavirus, nunca recibieron un tratamiento con ventiladores antes de morir. Justo ahora, en México hay miles de pacientes de Covid-19 que fallecen cada semana sin acceso al cuidado intensivo apropiado que podría salvar sus vidas.
En México, pacientes de Covid-19 están muriendo porque los hospitales públicos fallan a la hora de salvarlos. El presidente de México activamente alienta a la gente con síntomas a combatir la enfermedad en sus casas. Y si bien el conteo oficial de fallecimientos por Covid-19 en México sólo está por debajo de los de EU y Brasil, marcha casi a la par de India, un país cuya población es 10 veces superior que la de México. También se sabe que la cifra oficial de fallecimientos en México es apenas una fracción del total. Decenas miles de pacientes nunca buscan ayuda, no se hicieron pruebas y no son parte de los conteos. Sin embargo, al contabilizar el exceso de fallecimientos en lo que va del año, México destaca como uno de los más enormes casos de mala gestión de la pandemia.
“La estrategia de comunicación de López Obrador parece enfocarse en desviar las culpas por las muertes de Covid-19 de las instituciones públicas, endosándolas al público”.
La raíz del problema en México es el fracaso de sus líderes. Como EU y Brasil, México está bajo el liderazgo de un iconoclasta incompetente. En los últimos seis meses, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dedicado más energía a atacar a los medios y a sus “adversarios” políticos que en advertir al público sobre la más inmediata amenaza que suponen los contagios del coronaviruis.
México destaca por sus ínfimos niveles de pruebas y por los niveles aterradores de fallecimientos no contabilizados que muy probablemente los provoca el contagio. En una base per cápita, México realiza solamente el equivalente al 2% de las pruebas que hace EU. Funcionarios del sector salud de México creen que hay decenas de miles de muertes adicionales por Covid-19 que no se han contabilizado. Arrogante y antiintelectual, López Obrador ha errado su camino a lo largo de la crisis sanitaria. Por un lado, afirma que prefiere delegar los mensajes sobre la pandemia, así como sus políticas públicas, a los expertos y científicos en la Secretaría de Salud; pero, por el otro lado, rechaza el uso de cubrebocas en público y bromea diciendo que no son importantes. AMLO ha evitado mencionar el hecho de que 8 de cada 10 pacientes de Covid-19 que murieron en México nunca fueron intubados.
“Al contabilizar el exceso de fallecimientos en lo que va del año, México destaca como uno de los más enormes casos de mala gestión de la pandemia”.
A pesar de toda la evidencia en contra, López Obrador insiste en que su gobierno va ganando en la lucha contra el Covid-19. Elogia a los hospitales públicos por su trabajo e intenta convencer al público en el sentido de que la cifra de fallecimientos en México se debe sobre todo a la prevalencia de enfermedades crónicas en el país. Pero no se ha pronunciado sobre el hecho de que la tasa de mortalidad de los pacientes de Covid-19 en los hospitales del IMSS es tres veces superior a la de los hospitales privados. Sólo 15% de los pacientes de Covid-19 en México que se internan en hospitales privados han muerto en tanto que casi la mitad de los que llegan a las mal equipadas instalaciones del IMSS no sobreviven. A pesar de que una enorme mayoría de pacientes de Covid mueren sin recibir tratamiento con ventiladores, López Obrador se jacta de que la mayoría de las camas de cuidados intensivos en los hospitales, así como dos terceras partes de los ventiladores, están disponibles.
La estrategia de comunicación de López Obrador parece enfocarse en desviar las culpas por las muertes de Covid-19 de las instituciones públicas, endosándolas al público. Después de todo, México es el mayor mercado de refrescos per cápita y casi 40% de los adultos en el país padecen de sobrepeso y más de 1 de cada 10 tiene diabetes.
Los hospitales en todo el mundo han detectado que pacientes con Covid-19 y sobrepeso son más propensos a necesitar cuidados intensivos. Sin embargo, aún es erróneo suponer que los pacientes de Covid-19 en México mueren debido al sobrepeso o la pobre salud. Los pacientes de Covid-19 en México sucumben a un virus específico que provoca fallas respiratorias y fallecen en hospitales que no tienen fondos suficientes y están mal equipados para proveer el cuidado intensivo que requieren miles de pacientes, muchos de los que seguramente necesitarían una pronta hospitalización y semanas de cuidados a fin de sobrevivir.
Casi tres cuartas partes de los pacientes de Covid-19 que han recibido tratamiento con ventiladores en México fallecen, una tasa de supervivencia muy inferior a la de los hospitales en EU. En los hospitales de México, apenas 26.6% de los pacientes intubados sobrevive; sin embargo, tasas de supervivencia de pacientes con diabetes u obesidad que se intuban no muestran tasas realmente más altas. Apenas un poco más de 26% de los pacientes obesos y 23.2% con diabetes sobreviven tras ser intubados en México.
La tendencia relevante a observar en México no es que los pacientes con Covid-19 no estén sanos, sino que las unidades de cuidado intensivo en los hospitales públicos fracasan a la hora de salvar a la mayoría de los pacientes que atienden. Los datos confirman el concepto de que la calidad del cuidado hospitalario es un determinante clave de si los pacientes con Covid-19 sobreviven. En EU y en otros países, los ventiladores han demostrado ser una herramienta esencial para salvar miles de vida durante la pandemia.
El fenómeno más escandaloso en México es la enorme cifra de pacientes con Covid-19 que han fallecido sin que se les haya atendido con ventiladores. Sólo en Ciudad de México, a 6,218 pacientes se les clasificó por fallecimiento sin haber recibido atención con ventiladores. En el vecino Estado de México, 7,825 pacientes fallecieron sin intubarse. En Puebla, fueron 2,777 los que fallecieron sin haberse conectado a un ventilador. Y a pesar de ello, AMLO hace alarde de la disponibilidad de miles de camas de cuidado intensivo.
El presidente parece esperanzado en que los electores aceptarán su pretensión de relacionar la trágica mortandad por Covid-19 al fenómeno preexistente de las muy extendidas enfermedades crónicas. Sin embargo, un grupo de doctores y expertos en salud pública que ha estudiado resultados de pacientes de Covid-19 en unidades de cuidado intensivo (UCI) en EU descubrió que cuando otros factores son constantes, la diabetes y la obesidad no se asocian con mayores riesgos de fallecimiento una vez que a los pacientes se les intuba en UCI.
A pesar de que pudiera haber una sobrerrepresentación de pacientes con condiciones subyacentes en los datos de fallecimientos por Covid-19, la gente en este rubro tiene posibilidades de sobrevivir si reciben un cuidado adecuado en el hospital. Un estudio a profundidad de los pacientes hospitalizados en UCI en EU demostró que más de 60% de ellos sobrevive, con nueve días en la unidad y 16 días en el hospital. En México, más de la mitad de los pacientes con Covid-19 pasan menos de una semana en el hospital antes de morir y más de un tercio se hospitalizó por tres días, o menos, antes de fallecer.
Mientras en EU casi 9 de cada 10 pacientes de cuidado crítico se incuban a las dos semanas de hospitalizarse en una UCI, en México sucede a la inversa: la mayoría de los pacientes fallece antes de ser contactados a un ventilador. En el estado natal de AMLO, Tabasco, apenas 1 de cada 10 pacientes con Covid-19 se contactó a un ventilador antes de fallecer.
“El fenómeno más escandaloso en México es la enorme cifra de pacientes con Covid-19 que han fallecido sin que se les haya atendido con ventiladores”.
Información disponible en la base de datos pública del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE) demuestra cómo ha golpeado el virus al país. En México, 44.5% de las personas que fallecen por Covid-19 tenían menos de 60 años. A septiembre 1 de 2020, de acuerdo a los datos oficiales, 28,419 pacientes menores de 61 años habían fallecido en el país. El principal denominador en común es que no fueron intubados antes de fallecer. En total, en México 81% de las personas entre 35 a 55 años confirmados con Covid-19 murieron sin haberse conectado a un ventilador. Inclusive dentro del grupo 35-55 no clasificados como obsesos o diabéticos, apenas 18% se contactaron a un ventilador. Esa es una cifra terriblemente inferior en comparación con los niveles generales de acceso a ventiladores en EU, Italia e inclusive China. En México, los pacientes relativamente jóvenes y sanos mueren porque los hospitales públicos fracasan en ofrecerles tratamientos efectivos.
Yo hablé con uno de los autores del estudio sobre los pacientes con Covid-19 en EU. Me explicó que con una atención hospitalaria efectiva y puntual, incluso gente con enfermedades crónicas puede sobrevivir al virus. Las condiciones subyacentes, como exceso de masa corporal, diabetes o hipertensión, pueden incrementar los riesgos para los pacientes, pero no representan una sentencia de muerte. Por el otro lado, si no hay ventiladores disponibles cuando un paciente agoniza por insuficiencia respiratoria, es como estar perdido en el mar sin bote salvavidas. El paciente luchará por sobrevivir, pero no recibirá ayuda externa. El sobrepeso es factor para que un paciente con Covid-19 requiera atención médica, pero es la calidad del cuidado, así como acceso a un ventilador lo que determinará si el paciente vive o muere.
El hecho de que la Secretaria de Salud de AMLO dedica horas a conferencias de prensa para hablar de las enfermedades crónicas durante una pandemia es, por decir lo menos, una distracción y, en el peor de los casos, un deshonesto intento de evadir la responsabilidad por el desastre humanitario que se cierne sobre México. Ante un cálculo de que más 100,000 personas fallecerán en México por Covid-19, López Obrador necesita dejar de jugar a la política, como siempre, e iniciar a dar prioridad a salvar vidas. AMLO necesita comenzar a tratar al Covid-19 como una emergencia histórica que requiere un cambio paradigmático en la movilización de los recursos públicos y privados en lugar de culpar a los medios por la cobertura negativa de la creciente cifra de fallecimientos.
El mensaje en México (y en todas partes) se tiene que enfocar en alentar a que la gente con síntomas reciba pruebas y que busquen atención médica antes de que tengan dificultades para respirar. Si los hospitales y las UCI operan muy por debajo de su capacidad en México aún hay una enorme oportunidad de salvar vidas. Hasta ahora, sin embargo, AMLO se ha aferrado a su agenda actual, creyendo tal vez que la pandemia es una distracción desafortunada y no la crisis que definirá su legado como un autor fallido de políticas públicas.
Nota: Este artículo contiene referencias a estadísticas del SINAVE. Las cifras del total de fallecimientos corresponden al archivo del 1 de septiembre de 2020. Las demás cifras pertenecen al archivo del 14 de agosto.