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Norberto Aguirre Palancares, el gobernador sin corona

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Con toda la autoridad moral, preparación, conocimientos y cualidades, pero sobre todo por su honradez, su don de gente y habilidad para resolver los conflictos, don Norberto fue el gobernador que Oaxaca no tuvo; su amplia carrera lo llevó a ser secretario General de Despacho, diputado federal, jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y asesor agrario de seis presidentes de la República

 

Carlos CERVANTES.

 

El ingeniero Norberto Aguirre Palancares fue un político oaxaqueño de altos vuelos: asesor agrario de los presidentes desde el general Lázaro Cárdenas hasta el licenciado Gustavo Díaz Ordaz, quien lo nombró Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, dependencia que con el tiempo fue convertida en la Secretaría de la Reforma Agraria. Fue diputado federal representando a la región de la Costa y precandidato a la gubernatura de la entidad en 1968. Se caracterizó por su amplia cultura, su honradez y especialmente su autoridad moral que siempre se imponía en cualquier asunto.

Aguirre Palancares fue oriundo de Pinotepa Nacional donde llevó a cabo su preparación elemental y posteriormente hizo sus estudios en la Escuela Técnica Nacional de Agricultura de Chapingo, en el estado de México, institución que actualmente es una Universidad. Sus primeros trabajos, los realizó en el norte del país donde residió algunos años y fue rector de la Universidad de Sonora.

 

Secretario General del Despacho

 

Al asumir la gubernatura de la entidad su paisano el licenciado Alfonso Pérez Gasga, en 1956, lo llamó para ocupar el cargo de Secretario General del Despacho (así se llamaba la actual Secretaría General de Gobierno) donde hizo un brillante papel tanto por su conocimiento del estado de Oaxaca, como por su don de gentes, su irrestricto apego a la ley y su habilidad para solucionar los conflictos que se presentaban entre grupos antagónicos. Cuando el problema era tan complicado y aparentemente sin solución en especial el tema agrario, acudía personalmente el señor Secretario, quien dialogaba, analizaba y convencía proponiendo soluciones definitivas. Era común que al terminar la exposición del funcionario e indicar lo que se tenía qué hacer los grupos terminaban diciendo: “así se hará señor secretario”. Y efectivamente los acuerdos tomados ante el testigo de honor que era el ingeniero Aguirre, se respetaban y se cumplían.

 

Autoridad moral

de los funcionarios

 

Tiempos en que personalidades como Aguirre Palancares llegaban caminando a las reuniones, tiempos en que nadie se imaginaba que algún día los funcionarios de Oaxaca tuvieran que andar escoltados por guaruras, de manera proporcional al tamaño de su miedo y tiempos en que lo que más valor tenía era la autoridad moral del servidor público, a quien saludaba la gente al caminar por el centro de la ciudad o bien, salir con el gobernador y otros funcionarios a dar vueltas alrededor del zócalo cuando por las noches terminaban las labores en el Palacio de Gobierno. En esos tiempos idos el pueblo cuidaba a sus funcionarios, hoy éstos se cuidan del pueblo que no los quiere ni les tiene respeto alguno.

Posteriormente el PRI, su partido, lo nombró candidato a diputado federal y obvio, ganó por amplio margen. Era sintomático observar en la intensa campaña que hizo recorriendo todo su diestrito electoral, la cantidad de costeños que lo seguían al ritmo de la melodía “Pinotepa” chilena que el autor Álvaro Carrillo compuso especialmente para la tierra del ingeniero Aguirre. Fue su himno de campaña y años después la melodía se agregó como principal en el festejo de los “lunes del cerro”. Al tomar posesión como diputado federal don Norberto, como también se le conocía, fue nombrado “jefe del control económico”, cargo tan importante como el de “jefe del control político” de la Cámara Federal de Diputados. Los recursos de la Cámara, se movían con la firma del diputado costeño.

 

Precandidato a la gubernatura

 

El diputado oaxaqueño era una figura de relevancia en nuestra entidad, el invitado principal en las celebraciones locales como los informes de los gobernadores, la toma de posesión del nuevo gobernador, los “lunes del cerro” y cuando alguna personalidad del extranjero visitaba la ciudad de Oaxaca. Además, aprovechando su cercanía con los presidentes, fue un vigoroso gestor ante el propio Ejecutivo Federal y ante los secretarios de Estado, de tal manera que lograba que el Primer Mandatario aprobara las propuestas del gobernador en turno. Aguirre acuñó aquella frase de los “nostálgicos del poder”.

Llegó 1968, año electoral para nombrar al candidato a la gubernatura de nuestro estado. Nadie con mayores merecimientos y capacidades que don Norberto, quien reunía todas las cualidades necesarias.

Llegando al tiempo de nombrar candidato una gran concentración en la Alameda frente a las oficinas del PRI dio su apoyo públicamente al ingeniero para que fuera nuestro gobernador, pero por la noche llegó la contraorden de que no sería el candidato por instrucciones superiores, lo cual causó honda decepción entre los oaxaqueños. Varios días de incertidumbre e incluso hubo otra gran concentración pidiendo que si no iba a ser el ingeniero Aguirre, que la candidatura se otorgara al licenciado Alberto Canseco Ruiz, con los suficientes méritos para el cargo. Finalmente se despejó la incógnita y la dirigencia nacional del PRI dio a conocer que el candidato sería el ingeniero Víctor Bravo Ahuja, personaje totalmente desconocido en Oaxaca, pero dio la sorpresa con un trabajo tesonero, sin igual, llegando a ser el mejor gobernador de un siglo.

 

Su actuación en el 68

 

Ese mismo año de 1968 Aguirre Palancares continuó como Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y le tocó el movimiento estudiantil así como el desenlace con el hecho sangriento de Tlatelolco el 2 de octubre. Decenas de estudiantes y padres de familia lo iban a buscar a su oficina particular en la torre Latino, pidiéndole auxilio para localizar a sus familiares que habían desaparecido y sospechaban que los tenían en cárceles clandestinas. Otros eran perseguidos por la Brigada Blanca. El oaxaqueño los ayudó y personalmente estuvo en esas cárceles clandestinas sacando a los detenidos sin que hubiera oposición por parte de los policías que conocían la importancia y rectitud del funcionario, tratándolo de “maestro”, quien al terminar el régimen de Díaz Ordaz decidió no ocupar puesto alguno en el gobierno de Luis Echeverría, al contrario, se convirtió en su crítico implacable escribiendo artículos en la revista “Siempre” de Pagés Llergo. Esto le valió el destierro que ordenó LEA, pero de poco le sirvió al tirano populista ya que don Norberto seguía mandando sus artículos desde Europa donde estaba asilado.

 

La anécdota de Carlos Monsiváis

 

Una anécdota que muestra la forma en que actuaba Aguirre la comentó Carlos Monsiváis en un artículo muy extenso. Dijo que era uno de los jóvenes perseguidos en aquel 1968, que la brigada blanca lo seguía de cerca y que seguramente de un momento a otro le echaría el guante.

Don Norberto le indicó al joven que se verían al siguiente día porque lo llevaría ante la presencia del mismísimo presidente Díaz Ordaz. Así lo hizo y ambos penetraron a Palacio Nacional y luego hasta el despacho presidencial, donde Díaz Ordaz se miraba imponente en su “trono”, en alto, con la luz del ventanal dándole en el respaldo de su adorada silla, para que pudiera observar bien a los, que tenía enfrente mientras él se miraba a media luz, en penumbra.

El saludo fue rápido, y Monsiváis estrechó la mano del temible Díaz Ordaz saliendo inmediatamente. Monsi muy extrañado le preguntó al ingeniero que, si eso era todo, que, si con ello no sería molestado, a lo cual don Norberto le contestó: “no seas pendejo, que no entiendes que el Palacio Nacional está lleno de policías de la brigada blanca y de otras corporaciones que todo lo documentan y al verte salir del mismo despacho del Presidente, entienden que te conoce y que de esa manera sales revestido de protección?  No seas idiota y ya vámonos”. Después de todo eso Monsiváis se convirtió en intelectual y en prolífico escritor, sin olvidar al ingeniero Aguirre que también fue protector de Álvaro Carrillo.

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