Nada es para siempre, los chicos a veces derriban gigantes: Rusia 2018 tuvo hoy su primer gran sorpresa con el 1-0 de México sobre Alemania, la actual campeona del mundo.
Hacia el final del primer tiempo, cuando medio estadio Luzhniki comenzó a burlarse a fuerza de insistentes «olé» de la campeona del mundo, hasta el más desprevenido se dio cuenta de que estaba siendo escenario de algo grande. Tres años, 11 meses y tres días después del 1-0 sobre Argentina en la final del Maracaná, el equipo de Joachim Löw demostró que está integrado por humanos. Nada está escrito: ni que Alemania deba ganar su quinto título, ni que México se estrelle otra vez ante el muro del «bien jugado, pero bien perdido».
Hirving Lozano, que apenas comenzado el partido había tenido el gol en los pies, fue el héroe del encuentro jugado en Moscú cuando, a los 35 minutos, dejó sin caderas a la defensa alemana y, tras un amague, puso el 1-0 con un tiro bien seco y al primer palo.
Los hinchas mexicanos, que fueron hoy mayoría en el estadio más emblemático del deporte ruso, no podían creer lo que estaban viendo, porque el «Tri», que es como llaman a su selección, es conocida por jugar buenos partidos pero quedarse al final sin nada. Las dos veces que México llegó a cuartos en un Mundial, fue jugando como local, en 1970 y 1986, y nunca derrotó a un rival de la envergadura de Alemania en una Copa del Mundo. Está bien presente el recuerdo del 2006 en Leipzig, cuando una gran selección mexicana tenía contra su arco a la Argentina hasta que Maxi Rodríguez solucionó el asunto con un gol para el recuerdo.
Alemania, que no perdía en su debut en un Mundial desde el tropiezo de España 82 ante Argelia, venía acostumbrada a pisar fuerte en cada inicio de Copa del Mundo: fue 4-0 a Australia en Sudáfrica 2010 y 4-0 a Portugal en Brasil 2014.
«Es decepcionante y una situación a la que no estamos acostumbrados», admitió Löw. «En el próximo partido vamos a tener que jugar mucho mejor».
Löw alineó hoy a siete jugadores que fueron parte de la victoria en la final sobre Argentina, pero la apuesta falló: ni Sami Khedira, ni Toni Kroos, ni Thomas Müller rindieron en el nivel acostumbrado.
México, que llegó al Mundial en medio de una enorme polémica por la fiesta que todos los jugadores celebraron con 30 «escorts», dejó una muesca importante en la historia: Alemania es la cuarta defensora del título que cae en el partido debut. Ya les sucedió a Argentina en España 82 e Italia 90, a Francia en Corea/Japón 2002 y a España en Brasil 2014.
La diferencia de poderío entre los dos equipos se advertía antes del partido con ver en qué clubes juegan los integrantes de cada selección: en la de Alemania se destacan el Bayern Munich, la Juventus, el Real Madrid y el Paris St. Germain, entre otros, mientras que los hombres de México se desempeñan en el Standard de Lieja, la Real Sociedad, el Eintracht Fráncfort o el West Ham United.
Lo que hoy falló claramente en Alemania fue su mediocampo, con el que México se hizo por momentos un festín, lo que dejaba permanentemente mal parada a la defensa del cuatro veces campeón.
Lozano y Miguel Layún se destacaron entre los mexicanos, cuyo arquero, el veterano Guillermo Ochoa, salvó el empate alemán tres minutos después de ponerse en ventaja al mandar al travesaño un tiro libre de Kroos. Felices tras el alivio, los hinchas mexicanos cantaban «y ya lo ve, somos locales otra vez» (y con acento argentino.
Los alemanes buscaron cambiar la historia en el segundo tiempo, pero ahí México fue fuerte en aquello en lo que históricamente falló: supo sostener el resultado. Por algo el final de partido encontró a Javier «Chicharito» Hernández llorando de alegría sobre el césped durante largos y convulsos minutos.