Luis Carlos Rodríguez G. / Mensaje Político
Tal Cual
De los “espaldas mojadas” a la “enchilada completa de Fox”; de los “braceros” a la “Ley Simpson-Rodino”, de la crisis de los niños migrantes y los récords en deportaciones de indocumentados al decreto que busca frenar la separación de familias latinas y mexicanas, principalmente, en el último tramo del gobierno de Barack Obama.
A pesar de las limitaciones del “programa de acción ejecutiva” anunciado por la Casa Blanca, es una bocanada de aire freso para millones de paisanos y sus familias que están en la cuerda floja de las deportaciones que ha impulsado como nunca el gobierno de Estados Unidos, paradójicamente por parte de un presidente demócrata, como Barack Obama.
Es como la consigna de que primero te pego y luego te sobo. Primero pido tu voto a mi favor y luego deporto a los tuyos. Primero rompo récords de deportaciones con más de 2.5 millones de indocumentados cuatro años y después anuncio acciones para frenar esta medida, que de ninguna manera es una amnistía.
Obama, en la recta final de su mandato y ya sin mayoría en el Congreso, apuesta por una acción bajo la consigna de que una amnistía masiva no se dará a los casi 11 millones de migrantes y una deportación masiva es inviable.
La medida anunciada por el primer presidente de origen afroamericano «no permite la naturalización, ni da el derecho a permanecer aquí permanentemente, ni concede los beneficios que los ciudadanos estadounidenses reciben. Solo el Congreso puede hacer eso. Lo único que estamos diciendo es que no vamos a deportarte», dijo Obama en medio de críticas de los republicanos.
Con 11 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, el plan de Obama permitiría que unos 4.4 millones de personas que son padres de ciudadanos estadunidenses y residentes permanentes legales permanezcan en el país de manera temporal, sin la amenaza de deportación.
En México el anuncio se conoció en medio de protestas en todo el país por la desaparición de los 43 normalistas en Iguala Guerrero y teniendo como contexto el escándalo y las aclaraciones del origen de la llamada “Casa Blanca” mexicana que es propiedad de la primera dama, Angélica Rivera.
Sólo algunos medios destacaron en primera plana el anuncio de Obama. Diarios, noticieros y columnistas se dedicaron a reseñar las marchas de protesta, la acción de presuntos anarquistas violentos, los excesos de la policía federal contra familias, comensales y manifestantes; así como en menor medida las aclaraciones y reacciones por la “casa blanca” con un valor de 87 millones de pesos, es decir más de 7 millones de dólares.
Es más, en Internet ya se ofertó en esa cantidad la residencia de Bosques de las Lomas, paradójicamente al lado de un banner o anuncio del Infonavit que destaca los beneficios de obtener un crédito de interés social de alrededor de 500 mil pesos para los trabajadores mexicanos.
Las dos “casas blancas” mediáticamente unidas. Una para anunciar una tregua a las hostilidades y deportaciones de los millones de mexicanos que huyen de la violencia y la pobreza para residir, trabajar o estudiar en Estados Unidos.
La otra que habla de los salarios millonarios que se argumenta paga Televisa a sus estrellas, nada cercano a los 70 pesos que obtiene un obrero mexicano al día; que deja serias dudas sobre los grandes negocios al amparo del poder, la opacidad de las empresas para obtener licitaciones y obras por parte de los gobiernos, todo ello en medio de un México lastimado por una crisis social, de inseguridad y de hartazgo.