EDITORIAL
El pasado 10 de marzo se cumplieron los primeros cien días del gobierno de Alejandro Murat y el balance no es el que todos esperábamos. Es cierto, recibió de su antecesor una entidad devastada política, social y económicamente. Pero tampoco se puede echar toda la culpa al de atrás. Simplemente que el equipo de gobierno no ha funcionado y además de los cambios y enroques que se han dado de manera esporádica, estos primeros cien días han servido para mostrar al pueblo oaxaqueño, que gobernar esta entidad no es de aficionados o de políticos con coartada profesional.
El hoy gobernador mucho insistió durante su campaña política que forjaría un gobierno de resultados. A la fecha no los hay. Si bien es cierto que es demasiado prematuro juzgar, la evidencia de que no hay un Plan Estatal de Desarrollo; que el programa 3 de 3 de los funcionarios del gabinete ha sido un fiasco; que no hay un plan anticorrupción y que, de los corruptos del pasado, sólo ha sido jarabe de pico pues no se ve por ningún lado que haya la menor intención de llevarlos ante la ley, es una muestra de que hace falta mucho por hacer. Hasta este momento, todo ha sido tomarse la foto; llegar a las comunidades y realizar actos de gobierno y difundir la nota de color, sin llegar a la solución de problemas en verdad graves.
Algunos apologistas y quema-incienso afirman que vamos por buen camino; que la protesta social ha menguado, respecto a los aciagos últimos días de Gabino Cué y que el proyecto político del gobernador Murat Hinojosa camina sobre rieles. Ello, por supuesto, es torcer la realidad. Los altos funcionarios de gobierno, entre ellos los insensibles que llegaron del INFONAVIT no saben lo que es Oaxaca y los reciclados funcionarios locales, que han vivido en la grilla durante muchos años, cumplen una función en el gobierno, pero en el fondo lo que desean es ser tomados en cuenta en las candidaturas del 2018. Ello es lo que les quita el sueño a muchos, hombres y mujeres. Otros más piensan que andar de huele-plumas del ejecutivo estatal, es cumplir con su tarea, lo cual no es así.
El resultado, pues, de los primeros cien días no puede llamarse positivo. Hasta hoy lo realizado por el gobierno de Murat Hinojosa han sido ocurrencias e inmediatez, pues no obedece a un plan de trabajo; a un diagnóstico puntual de las prioridades estatales y a la falta de humildad para rodearse de quiénes sí conocen los entresijos de la problemática estatal. Uno de los ejemplos más tristes es la relación atípica, de amasiato, que se ha construido con la Sección 22, que tiene hoy a los normalistas haciendo y deshaciendo con bloqueos y chantaje. Desde un principio se advirtió que no era complaciendo en todo al magisterio como se iba a resolver una problemática que ha hecho de este segmento de la clase trabajadora un vertedero de vicios, irresponsabilidad y chantaje. Nadie hizo caso y los resultados están a la vista.
Uno de los ejes sobre los que debe caminar esta administración es que cada quien cumpla con su tarea; que se dejen a un lado el proselitismo político y las calenturas tempraneras; que cada quien responda con resultados en sus respectivas áreas de gobierno. En tanto el ejecutivo estatal no apriete las tuercas nada se habrá de lograr. Es prematuro, pero debe ya dar el manotazo para quitarle a muchos la modorra y creer que andar de cola del gobernador es ya cumplir con la tarea que éste les ha encomendado. El reto continúa, pero aún es tiempo de marcar un rumbo más comprometido con las promesas de campaña y los compromisos contraídos con el pueblo oaxaqueño.