López Obrador parece no tener memoria, ni conocimiento, ni siquiera una computadora para “googlear” a sus candidatos. Cree que como logró prácticamente redimir, santificar a un personaje oscuro y el responsable de la “caída” del sistema electoral en 1988, Manuel Bartlett, que le quito el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas, lo puede hacer con cualquier político por más corrupto o desprestigiado que éste.
Luis Carlos RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
Conocí a Lily Téllez, flamante precandidata de Morena al Senado de la República, hace unas dos décadas en el marco de una cobertura periodística por los estragos de unas lluvias en el estado de Hidalgo.
En helicópteros del Ejército Mexicano nos trasladaron a una decena de reporteros a una zona devastada en esa entidad. Bajamos de las aeronaves y empezamos a caminar entre el lodazal, brincando charcos para verificar la aplicación del Plan DN-III y recabar testimonios de pobladores para ilustrar nuestras notas y crónicas.
De pronto aterrizó otro helicóptero. Era el equipo de Televisión Azteca que también fue trasladado a esa zona hidalguense. El problema es que la “periodista” encargada de la cobertura estaba ataviada con una chamarra de piel y botas del mismo material, por lo que no podía ensuciar tan cara vestimenta.
Lo que vimos después fue de sorpresa, de risa, por momentos de enojo. Como moderna “Cleopatra” fue subida a un tablón de madera y cargada por soldados hasta llevarla a una loma donde no había ni lodo, ni nada que ensuciara su caro “out fit” para grabar su nota para el noticiero estelar de esa noche.
Ella, la “periodista” Lily Tellez que no se ensucia los zapatos en sus coberturas, es la nueva adquisición de Andrés Manuel López Obrador para ser candidata de Morena al Senado por el estado de Sonora.
No sabemos cómo será su campaña electoral, si traerá gel para desinfectarse las manos cada vez que salude a las huestes del tabasqueño o cuando recorra los pueblos sonorenses donde hay polvo y lodo tendrá recurrir a la ayuda divina de los soldados para que la carguen nuevamente.
No es la primera vez que López Obrador decide este tipo de candidaturas. Tenemos el caso de la campeona mundial de atletismo, Ana Gabriela Guevara, también sonorense, que durante sus ya casi seis años de senadora no aportó prácticamente nada a la vida política y peor aún en su cargo como presidenta de la Comisión de Migración. Se le recordará más por la artera golpiza que le dieron cuando viajaba en motocicleta en la carretera México-Toluca.
López Obrador parece no tener memoria, ni conocimiento, ni siquiera una computadora para “googlear” a sus candidatos. Cree que como logró prácticamente redimir, santificar a un personaje oscuro y el responsable de la “caída” del sistema electoral en 1988, Manuel Bartlett, que le quito el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas, lo puede hacer con cualquier político por más corrupto o desprestigiado que éste.
Ejemplos hay muchos. Armando Quintero, ex delegado en Iztacalco y ex secretario de Transportes en la capital, tiene vínculos con los taxistas “piratas” impulsados por el hermano del hoy nuevamente aspirante a delegado ahora por Morena. También pesan en su contra acusaciones de corrupción. Nada importa, como muchos, logrará “redimirse” con la bendición del tabasqueño. Tal Cual.