EDITORIAL
Para los apologistas del actual régimen la situación en la entidad es miel sobre hojuelas. Calma chicha y paz social. Pero sólo un torpe y obtuso se niega a ver la realidad tal cual es. La imagen que ha tenido la capital desde el mes de julio, con los bloqueos cotidianos a los cruceros principales; las amenazas no cumplidas de la Sección 22 de boicotear La Guelaguetza; la ciudad llena de basura a raíz del conflicto resuelto a medias, en la agencia Vicente Guerrero, entre otros, nos mostraron ante los visitantes del país y el extranjero que llegaron a la capital y los Valles Centrales, como un pueblo sin ley. Eso no lo decimos nosotros. Ésa fue la imagen deprimente que se llevaron los turistas. Pero además, hubo un ingrediente adicional: la falta de voluntad política para aplicar la ley.
Hace dos semanas, luego de que unos sujetos armados fueran detenidos en inmediaciones de dicha agencia municipal, perteneciente a la Villa de Zaachila, entre ellos el dirigente de Colonias Unidas, quien iba armado con una pistola calibre .357 Magnum, sus seguidores procedieron a cerrar los accesos al basurero municipal. De nada han servido las famosas mesas de diálogo para resolver este asunto. Los dirigentes y cilindreros de ese asentamiento de paracaidistas e invasores, se empecinaron en no dejar pasar a los camiones recolectores, haciendo que la ciudad, una vez más, quedara sepultada sobre miles de toneladas de basura. La semana anterior, apenas abrieron el basurero. El Centro Histórico quedó convertido en una verdadera zahúrda. La ciudadanía de la capital, las 13 agencias municipales y los 21 municipios conurbados que depositan en dicho tiradero sus desechos, fueron afectados, incluso con el gravísimo riesgo a la salud pública.
Sin embargo, en la perspectiva oficial pareciera que todo camina sobre ruedas. Hay que recordar que el conflicto quedó relativamente resuelto en el mes de julio, cuando el mismo gobernador Alejandro Murat acudió personalmente a dialogar con los rijosos vecinos de la agencia Vicente Guerrero. Que se sepa sólo hubo acuerdos de palabra, pero ellos argumentan que se firmó una minuta. Poco después, se puso precio a la localización del dirigente del Frente Popular “14 de Junio”, Francisco Martínez Sánchez, a) Pancho Mugre, que era una de las peticiones de los habitantes.
Se decía que el sujeto aludido había establecido en las colonias de la zona del tiradero, un cacicazgo cuasi criminal, para el que utilizaba a medios de transporte como las moto-taxis. El sujeto fue expulsado de ahí, luego de que decenas de viviendas de seguidores suyos fueran quemadas, por los que ahora se asumen los nuevos caciques. Los desplazados están en el zócalo de la capital. Y a los responsables de la violencia, que son los mismos que mantienen asolada a la zona y bloquearon el tiradero municipal, se les abrieron carpetas de investigación. Uno de los motivos por los cuales se han empecinado en tomar el basurero como rehén político, es exigirle a la Fiscalía General del Estado, dejar sin efecto las acusaciones de los ilícitos cometidos.
Lo preocupante, no obstante, es que mientras la ciudadanía inerme de la capital seguía aspirando olores fétidos de los desechos acumulados durante más de una semana, en la perspectiva oficial, es decir, en el gobierno del estado, aquí no pasaba nada. Siguió el mismo discurso, las mismas peroratas, los mismos discursos. La ingobernabilidad –en efecto- no se habrá de resolver con un plumazo ni en el primer año de gobierno, pero en los principios están los fines. Hay que construir un nuevo pacto social y darle a los oaxaqueños una vida con pobreza, pero con dignidad.