EDITORIAL
Aunque son algo común en nuestra atomizada estructura municipal, con añejos conflictos agrarios y limítrofes, pocas veces vemos en vivo un enfrentamiento como el que se dio entre vecinos y policías de San Pedro Mixtepec y sus pares de Santa María Colotepec, en plena zona del “adoquín” en Puerto Escondido, el viernes 10 de febrero. Un muerto y al menos seis personas heridas fue el saldo de un hecho en donde predominó la sinrazón y la violencia. Un video-aficionado grabó el pánico que causó entre los pobladores y los turistas mexicanos y extranjeros la balacera a plena luz del día. De inmediato las baterías apuntaron hacia el presidente municipal de San Pedro Mixtepec, Fredy Gil Pineda Gopar, conocido ampliamente desde sus tiempos de porro universitario, como particularmente violento, aunque no se omitió la misma beligerancia que caracteriza al cabildo de Colotepec, que preside Valentín Hernández Díaz.
En el fondo de todo subyace la disputa de los espacios comerciales que, desde hace mucho, han estado en el eje de las diferencias. La zona del “adoquín” está en la jurisdicción municipal de Colotepec, al igual que la zona turística de Zicatela y otras que, desde el punto de vista comercial, rinden jugosas ganancias por pago de impuestos. Si bien es cierto que existen indicios de operaciones criminales en el Puerto, no hay evidencias que ello esté detrás de las ambiciones de ambos presidentes municipales, sobre todo de Fredy Gil, estigmatizado por su recurrente violencia. No hay que olvidar que cuando fue presidente municipal de su tierra natal, Santos Reyes Nopala, creó una “policía Comunitaria”, con la que lanzaba amenazas a las corporaciones establecidas.
No obstante la gravedad del enfrentamiento que puso en evidencia la incapacidad del secretario general de Gobierno, Alejandro Avilés Álvarez, todo se sometió a las famosas mesas de diálogo y los no menos engañosos acuerdos de paz. En Oaxaca lo sabemos bien: lo que ofende es la impunidad y la búsqueda de chivos expiatorios. El domingo 12 de febrero, luego de una visita a Puerto Escondido y del diálogo con los presidentes municipales, el gobernador Alejandro Murat fue testigo de una firma de acuerdo de paz entre ambos. Es evidente que le disputa va más allá y que, de no sentar un precedente, los mismos ediles habrán de encabezar en el futuro a su misma policía o a los vecinos para ir ajustando cuentas con sus vecinos.
No se trata de descalificar los buenos oficios del gobernador, sino de encender las luces de alerta ante lo que todo mundo calificó como un salvajismo exacerbado y criminal. La disputa entre Mixtepec y Colotepec subyace en el ánimo de las dos comunidades. Los habitantes –en este caso la Policía Municipal- sólo requerían de alguien que les diera cuerda para salir a enfrentar a los vecinos, a quienes acusan de lucrar y haberse posesionado de un territorio que consideran suyo. Aunque haya quienes lo vean con optimismo, en REALPOLITIK, creemos que el acuerdo de paz no es más que una ficción para salir del paso y dar una satisfacción al pueblo de Oaxaca.
El odio, el encono y, sobre todo el afán violento de Pineda Gopar, edil de San Pedro Mixtepec, va más allá de aparecer en las fotos sonriente y convencido de que todo caminará en el futuro, por la vía del orden y la legalidad. La disputa por Puerto Escondido y todo lo que este destino de playa representa sin duda seguirá, hasta que alguien con los cojones necesarios haga lo que se espera desde hace mucho: hacerlo municipio libre.