El escritor y periodista Julio Patán dice que las conspiraciones también han sido utilizadas en la política y para ejemplo cita a Andrés Manuel López Obrador en México y a Hugo Chávez en Venezuela; dice que aunque algunas teorías de la conspiración son hasta divertidas, otras han tenido consecuencias funestas
Ernestina Gaitán Cruz
La idea de que alguien conspira contra los demás, es una manera de interpretar la realidad y un mecanismo de defensa de los seres humanos para tener el consuelo de que hay quien o quienes intervienen y mantienen el orden en situaciones que se salen de control, señala el escritor y periodista Julio Patán.
El autor de Conspiraciones. Breve historia de la conquista del mundo por extraterrestres, judíos, masones, élites financieras… (Paidós) plantea que desde hace siglos, los seres humanos han creído que el mundo está controlado por grupos que trabajan en las sombras y que están a punto de dominarlo. “Han sido desde los extraterrestres, los judíos, los gobiernos, complejos militares, rosacruces, illuminati y una larga lista de poderosos”.
Esa idea extendida a todas las geografías y ambientes, ha sido una manera de interpretar la realidad; ha servido como consuelo para creer que alguien controla “el desmadre que es la vida humana” y en las democracias ha servido como un mecanismo de defensa el trasladar los derechos y obligaciones a lo colectivo anónimo, sostiene en entrevista el también crítico de cine.
El autor de Para entender a Martín Luis Guzmán (2009) y El libro negro de la izquierda mexicana (2012) dice que las conspiraciones también han sido utilizadas en la política y para ejemplo citó a Andrés Manuel López Obrador en México y a Hugo Chávez en Venezuela.
En el caso del fallecido líder venezolano explicó que promovió el “conspiracionismo” desde el poder. Dijo que a Chávez se le comparaba con el Mesías y después también se dijo que fue víctima de una conspiración ya que se le inoculó el cáncer y es que precisamente el creer que alguien conspira es el atractivo que tienen muchas personas ante la falta de libertad, señala.
Hugo Chávez, dice, apelaba constantemente al conspiracionismo. “Se gastó 400 mil millones de dólares y Venezuela tiene unas cuotas de pobreza espantosas todavía, la economía se cae a pedazos, la producción petrolera ha bajado, los niveles de inseguridad en las calles son inadmisibles. Y esta situación se explicaba con la conspiración exterior, se justificaba ya que el redentor del pueblo no era el causante de estos desastres, sino una conspiración externa”.
El también conductor de radio y televisión menciona que los seres humanos aceptamos estas teorías porque nos hacen creer que los conspiradores controlan todos los hilos de la realidad, que las decisiones las toman ellos, los ricos, los poderosos.
“Esto quiere decir que el mundo tiene control, tiene orden, que obedece a un guion que alguien aunque sea un tipo retorcido, maligno, perverso, malévolo, alguien controla todo este desmadre. Es un consuelo de orden religioso, un poco triste, pero es un consuelo no muy distinto al que te dan las religiones”.
Asimismo explica que el conspiracionismo es propio de sistemas y mentalidades autoritarios y hay que entender que el ejercicio de la libertad, en democracias es más o menos reciente en la humanidad y para buena parte de la población, todavía no ha sucedido.
Cita como ejemplo que en los países árabes tienen poquitos experimentos democráticos y la mayoría fallidos. Y en occidente, agrega, en los años 80 y 90 estaban llenos de dictaduras y hace pocas décadas gobernaba gente como Hitler y Mussolini, es decir la democracia es nueva, reiteró.
El escritor considera que con el conspiracionismo los seres humanos no se ven como el sujeto de los deberes y los derechos, y es que la libertad provoca vértigo, “te vuelve responsable de tu futuro, de tu destino día a día, matiza la tendencia natural humana de echarles la culpa a los demás y esto es también muy seductor”.
“Y aunque algunas teorías de la conspiración son hasta divertidas, otras han tenido consecuencias funestas. Por ejemplo la idea macabra, terrible, vil y abyecta de que los judíos conspiran desde tiempos inmemoriales para conquistar este planeta, contribuyó al nazismo”, agrega.
Y en otros casos la idea de que no son judíos, sino masones quienes también buscan justificar un complot para adueñarse de la humanidad fue usada por el régimen de Francisco Franco quien incluso escribió una ley contra la masonería que le costó la vida a muchas personas, esa fue una de las consecuencias que me llamó la atención al escribir esto, que no todo es chistoso. El complotismo también tiene una derivación terrible que en ciertos contextos puede llegar a ser altamente peligroso, reflexiona.
Dedicatoria
¿Quiénes deberían leer “Conspiraciones. Breve historia de la conquista del mundo por extraterrestres, judíos, masones, élites financieras…?”
“Lo que tienen que hacer los libros no es dar respuestas, sino dar preguntas, sembrar dudas. Generar reflejos que nos lleven a una sana cuota de escepticismo con eso me conformaría humildemente”.
“Si fuera más ingenuo, me encantaría que lo leyeran los profesores subnormales que están atacando instalaciones públicas y ciudadanos por las calles, por ejemplo, o las hordas que atacan a los trabajadores de la televisión y la prensa que no se siente obligada a darle la razón a López Obrador, para hablar de algunos casos.
“Pero eso no va a suceder, la paradoja de estos libros es que encuentran espíritus abiertos en ciudadanos que ya tienen espíritus abiertos y del otro lado va a suceder lo que ya me pasó una vez: me van a acusar de formar parte de la conspiración judía mundial. Con la edición original, apareció en una página web la versión de que yo era agente de los servicios secretos israelí, pero todavía no me ha llegado el cheque de los conspiradores judíos, vivo de regalías”, concluye risueño.
