EDITORIAL
Desde el inicio de año se han registrado alrededor de 750 protestas y plantones, orquestadas por diversas organizaciones sociales, grupos políticos o comuneros, la mayoría de las veces cristalizados en bloqueos carreteros, a cruceros, calles u oficinas públicas. El efecto de ello ha sido letal no sólo para la economía, la estabilidad política y la paz social, sino para la misma marcha de la administración de Alejandro Murat Hinojosa. La toma cotidiana de Ciudad Administrativa o Ciudad Judicial paraliza la actividad gubernamental de trámites o gestiones, dado que para evitar que los y las funcionarias y empleados sean agredidas física y psicológicamente, sindicatos y autoridades han decidido que se retiren a tiempo o, simplemente, que no asistan a cumplir sus labores.
Y es que hay casos en los cuales la apatía y la abulia de las autoridades para intervenir se combina con el manipuleo político de los manifestantes, para que los problemas, lejos de resolverse simplemente se exacerben y generan mayor ingobernabilidad. Un caso emblemático es éste: durante 10 días la Carretera Transístmica estuvo cerrada por un grupo de vecinos de las agencias municipales que pertenecen a San Juan Mazatlán, Mixe. Las filas de vehículos que llevan y traen mercancías diversas, fruta, combustibles, etc., estuvieron ahí varados durante días. Desde el día en que se cumplió una semana del cierre de la vía, los comuneros empezaron a cobrar peaje, entre 200 y mil pesos por vehículo, acreditando con ello el delito de obstáculos a la libre circulación y robo. La economía istmeña comenzó a colapsar.
El fondo del problema era simplemente que el presidente municipal de dicha comunidad, Macario Eleuterio Jiménez, se negaba a entregar las participaciones que le corresponden a cada agencia, de los Ramos 28 y 33, pero ya enfocado como botín político. No obstante el daño generado, hasta el décimo día fueron recibidos por el Secretario General de Gobierno, Héctor Anuar Mafud, lo que motivó el levantamiento del bloqueo carretero y la clásica fotografía, para que todo mundo viera que el problema ya estaba resuelto. Las preguntas que quedaron en el aire son: ¿por qué tuvo que pasar tanto tiempo, de hartazgo ciudadano, de tensión social, de pérdidas económicas y otros, para que al final todos felices y contentos? Y, ¿quiénes manejaron este conflicto, que es permanente, para generar tantos problemas, sin que se les finquen responsabilidades penales? Oaxaca es pues, tierra de impunidad.