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La cárcel de “Santa Catarina”

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El ex convento ubicado en las calles de 5 de Mayo, Abasolo, Murguía y Reforma, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca, que hoy alberga a un hotel de cinco estrellas, una escuela primaria y la Logia Masónica, fue durante casi un siglo la cárcel estatal, que albergaba a una población aproximada de 500 presos entre hombres y mujeres, donde se escribieron muchas leyendas e historias de criminales

 

Carlos CERVANTES

 

En el año de 1956 cuando tomó posesión de la gubernatura de Oaxaca el Licenciado Alfonso Pérez Gasga ya tenía elaborado su plan de trabajo que contemplaba varios rubros: comunicación por carretera de las principales regiones de la entidad entre sí, especialmente Valles Centrales con la Costa; construcción de escuelas en la ciudad de Oaxaca y en otros puntos de la entidad; el programa de asistencia social, de salud y otros. Tenía conocimiento que la principal cárcel del Estado no solamente se encontraba en un lugar impropio, sino que resultaba insuficiente y sin posibilidades de ampliación puesto que se alojaba en el ex convento de Santa Catalina, mismo que estaba en condiciones lamentables ya que las techumbres de vigas cedían por el paso de los años y se contaba con escaso caudal de agua para las necesidades de una población de aproximadamente 500 reos entre hombres y mujeres. Esta cárcel inició operaciones en 1862.

 

La penitenciaría de Ixcotel

 

Es curioso encontrar que en documentos oficiales redactados desde el interior de ese penal generalmente se asentaba: “desde la Penitenciaría de Santa Catarina” y así se le conoció durante el tiempo en que fue cárcel estatal. Pérez Gasga que fue uno de los gobernadores honrados y gran gestor ante la federación, se echó a cuestas la tarea de construir una verdadera penitenciaría donde los reos encontraran, en el trabajo, la forma de redimirse y volver a insertarse en la sociedad y en su familia al cumplir su condena. La capacidad de la nueva penitenciaría se estimó para un millar de personas.

El gobernador hizo valer sus relaciones con el gobierno federal logrando que fuera donado un gran predio que formaba parte de los cuarteles abandonaos de Ixcotel y ahí se inició la construcción con fondos del Estado, dado que entonces no se contaba con los ríos de dinero que en los años recientes envía el gobierno federal por concepto de participaciones. La obra fue costeada totalmente por el gobierno del estado, con lo cual se cambió la situación anterior donde los presos eran encerrados de noche hacinados en los cuartos que fueron celdas para monjas del convento, con escasa ventilación y con plagas de chinches que era difícil erradicar ya que todo el interior estaba lleno de esos insectos. Los sanitarios eran verdaderas cloacas y el agua faltaba para lo más elemental como el baño de los reclusos y reclusas.

 

Cárcel y Palacio Municipal

 

La antigua cárcel estaba en pleno centro de la ciudad delimitado por las actuales calles de Reforma, Abasolo, Cinco de Mayo y Murguía. En esa misma manzana estaba el Palacio Municipal que ocupaba la esquina de Cinco de Mayo y Murguía contando con un gran patio donde frecuentemente se hacían bailes populares. Los juzgados penales ocupaban una construcción de dos plantas dando hacia 5 de mayo, espacio hasta donde eran llevados los presos para las diligencias judiciales. Cuando la penitenciaría fue cambiada a Ixcotel los juzgados penales continuaron funcionando en antiguo espacio y los reos eran trasladados en camionetas cerradas, hasta finales de la década de los setentas en que se construyeron los juzgados actuales anexos a la penitenciaría. Esa meritoria construcción porfiriana de cantera labrada, almenada, con balcones y garitones fue demolida muchos años después cuando al ex convento lo convirtieron en hotel turístico.

Otra situación que se confrontaba en la cárcel de “Santa Catarina” era que frecuentemente ocurrían intentos de fuga horadando los gruesos muros de mampostería y tratando de salir directamente a alguna de las calles circundantes, principalmente la de Reforma. En otras ocasiones la excavación terminaba precisamente en el patio del palacio municipal, por lo cual las balaceras eran frecuentes con daños colaterales graves. Hubo una ocasión en que un joven preso al ser llevado a declarar al juzgado penal, se soltó de sus guardianes y corrió pasando el jardín Labastida, parte de la calle de Alcalá, frente al templo de Santo Domingo y continuó hacia García Vigil. El individuo era ágil y llevaba ventaja a los policías que entonces eran unos señores de edad. Al verlo, uno de ellos hizo fuego con su pesado mosquetón, tocando el impacto a un joven que en ese preciso momento pasaba por el lugar y cayó muerto ya que la bala se le alojó en el cráneo. El reo continuó su carrera y jamás fue localizado.

 

Reos como actores en obras de teatro

 

En su libro “Oaxaca de Mis Amores” la maestra Arcelia Yañiz recuerda que su grupo de teatro acudió en diversas ocasiones a presentar obras tanto en la cárcel de “Santa Catarina” como en la Penitenciaría de Ixcotel y que muchos presos actuaban con gran maestría porque haciendo teatro “se sentían libres”. Fueron actores los hermanos Salazar aquellos jóvenes que, en 1955, asaltaron el domicilio de la señorita Beatriz Cabrera, en avenida Independencia frente al jardín de la Soledad, pero que al salirse de control lo que habían planeado mataron a garrotazos a la dueña de la casa sin poderse robar nada y fueron encarcelados por muchos años. Entraron muy jóvenes y salieron de adultos mayores al cumplir su condena.

 

Desocupación del cuartel Santo Domingo

 

Mientras el ex convento de Santo Domingo fue sede de los mandos de la 28 Zona Militar y de un batallón permanente, los cuarteles inconclusos de Ixcotel permanecieron abandonados y la entrada de visitantes a la penitenciaría se hacía por la avenida principal sin ninguna restricción hasta que fue desocupado Santo Domingo durante el gobierno de Diódoro Carrasco Altamirano y entonces se utilizó todo el espacio de Ixcotel donde hoy se encuentran los mandos militares y el paso de la población civil es imposible.

Ese enorme predio tiene su propia historia ya que desde hacía años era propiedad del empresario Luis Sarmiento, dueño a su vez de lo que hoy es la colonia Reforma y la que se denomina “Antiguo Aeropuerto”, ya que esta extensión se usaba para el aterrizaje y despegue de avionetas y aviones pequeños, cuando aún no existían los jets de pasajeros. En tiempos de la postrevolución el predio de Ixcotel fue ocupado por fuerzas militares y se comenzó la construcción de cuarteles, ignorando al dueño, quien años después ganó el juicio que llegó hasta los tribunales federales que le dieron la razón como propietario, pero la gran pregunta que hasta hoy no se ha contestado es: ¿y quién va a sacar de ese lugar a los soldados?

 

Se incrementa la población penitenciaria

 

Hoy la penitenciaría que mandó construir don Alfonso Pérez Gasga es insuficiente, gobiernos posteriores le hicieron diversas ampliaciones y se procuró la instalación de talleres diversos, pero la demanda es mucho mayor dado el número de reos tanto del fuero común como del federal. Durante años esa penitenciaría era abastecida de agua desde los manantiales de Huayapan.

Sin embargo, hoy se reconoce el trabajo del gobernador Pérez Gasga que con recursos de la misma entidad logró esa construcción que era urgente, pero gobernadores anteriores se encontraban con el problema aparentemente insalvable de la falta de recursos, pues eran derrotistas. Al iniciarse la obra era Secretario General del Despacho (así se denominaba el cargo) el ingeniero Norberto Aguirre Palancares, quien coadyuvó a las gestiones para el logro del objetivo, recurriendo a sus relaciones en el centro del poder. Recuérdese que Aguirre Palancares fue asesor agrario de los presidentes desde el general Lázaro Cárdenas hasta el Lic. Gustavo Díaz Ordaz.

 

Predicción de una de las religiosas

 

A manera de leyenda se cuenta que una de las monjas del convento de Santa Catalina pronosticó desde tiempos de la colonia que ese espacio dejaría de ser casa de oración, que llegaría a convertirse en un encierro de personas que sufrirían mucho y que vivirían entre la suciedad, el hacinamiento y la injusticia, pero que al mismo tiempo avizoraba a otros señores ejerciendo la justicia y dictando condenas para los ahí hacinados, que sufrían una verdadera penitencia. Muchos de ellos eran inocentes.

A sabiendas de que el ex convento era propiedad de la federación y que sería recuperado por el gobierno federal para otros usos, don Alfonso Pérez Gasga apresuró la construcción de la escuela primaria “Abraham Castellanos” que ocupó parte importante del inmueble con salida hacia la calle de Reforma. En la década de los sesentas del siglo pasado efectivamente se trató de sacar a la escuela para convertir ese espacio en estacionamiento del futuro hotel, pero ya no se pudo y en ese estado quedaron las cosas.

 

Fechas según don Andrés Portillo

 

En su libro “Oaxaca en el Centenario de la Independencia Nacional” editado en 1910, don Andrés Portillo indica que la primera cárcel de la ciudad estuvo en la casa número 6 de la segunda cuadra de la calle Libertad que había sido Convento de la Concepción; cuando las monjas se trasladaron al de la Compañía, el gobierno adquirió el inmueble y estableció la prisión de hombres que ahí estuvo hasta 1862. La prisión de mujeres permaneció hasta la misma fecha en la casa número 14 de la tercera calle de Armenta y López. En 1862 el Ayuntamiento capitalino por gestiones del regidor Francisco Vasconcelos consiguió del gobierno federal la cesión del ex convento de Santa Catalina en cuyo lado norte, ocupando las dos terceras partes de la edificación, se preparó el espacio para las dos prisiones que continuaron hasta la década de los cincuenta del siglo pasado.

Por decreto de la Legislatura local del 17 de diciembre de 1861 se ordenó establecer talleres en cada una de las cárceles de las cabeceras distritales y posteriormente siendo gobernador de Oaxaca don Porfirio Díaz celebró contrato con una empresa industrial estableciendo una fábrica de zapatos en la cárcel de esta ciudad, dando buenos resultados y trabajo para los presos.

 

Modificaciones con torres almenadas

 

Fue en el año de 1898 durante la administración del gobernador Martín González, siendo jefe político el coronel Prisciliano Benítez, cuando la cárcel recibió una modificación total: el nuevo frontispicio hacia la hoy calle 5 de Mayo coronado con tres torres almenadas, la gran puerta en la esquina chata de Abasolo y 5 de Mayo donde se instalaron los juzgados de lo criminal, las salas de espera y de visita y el local de la guardia de seguridad, por lo que se dijo que la cárcel quedaba a la altura de las mejores del país. El Ayuntamiento destinaba entonces para la manutención de los reos un presupuesto de 15 mil pesos anuales. Era el tiempo del Porfiriato, del progreso y de la paz.

Don Andrés Portillo también le llama a esa cárcel de “Santa Catarina”.

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