EDITORIAL
La línea editorial de REAL POLITIK ha sido crítica. Es imposible quedarnos callados ante una realidad lacerante que, por estricto sentido común, debería develarse desde las estructuras del poder público. Nos referimos a la insistencia del ejecutivo estatal en pregonar que en Oaxaca “se vive paz social y gobernabilidad”. Estamos convencidos de que existen dos visiones diferentes respecto a la realidad social. Una, la que se expresa en los discursos oficiales y otra, la que con dureza y desencanto percibe la población. Otro de los mensajes cotidianos es: “Oaxaca es una entidad segura”, aunque de enero a abril se hayan registrado más de 200 homicidios dolosos que si bien en el entorno nacional puede parecer poca cosa, en el Sur-Sureste del país nos ubican como una de las entidades más violentas.
Nuestro estado, asimismo, vive en permanente agitación. No hay un solo día en que no haya protestas, bloqueos a oficinas públicas o carreteras. Han aflorado los conflictos agrarios. Sólo en la Semana Santa brincaron dos: uno, el de Santa María Jacatepec, en la Cuenca del Papaloapan y otro, el de Santiago Yaitepec y Santa Catarina Juquila, en donde ésta llevó la peor parte, habida cuenta de que gracias al bloqueo carretero que impuso la primera comunidad, miles de turistas no llegaron a su destino, con el consecuente daño a la economía. Según prestadores de servicios turísticos, sólo en la semana que pasó se podían recibir hasta 100 mil visitantes, que dejan una derrama aproximada de 30 millones de pesos. El domingo 21 de abril, los vecinos de Yaitepec, manejados por partidos, grupos y hasta “diablos con sotana”, quitaron el bloqueo, cuando el mal ya estaba hecho. Aún así, en la Secretaría General de Gobierno les montaron su mesa de diálogo.
Es más que evidente que, los dos temas que ha mencionado el gobernador Alejandro Murat, son los que mayores dolores de cabeza le ocasionan a su gobierno y al pueblo en general. Vivimos pues entre ficciones, dobles discursos, simulación y gatopardismo. Falta mucho para que Oaxaca pueda alcanzar siquiera los parámetros de una entidad segura, confiable para las inversiones, pacífica y con una gobernabilidad garantizada. Insistimos pues, no es con discursos de que todo está bien como se puede gobernar, sino con la realidad que a diario vive el pueblo. Lo que hace falta para que Oaxaca salga del marasmo de la intranquilidad social y la ingobernabilidad, es abatir el miedo para aplicar la ley.
