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El Congreso de la Unión, incapaz, débil y limitado

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Cortos en sus conocimientos y con un burocrático sistema de comisiones, los legisladores carecen de especialización, los más sólo buscan proyección política, señala un análisis del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados

 Víctor Chávez 

Cmara-de-DiputadosMÉXICO, DF.- Sin un sistema de comisiones “eficiente ni eficaz”, sin parlamentarios “profesionales ni especializados en temas concretos de políticas públicas” y sin la capacidad de “ejercer control sobre áreas del gobierno”, el Congreso de la Unión es, hoy por hoy,  un cuerpo “débil y limitado”, que “aporta poco” y que tiene por objeto sólo un papel “obstruccionista y no constructivo” más con motivos “oportunistas o electoralistas”, admite un análisis publicado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados.

El estudio del CESOP, coordinado por la politóloga Lucero Ramírez León -investigadora de este Centro- reporta que de 48 entrevistas realizadas a diputados y senadores -en distintos periodos legislativos comprendidos entre 2006 y 2012, cuya redacción y edición concluyó en noviembre del 2013- 46 de ellos se reconocieron como “generalistas” y con “pocas posibilidades de concentrarse en un área concreta de políticas públicas”.

Es decir, sólo dos de los consultados dijeron que había una tendencia a la especialización en temas concretos.

Titulado “El control parlamentario y el rediseño de las políticas públicas”, el documento destaca que “hay legisladores que, sin haber sido reelectos, registran hasta 20 años como legisladores –pasando de un Congreso local a la Cámara de Diputados federal, posteriormente al Senado de la República y de ahí a otras Cámaras- y no logran profesionalizarse, pues se les encomiendan tareas distintas en cada uno de los espacios legislativos que ocupan”.

Como uno de los diversos soportes del estudio presenta el testimonio que dio en una de sus entrevistas a un diputado federal del PRI:

“Los que hemos pasado por diferentes legislaturas y que de manera personal asumimos ciertas Comisiones de forma continua, podemos decir que tenemos cierta especialización, pero la mayoría de los legisladores que vuelven, cada vez buscan Comisiones que los proyecten más políticamente, no dan prioridad a la especialización”.

La doctora Ramírez revela también que, de acuerdo con sus estudios, de 1933 a 1995, de 4 mil 227 miembros del PRI que ingresaron a la Cámara de Diputados, solamente 379 habían sido legisladores, y de los cuales 316 sólo en una ocasión.

Por parte del PAN –añade- de 455 legisladores, solamente 52 habían repetido en el cargo.

De igual forma presenta estadísticas internas de la Cámara de Diputados que muestran que en la Legislatura 2003-2006 establecían que menos del 20 por ciento de los legisladores en ejercicio tenía alguna experiencia legislativa, alrededor de 100 de los 500 y menos del 3 por ciento de los diputados federales habían sido senadores, “lo que se considera un elemento negativo para la institucionalización del Congreso y un factor de debilidad con relación a los otros poderes”.

El trabajo incluye una opinión y análisis también del director del CESOP, Rafael Aréstegui Ruiz, quien califica la investigación como “una provocación para pensar al Congreso de otra manera”, para “trazar la ruta que nos permita recuperar su espíritu republicano”.

Lamenta que “en México el Poder Legislativo ha delegado a las élites de los partidos políticos la posibilidad de cogobernar con el Ejecutivo y se ha convertido en una oficialía de partes, que le otorga legitimidad a los acuerdos alcanzados, con la consecuente reacción de los ciudadanos –o de un número significativo de ellos- de no estar satisfechos con la Constitución ni con sus leyes”.

Otro testimonio del trabajo que publica el CESOP es el de un diputado del PAN que reconoce:

“El diputado sigue siendo un representante de partido más que un representante ciudadano o popular, y seguimos atendiendo a cuestiones de tipo político, de tipo electoral, más que a asuntos de especialización o de temática de conformación de una política pública. Esto último no se hace en el Congreso”.

Es más –añade- “¿sabes cuántos programas federales conoce un legislador cuando entra? Ninguno”.

El propio legislador panista presenta la imagen del trabajo legislativo en comisiones “que no brinda ningún tipo de realización profesional, o ejercicio real de influencia, sino que se convierte más bien en un ritual algo fastidioso, del que todos tratan de huir tan pronto como pueden”.

 

La reelección, “un mito”

 

La doctora Lucero Ramírez León concluye que “la reelección legislativa  puede ser un mito en las condiciones políticas y de fuerza de los partidos que hoy día se registran en México”.

Sostiene que “es evidente que la incorporación de la reelección inmediata no va a generar de manera automática la profesionalización de las carreras legislativas ni el fortalecimiento del Congreso”.

Recuerda que el PRI mantuvo 33 años como legislador al cetemista Blas Chumacero Sánchez, 21 como diputado y 12 como senador; 30 a Emilio M. González Parra; 21 a José Luis Lamadrid Souza; 19 a Jesús Murillo Karam (hoy titular de la PGR), y 18 años a Carlos Sansores Pérez, entre muchos otros casos.

Igual hoy –añade- tenemos al diputado  Manlio Fabio Beltrones –líder del PRI en San Lázaro- con ya más de 14 años de legislador; al senador priista Carlos Romero Deschamps, con 16; Eloy Cantú, con 19 años; Emilio Gamboa, con 10; Javier Corral, del PAN, igual con más de 14 años; Ricardo Monreal, ex priista y hoy del Movimiento Ciudadano, con 17 años; Pablo Gómez, del PRD, quien ha sido 18 años legislador; o Jorge Emilio González, el “Niño Verde”, con 13 años de vivir del Congreso de la Unión.

La investigadora explica que las reformas al Congreso para aumentar de 400 a 500 los diputados federales –cuando en 1986 se aumentó de 100 a 200 los plurinominales- y de 64 a 128 los senadores, en 1994, sólo fueron “coyunturales y de oportunidad política” y tampoco contribuyeron a una mayor profesionalización de la tarea legislativa”, por lo que “esta conquista democrática corre el riesgo de volverse puramente simbólica”.

 

Una semana como diputado

 

La investigación de campo incluye esta narración de un legislador entrevistado:

“Los lunes son los días de viaje, los legisladores vienen de sus estados y probablemente les dé tiempo de una reunión, cuando es muy pequeño el grupo, pero nunca podrías concentrar a la mayoría de los legisladores.

“El martes hay sesión, pero hay una reunión previa –en cada grupo parlamentario- para informarles a todos sobre lo que pasará en la plenaria. Se habla de sesiones con 80 “puntos de acuerdo”, como ahora lo ves, puntos a veces ocurrentes. Las iniciativas a veces se leen completas ante el Pleno y no levantan el ánimo del Congreso; entonces prefieren irse a las reuniones de sus comisiones, pero como hay una dispersión del trabajo, van a  la que más les interesa, si es que van. Suele no haber quórum en las comisiones y éstas no sesionan, eso es muy común aquí.

“El miércoles que no hay sesión se sigue la misma dinámica y los legisladores no van a sus comisiones, salvo que sea un tema importante para los medios de comunicación.

“El jueves hay sesión y todo mundo en la tarde se está yendo a su tierra y están allá viernes, sábado y domingo. Los flojos se van a sus casas, otros a sus negocios, y hasta el lunes otra vez vuelven a la Cámara. ¿Qué control crees tú que puede haber?

“La Cámara está diseñada para que no funcione. Así desde tiempos ancestrales donde el PRI dominaba y el presidente de la República y sus secretarios manejaban al Congreso. No se ha cambiado esa dinámica”.

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