Campañas acartonadas
A poco menos de un mes de haber iniciado las campañas proselitistas para la gubernatura muestran, sin excepción, los síntomas propios del hastío, la ausencia de propuestas y los mismos moldes acartonados de antaño. Un análisis al menos de las que mantienen los aspirantes de la coalición PRI-PVEM-PANAL, Alejandro Murat Hinojosa y la del abanderado de la coalición “Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca” (CREO), que forman los partidos PRD-PAN, José Antonio Estefan Garfias, da cuenta de que nada nuevo muestran a los futuros votantes. Tal parece que la medida del éxito se da en la cantidad de ciudadanos, gremios y organizaciones que llegan a los mítines y reuniones.
En los boletines de prensa y en los comunicados que cada equipo envía a los medios de comunicación impresos y electrónicos, es fácil percibir el afán triunfalista; la descalificación al adversario; echar la cinta atrás para recordarle a una ciudadanía desencantada de partidos, candidatos y elecciones, los agravios del pasado. Las promesas son el pan de todos los días. Al pueblo se le ofrece el oro y el moro, aún a sabiendas del fracaso de ciertos proyectos que poder ser acuñados al gobierno de la alternancia. Y se camina sobre el mismo surco trillado de ofrecer, no de cumplir.
En el entorno, los partidos políticos, al menos los tres de mayor membresía. PRI, PRD y PAN, exhiben las mismas prácticas viciadas de las que el pueblo deplora. En el tricolor fue la venta de candidaturas al mejor postor; la inclusión entre sus candidatos a presidentes municipales de presuntos delincuentes y sujetos bajo investigación criminal y, sobre todo, el infame reciclaje, vicio que se viene arrastrando del pasado y que ha sido imposible superar. En el PRD y el PAN, la abdicación de los principios; el abandono de las reglas internas y el vil agandalle de los dirigentes, los lugares en la lista plurinominal de candidatos a diputados. El hecho de que el presidente del PRD, Carol Antonio Altamirano, haya sido registrado por el principio de mayoría relativa, por el distrito 19 con cabecera en Salina Cruz, pero por el PAN, ha creado un ambiente generalizado de repudio a las maniobras convenencieras de los partidos coaligados.
En el PRI, el Síndrome del chapulín, ha levantado críticas y una mala opinión. Luego de su paso lamentable como diputados y diputadas locales, al menos seis aspiran a gobernar sus municipios, dejando prácticamente abandonadas sus responsabilidades legislativas. ¿Cómo buscar el voto ciudadano, cuando se ha abdicado de los compromisos con la ciudadanía? La complicidad de la directiva priista local y la complacencia de la nacional, han dado lugar a un cóctel en el que se ha perfilado a los peores. Freddy Gil Pineda, que hace años estuvo sujeto a proceso penal, fue hace tres años presidente municipal de Santos Reyes Nopala; luego fue diputado local y hoy quiere retornar a gobernar otro municipio, de donde es ajeno: San Pedro Mixtepec.
En la ciudad de Oaxaca, se impuso la candidatura de José Antonio Hernández Fraguas, que fue edil hace apenas dos trienios; en Juchitán de Zaragoza, va de nuevo Daniel Gurrión Matías, cuando apenas lo fue el trienio anterior al que hoy detenta Saúl Vicente Vásquez y por San Pedro Pochutla, reciclan a Florencia Carolina Aparicio Sánchez, que dejó el poder municipal a su marido, Juan José Galguera, hace al menos tres trienios, saliendo de su gestión con el estigma de la corrupción y el conflicto de intereses. Ello sólo es posible en una entidad en la que se ve al ciudadano común con desprecio y no como quien habrá de inclinar la balanza por uno u otro candidato.
