Otra vuelta de tuerca
Cuando creímos que el infierno desatado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y su adlátere local, la Sección 22 ya había concluido, de nueva cuenta la entidad y, sobre todo la capital, siguió bajo el acoso de vándalos encapuchados, que afirman ser miembros de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO). No se trata de los alumnos y alumnas de los once planteles que existen en la entidad. No. Se trata sólo de unos cuantos que no llegan a cien, que al tenor la impunidad que siempre ha acompañado a todas las acciones de la CNTE/Sección 22, han emprendido una serie de acciones que en cualquier circunstancia, deben ser castigadas conforme lo dispone el Código Penal vigente.
Ha resultado una afrenta al pueblo oaxaqueño, presa del hartazgo y la zozobra, que grupos pequeños de vándalos lo mismo asalten camiones cisterna para robarle el combustible que cierren impunemente la Terminal de Autobuses de Primera Clase; que cierren centros comerciales o saqueen oficinas, todo ello, sin recibir la obligada reprimenda que debe aplicar la autoridad. Hace un par de semana le prendieron fuego a llantas, con el objeto de crear temor entre la población. En ese afán, lo mismo participan mujeres que hombres. Es en verdad aberrante que se les esté permitiendo hacer y deshacer, sin recibir castigo. Se sabe de antemano que de inmediato surgirán los gritos clásicos de “represión”, “represión”.
He ahí el por qué, a escasos dos meses y medio de que termine la gestión del gobernador Gabino Cué, se observa en la entidad, un gran vacío de autoridad. La ciudadanía prácticamente está a merced de dichos grupos, o de los golpeadores del transporte, que igual disputan a balazos sus espacios o maestros, que tratan de boicotear la ceremonias patrias, como ocurrió la noche del pasado 15 de septiembre. Es decir, vivimos un estado de excepción; un ambiente en donde los derechos de las mayorías son sometidos a la violencia y la impunidad de los menos. El Estado ha dejado de cumplir con el mandato constitucional; con la protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución y todo lo que de ella emana. Todo ello constituye una grave omisión, porque el desconocimiento de lo que estipula la ley o la apatía para hacerla cumplir, no justifica su violación.
Lo que hemos visto hasta hoy, en los atropellos que han cometido los normalistas de la CENEO y maestros radicales de la S-22, ha generado en la ciudadanía expectativas negativas. La ley en Oaxaca es una caricatura; el Estado de Derecho una ficción. Maestros, capos del transporte, organizaciones sociales y pseudo estudiantes de escuelas normales, pueden hacer con el resto de la sociedad, lo que les plazca. No hay poder que asuma su responsabilidad de detener los atropellos, las atrocidades. Se sabe que todo lo que respecta a la educación, que en un principio se había convertido en responsabilidad del gobierno federal, vuelve a los gobiernos estatales. Es decir, con una frialdad maniquea, la Federación elude su responsabilidad y la devuelve.
Ello implica que en materia de regularización educativa, hemos dado un paso adelante para retroceder dos. La Reforma Educativa pues, tiene demasiados vacíos; incongruencias y desatinos legales, que en parte justifican la movilización de la CNTE, porque en el mismo gobierno del presidente, Enrique Peña Nieto, no hay congruencia, no hay institucionalidad, sino un doble discurso; una doble moral. Devolver la responsabilidad educativa a las entidades federativas es, sencillamente, una aberración.