Estado débil; gobierno ficticio
El Estado mexicano, en una acción inédita en la historia contemporánea de este país, ha mostrado en los últimos tiempos, los síntomas propios de la duda, la vacilación y la debilidad. Más aún, ha manejado un doble discurso en lo que se refiere a la Reforma Educativa. Primero fue el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, quien arremetía una y otra vez en contra del magisterio de la CNTE, amañado que sólo busca proteger sus privilegios, con el argumento de que dicha reforma no estaba a discusión. Hace un par de semanas, tocó el turno al titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmar que si bien había diálogo con la disidencia de la CNTE, la cacareada Reforma Educativa era ley y, por tanto, no se iba a poner en tela de juicio.
Una de las soterradas demandas de la CNTE es justamente la abrogación de la ley. En contra de ello se pronunció justamente el guía moral de los “revolucionarios mentores”, Andrés Manuel López Obrador, al afirmar que la abrogación no es el camino sino la revisión. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, tal vez con tal de quitarle banderas al tabasqueño admitió que la multicitada reforma necesita revisión. La idea que permea pues en Oaxaca y en algunas entidades del país azotadas por los bloqueos carreteros, es que la disidencia y los grupos afines al magisterio, incluyendo los ligados al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), han doblegado al gobierno.
Todo ello sin tomar en cuenta que también dobló las manos en los procesos y consignaciones que instrumentó la Procuraduría General de la República (PGR), en contra de maestros que han incurrido en delitos del fuero federal. Una de esas muestras de debilidad fue el traslado de Rubén Núñez y Francisco Villalobos Ricárdez, secretario general y de organización, respectivamente, así como Aciel Sibaja Mendoza y Heriberto Magariño, el primero ex Secretario de Finanzas de la Sección 22, del penal de Hermosillo, Sonora, a un penal federal ubicado en Mengolí de Morelos, Oaxaca, sólo para que Aciel Sibaja, preso por el delito de lavado de dinero fuera liberado el pasado 15 de julio, bajo caución, al igual que sus correligionarios Othón Nazariega y Roberto Abel Jiménez, procesados por delitos del fuero federal. La idea que permea en la opinión pública es que los demás serán liberados en los próximos ideas, dejando la duda respecto a si fue necesaria tanta violencia, desorden y sedición del magisterio y el daño gravísimo a la economía y la paz social, luego de que la Federación cumpliera con las órdenes de aprehensión, que hoy pareciera que fueron sólo una vacilada.
La peor bofetada a la ciudadanía oaxaqueña es que a pesar de la muestra de debilidad del gobierno de Enrique Peña Nieto, que se ha tomado como una afrenta a Oaxaca, persisten los bloqueos carreteros y los abusos de la Sección 22. La celebración de nuestra tradicional Guelaguetza estuvo hasta el último momento con la amenaza encima, casi a merced de lo que hagan o dejen de hacer los maestros. Los daños a la economía de miles y miles de familias que viven del turismo y del comercio no se habrán de resarcir pronto. De nueva cuenta el oaxaqueño común lleva como sambenito, cargando a un magisterio que ha devenido una tragedia. Eso, obviamente, no lo desconoce el gobierno de Peña. Lo que sí queda claro es que Oaxaca sigue estando a la zaga de las prioridades nacional. Una vez más, maestros y cómplices ponen a los oaxaqueños bajo la presión de un sector de la sociedad que sólo busca seguir medrando con la educación pública, contribuyendo al rezago, al atraso y a la marginación educativa.