La nueva camada legislativa
El pasado 13 de noviembre inició su periplo la LXII Legislatura del Estado, luego del papel vergonzoso y denigrante de sus antecesores en el edificio de San Raymundo Jalpan. Ante una bancada priista que se advierte ha superado sus fisuras internas, en cuyo liderazgo camina Alejandro Avilés, las del PRD y el PAN enfrentan serias fracturas. En principio, a pocos convenció la designación de Anselmo Ortiz García como coordinador de los diputados perredistas, mucho menos, que Jesús López Rodríguez, activista y agitador formado en las filas del Frente Amplio de Lucha Popular (FALP), al lado de Carlos Aguilar Castellanos, “El Chino Mugres”, sea el nuevo presidente de la Mesa Directiva. Es decir, no hay experiencia legislativa, mucho menos las tablas que se requieren, sino mera improvisación e inmediatez. Ambos –ha trascendido- trabajan de la mano con Benjamín Robles Montoya, en sus afanes futuristas, lo que de alguna forma frustró el intento gubernamental de imponer a Jaime Bolaños Cacho como coordinador de la bancada perredista.
En el PAN tampoco las cosas están bien. La imposición de Natividad Antonia Díaz Jiménez como coordinadora de los diputados del blanquiazul, no dejó a todos contentos, al menos al grupo al que pertenecen: Leslie Jiménez Valencia, Alejandra García Morlán, Gerardo García Henestroza y Sergio Bello Guerra. Ellos forman el “Grupo de los cuatro” que de no haber alguna operación cicatriz, de parte de Juan Mendoza Reyes, presidente estatal del PAN, pueden torpedear el liderazgo de Natividad Díaz y hacer grupo con otras fracciones. En lo que se refiere a los partidos menores: MC, PT, PSDO y PUP, no existen las condiciones, como lo establece la Ley Orgánica del Congreso del Estado, para que hagan una fracción, sólo que al menos tres renuncien a sus respectivos partidos para integrarse a otro, que sería quien encabezaría la fracción. Sin embargo, es posible que se dé una alianza de facto.
En el PRI, todo apunta a que finalmente los que estaban en desacuerdo con la designación de Alejandro Avilés, han declinado de todo intento de cuestionar lo que desde hace al menos un par de meses, fue consensuado por el mismo diputado y secretario general del PRI: la coordinación de su bancada. Lo cierto es que contrario sensu a la división que existe entre los partidos ya señalados, el tricolor llega fortalecido y unido. Más aún, tiene más posiciones que en la pasada legislatura y con una agenda política que tiene como prioridad, allanar el camino para el retorno del PRI a la gubernatura del Estado. En estos días están por definirse las posiciones que les corresponden a cada partido, entre ellas: la Coordinación de Comunicación Social, la Tesorería, la dirección de Recursos Humanos, de Relaciones Públicas y, por supuesto, el prorrateo de los recursos asignados al Poder Legislativo, de los que cada quien tomará su tajada. Las presidencias de la Junta de Coordinación Política y de la Mesa Directiva, como ocurrió en la pasada legislatura, ya están pactadas. Ninguna sorpresa, pues.
La llamada transición democrática trajo consigo asimismo, una forma sui generis en el quehacer legislativo, que se ha traducido en parálisis, sujeción a los dictados del ejecutivo, diputados proclives al cabildeo, previo acuerdo económico y escasa vinculación con las causas de los ciudadanos. La imagen deplorable, vergonzosa y pueril, que dejaron los diputados de la saliente legislatura en los últimos días, es una seria advertencia para quienes apenas se estrenan: no caer en los mismos vicios, pero sobre todo, en el vulgar y ruin centaveo.