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Turismo: Industria colapsada

 FOTO EDITORIALEn los discursos oficiales es común hacer mención que la industria sin chimeneas en Oaxaca va viento en popa; que nuestra entidad es un terreno fértil para las inversiones en materia turística; que estamos en los mejores niveles de afluencia, permanencia y derrama económica. Nada más lejos de la realidad. El turismo, que en algún momento de la historia local parecía convertirse en una bocanada de aire a nuestra empobrecida economía, ha caído estrepitosamente. Sólo aquellos que de manera torpe pretenden sorprender a la opinión pública, insisten en sus cuentas alegres. En efecto, los funcionarios no son los responsables de la crisis de la industria sin chimeneas, sino como muchos, víctimas de la inestabilidad que vive la entidad. En la pasada temporada vacacional de verano se percibió con claridad el efecto demoledor de la movilización magisterial y la obstinación de aquellos que se arropan en su impunidad. Es el caso de los comerciantes en la vía pública, que coparon materialmente pasillos y pasos peatonales del zócalo de la capital. No faltaron por supuesto,  los infalibles limosneros de la dádiva oficial, Antorcha Campesina y los triquis, conocidos ya como mendigos perpetuos del erario público.

En el puente vacacional del 15 de septiembre, la ausencia de visitantes fue más que evidente. Y cómo no, si el zócalo huele a podredumbre; la amenaza del magisterio de boicotear la ceremonia de El Grito y como corolario, la Policía Estatal y corporaciones afines, en paro. Según fuentes de la Asociación de Hoteles y Moteles de Oaxaca, el promedio de ocupación fue del alrededor del 45 por ciento. La práctica del chantaje, tan común en las organizaciones sociales y el magisterio, pega de lleno al turismo que mejor busca opciones más sanas. Hay que recordar que los bloqueos realizados en temporadas vacacionales han tenido como resultado el cuasi juramento de los visitantes del país y el extranjero, de jamás volver. ¿Alguien en su sano juicio querrá venir por carretera a conocer nuestros destinos culturales o de playa, para ser extorsionados por normalistas que ya encontraron su veta de oro en el cobro de peaje en las casetas?

La semana antepasada, la carretera Oaxaca-Puerto Ángel estuvo cerrada por más de 12 horas. A la altura de la comunidad ocoteca de San Pedro Mártir, un reducido número de padres de familia, maestros de la Sección 59 y habitantes de otras comunidades como Santiago Apóstol y San Lucas, tuvieron la infeliz ocurrencia de cerrar el paso, como medida de presión para que el IEEPO libere la documentación respectiva de las escuelas que atiende la Sección 59. El bloqueo referido generó indignación ciudadana, frustración de miles de automovilistas, transportistas, pasajeros, enfermos y demás, que deseaban llegar a su destino, ante una autoridad insensible, incapaz de actuar ante estos hechos que no sólo violentan la libre circulación, sino que vulneran los derechos civiles. Uno se pregunta: ¿para qué tanta alharaca con la súper carretera a la Costa, tan publicitada desde hace años y sin concluir hasta hoy, si cualquier grupo no mayor a diez personas, por quítame estas pajas, puede frustrar los deseos de miles de turistas que arriban a conocer lo mucho que Oaxaca ofrece a México y el mundo? Una vez más pues, estamos en manos de bandas de cuatreros y facinerosos. Y el Estado, que tiene el predominio de la ley y la violencia legítima, no mueve un solo dedo. Hay que ver por ejemplo en el Istmo, en donde a veces hay hasta cuatro bloqueos en un solo día, para darse cuenta de la magnitud del daño a propios y extraños.

 

 

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