Oaxaca en la mira, otra vez
De nueva cuenta, igual que en el 2006, nuestro querido terruño, Oaxaca, se pone a los ojos de México y el mundo, como un estado ingobernable y sin ley; como una entidad soberana cuyo gobierno no acierta a mantener el timón; como un barco a la deriva. El saludo frío del presidente de la República, Enrique Peña Nieto al gobernador Gabino Cué o su actitud de descortesía, durante el arranque de la Gendarmería –si damos por cierta la tesis de Raymundo Rivapalacio- dan cuenta de que las cosas ya no son como hace meses, sino que ante la terquedad de seguir sin tocar los intereses de la Sección 22 y permitirle sus atropellos y excesos, incluyendo su propuesta de ley, puede hacer naufragar el gobierno de la alternancia. El sector empresarial tan complaciente y sumiso, llama a un Pacto por Oaxaca; la intervención de los diputados federales y senadores; el arribo de un representante de la Secretaría de Gobernación, Juan Molina Arévalo o la amenaza del titular de la SEP, Emilio Chuayfett, de que la Federación hará valer su derecho ante la SCJN, hacen presumir que las cosas están dando un viraje.
Y es que uno de los fantasmas más nocivos que ha tenido Oaxaca durante las últimas tres décadas, tan pernicioso como su pobreza, su marginación y atomización comunitaria, ha sido el magisterio. Ha sido un lastre para la sociedad y para la educación que imparte el Estado. Y hemos generalizado porque su dirigencia estatal ha establecido un sistema de castigos, presiones y premios, que todos están hoy cortados con la misma tijera. Desde aquellos que se formaron en las heroicas escuelas normales de antaño como el Centro Regional de Educación Normal (CRENO) como en las escuelas normales rurales de Reyes Mantecón y Tamazulapan del Progreso, hasta los más recientes mentores egresados del bachillerato y sin ninguna formación docente, parecen estar en el mismo barco de radicalismo enfermo y desapego docente.
El maestro rural fue formado antaño, con una visión de estar en las comunidades e involucrarse en sus problemas; ser el orientador, el guía moral, el consejero, el asesor. Jamás en su formación se trató de orientarlo para hacer la revolución, para demeritar los símbolos patrios, de revertir el homenaje a nuestros héroes nacionales, para ubicar a otros cuyo pensamiento forjó el marxismo leninismo, de cuyas doctrinas sólo saben superficialidades. ¿Cómo pretendían justificar los “cerebros del Cártel-22, que en el planteamiento del anteproyecto de la Ley Estatal de Educación, se incluyeran conceptos del materialismo histórico, para darle a la iniciativa un perfil eminentemente ideológico?
Desde siempre las escuelas normales, sobre todo las rurales, fueron semilleros de inconformidad. Pero nunca se enseñó a quienes que de ellas egresaron, que había que cambiar el salón de clases por la calle y en lugar de docencia darles a los alumnos adoctrinamiento. Es ese lastre de imitación, de copia fiel de ideas externas, de falta de creatividad, lo que ha forjado entre los maestros, mitos, cartabones y un vocabulario que desde hace mucho dejó de estar en los discursos o el ánimo de los países que fueron socialistas, antes de la caída del Muro de Berlín. Siguen repitiendo como loros, viejas consignas que ni siquiera son nuestras. Y esos vicios de los viejos mentores, los han copiado a pie juntillas los jóvenes egresados tanto de las normales estatales como de los bachilleres, que para ganar indulgencias o plazas, destruyen como vándalos dejando a la docencia, a la didáctica y al apostolado, en el simple papel de caricatura.