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Crisis educativa 

EDITORIALEn el ámbito educativo, por doquier le ha brincado al Gobierno oaxaqueño en las últimas semanas. Uno de los problemas más severos, precisamente por las formas en la que se ha dado la protesta, es la demanda de los alumnos de la Coordinadora Estatal de Escuela Normales de Oaxaca (CENEO), de que se les otorguen 740 plazas docentes sin examen, es decir, de manera automática, algo que definitivamente la administración de Gabino Cué –complaciente de principio a fin con maestros y normalistas- ya no podrá operar, incluso como el año pasado, cuando a través de cierre de carreteras, bloqueos y robo de vehículos con mercancías, los normalistas lograron su propósito. Lo mismo ha ocurrido en días recientes. Incluso, el mismo ejecutivo estatal ha dicho que hacerlo implicaría un grave riesgo de juicio político. En lo que va del mes de marzo, el ahorcamiento de la ciudad, con el cierre de accesos carreteros o la toma de oficinas públicas, ha sido el pan de todos los días. A pesar de la insistente demanda de los sectores productivos de que se aplique la ley e incluso la aprobación urgente de una ley que acote o regule las manifestaciones en la vía pública, la CENEO y sus miembros hacen y deshacen ante la mirada complaciente de la Policía Estatal.

Otro de los problemas que sigue sin resolverse es el que aqueja al Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO), desde hace meses. El director de dicha institución educativa, Ángel Francisco Velasco Muñoz, se ha aferrado al cargo, no obstante el repudio tanto del personal docente como del sector estudiantil. El asunto es bastante complejo. Él mismo promovió, entre los catedráticos, su participación en la Sección 61 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), prácticamente una escisión de la conflictiva Sección 22. Pero hubo un problema adicional: sin consultar a la comunidad estudiantil aprobó la construcción en terrenos de la institución, el estadio de fútbol del equipo de liga ascendente “Los Alebrijes”, lo que motivó una serie de protestas y jaloneos. Amén de que su gestión no ha sido del todo aprobada por maestros y alumnos, Velasco Muñoz dio mayores motivos para que leales a la S-22 bloquearan los trabajos del citado estadio, que se mantienen paralizados desde hace dos meses. Hoy, el conflicto ha llegado a los alumnos que han cerrado importantes cruceros, para exigir la reanudación de las clases.

Por si no fueran pocos los problemas, la Secretaría de Educación Pública, a través de la Dirección General de Institutos Tecnológicos, ha sido omisa en la solución al problema. Se ve entrampada entre las presiones de la S-22 para remover al director del ITO, como de la S-61, que busca su permanencia. En tanto, hay otro escándalo en puerta: las cuentas del Instituto Estatal de Educación Pública (IEEPO), a cargo de Manuel Antonio Iturribarría Bolaños, han estado bajo la mira de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Han salido a flote un sinfín de irregularidades como es el hecho de destinar una suma millonaria para mantener a una casta de parásitos –los maestros llamados comisionados- y el mal uso de una partida presupuestaria destinada al fortalecimiento de la educación básica. Las corruptelas, el tráfico de influencias y las componendas para favorecer a la Sección 22, a través de su Comité Ejecutivo Seccional (CES), que encabeza Rubén Núñez Ginéz, siguen permeando en las auditorías y revisiones que han hecho los sabuesos de la ASF. Desde hace mucho, el sector educativo oaxaqueño ha estado en la mira del Gobierno federal, situación que se puso más en evidencia, durante el paro de actividades que la S-22 decretó al inicio del ciclo escolar.

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