Seguridad en entredicho
Desde el inicio del ciclo escolar 2013-2014, cuyo arranque fue el paro de casi dos meses, los dirigentes de la Sección 22, convencidos de que están llamados a ser los impulsores de la revolución socialista, han seguido desafiando al Estado y jugando con fuego. Insisten en seguir alentando la violencia en la recuperación de escuelas que mantiene la Sección 59 y en vulnerar el Estado de Derecho. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), hasta hace poco un simple membrete, ha tomado fuerza por los yerros y desvíos de funcionarios de la Secretaría de Gobernación, aunque en la semana anterior asomó ya una amenaza de fisura, al constituirse una Comisión Política, que no tiene el consenso de todas las secciones ahí representadas.
Desde el pasado 11 de enero, cuando se celebró su asamblea estatal, la amenaza de bloqueos y desestabilización estuvo pendiendo como Espada de Damocles sobre la sociedad oaxaqueña. Ésta esperaba una respuesta firme del nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Pública, el recién nombrado Alberto Esteva Salinas. Sin embargo, éste salió más tibio que el anterior. En su primera aparición pública afirmó que el uso de la fuerza pública sólo se hará de conformidad con las disposiciones de la Ley que regula el uso de dicha fuerza. En el mismo tenor se pronunció el titular de la Policía Estatal, Cuauhtémoc Zúñiga. Un día sostuvo que los bloqueos serían desalojados sin importar si eran maestros quienes los habían montado. Al día siguiente le hizo segunda a Esteva Salinas. El uso de la fuerza pública será el último recurso, sino que hay que agotar el diálogo.
La postura de los nuevos jefes policiales, Esteva Salinas y Zúñiga Bonilla, se ha perfilado más conciliadora que de mano firme. Se insiste una y otra vez en que hay que agotar primero el diálogo. Esto es, estamos en las mismas. No hay que tocar a maestros, ni moto-taxistas, ni a aquellos que reviertan el orden o vulneren la paz social, ni con el pétalo de una flor. En contradicción a los asaltos, como los recientes cometidos en joyerías y negocios de “Plaza del Valle”, los nuevos responsables de la seguridad pública han desaparecido el cuerpo antimotines y despliegan algunas ocurrencias, como es la de hacer una escultura a los policías caídos en cumplimiento de su deber y otras sandeces, que en nada contribuyen a fortalecer la seguridad ciudadana.
Se ha dicho una y otra vez que Oaxaca ya no tolera más desafíos a la ley; que parte del retroceso o atraso de la entidad, es atribuible a los bloqueos, a la desestabilización, a la constante movilización del Cártel-22, de organizaciones sociales y transportistas. Pero poco podemos esperar de quienes aún no se sientan bien en el cargo y ya se ponen una camisa de fuerza, como ocurrió justamente con el gobernador Gabino Cué, que desde su toma de posesión el primero de diciembre y en su propósito de deslindarse del “Sátrapa de Antequera”, se impuso a sí mismo restricciones para actuar conforme lo dispone la ley. Éste ha sido uno de los motivos por los que el ejecutivo estatal ha sido severamente cuestionado en su postura ante la beligerante Sección 22. Lo cierto es que en días anteriores, tanto maestros como moto-taxistas, impusieron a las autoridades tanto estatales como municipales, un nuevo látigo de presiones y chantaje. Sólo el edil, Javier Villacaña ha dicho que se actuará con mano firme. Los demás, guardan silencio, más si se trata de quedar bien con ellos, con miras al 2016.