Un importante número de vendedores ambulantes decidieron desoír las indicaciones de las autoridades de quedarse en casa aun cuando sus giros comerciales no son considerados esenciales o sólo puedan operar bajo la modalidad de servicio a domicilio. Su necesidad de sobrevivir los lleva a seguir saliendo a la calle, sin hacer caso tampoco de las medidas sanitarias, lo que aumenta el riesgo de ser portadores del virus que está matando a miles en el mundo. Prefieren desafiar al Covid-19 que morir de hambre.
Yolanda PEACH
“Seguiré saliendo a la calle mientras las autoridades nos dejen”, aseguró Rodolfo Díaz, quien vende atole y tamales en la calle. Al igual que otros vendedores ambulantes, no le temen al coronavirus.
Desde que inició la fase dos por la emergencia sanitaria por el Covid-19, los negocios no esenciales se vieron obligados a cerrar.
Salvo algunos casos de resistencia, la autoridad municipal cerró negocios formales y anticipó que, en caso de desacato, se aplicarán multas y clausuras de locales comerciales.
En tanto, en patrullas y a través de megáfonos, policías alertaban sobre los riesgos, llamando a los pobladores a mantenerse en casa.
Sin embargo, comerciantes informales y vendedores ambulantes, continuaban, aunque en menor medida, en las calles.
SIN MEDIDAS PREVENTIVAS
Pese a que son menos los comerciantes informales quienes salen a las calles a expender sus productos, no han tenido el cuidado de usar cubrebocas, guantes ni ofrecen gel antibacterial a los usuarios.
Los ambulantes han argumentado que es su única forma de vivir, ya que viven al día, por lo que se han negado a abandonar el lugar.
Hasta el momento no se han establecido medidas para impedir que los ambulantes salgan a las calles.
“No nos pueden sacar porque si no ¿de qué vivimos? El gobierno no nos va a mantener”, argumenta la señora que vende sándwiches y café en el jardín San Francisco.
No obstante, en el Centro Histórico se aprecian las calles semivacías y muchos comercios están cerrados.
Lo contrario se aprecia en las colonias aledañas. Los comercios permanecen abiertos. Las personas se desplazan en las calles y en el transporte público sin ninguna precaución.
Son escasas las personas que usan cubre bocas en la calle ni procuran la sana distancia.
Los puestos ambulantes salen a las calles, aunque, a diferencia de otros días, se observan vacíos o semivacíos.
“Nos la estamos viendo dura. Acá siempre estaba a reventar y ahora ni un alma se asoma”, advierte un taquero.
Sin embargo, a pocos metros, en un puesto de tlayudas, las mesas están a reventar, sin respetar la sana distancia que se pide, tampoco dan gel antibacterial ni hay forma de lavarse las manos.
“Nosotros no hemos tenido mucha baja en la venta. Nuestra sazón nos distingue y por eso la gente nos busca”, dice la encargada.
En las colonias, los vecinos siguen su vida normal. Salen a la tienda de la esquina a surtirse para el día y en la noche, buscan una cenaduría, aunque ya no todas estén abiertas.
“Tenemos que salir a trabajar, no nos queda de otra”, dice una señora que vende tlayudas en una esquina.
Sin embargo, tiene el temor de que, con las medidas dictadas por el gobernador, pronto empiecen a levantar sus puestos, “y entonces sí, de qué vamos a vivir”.
SE DESPLOMAN LAS VENTAS
Un día antes de dictar estas medidas, los comerciantes se quejaban de que las ventas habían caído estrepitosamente.
Al hablar con el dueño de un puesto ambulante de pollos asados que se instala en los tianguis, refirió que comúnmente vendía 45 pollos al día. Cuando empezó la Jornada Nacional de Sana Distancia la gente dejó de acudir a las calles. Comenzó a invertir sólo en 20 pollos, pero no lograba vender ni la mitad.
Una pareja al frente de un puesto de aguas frescas señaló que las ventas disminuyeron drásticamente, por lo que estaban preparando menos. Las pocas ventas unidas al calor que se ha incrementado en estas fechas, provocan que el agua se les eche a perder.
Doña Mago atiende un puesto de barbacoa de chivo. Admitió que no había podido sacar su venta, “vendemos uno que otro taco, imagínese sí esto se pone peor (…) realmente estamos al día”.
Detalló que invierte tres mil pesos en el animal, además de la leña, las plantas de maguey y el adobo.
Sólo si se vende toda la carne salen a tablas, las ganancias la sacan del consomé y verduras.
“Se trata de algo que no se puede guardar para mañana, porque si no, se descompone”.
Al platicar con un taquero en un tianguis, indicó que las ventas bajaron más del 80 por ciento, “vinimos porque es un compromiso”, dijo al explicar que el compromiso es con los vendedores de carne, que le dan un precio de mayoreo.
Sin embargo, está preparando alrededor del 60 por ciento menos y, aun así, no se le vende.
Indicó que las taquerías grandes decidieron cerrar, por lo que imaginó que sería una buena oportunidad para vender, pero no fue así.
Por su parte, Israel Ramírez Bracamontes, advirtió, a través de su cuenta de Twitter, que no cerrarían los mercados. “Todos necesitamos víveres y más ahora ante lo que ocurre, por eso no vamos a cerrar (…) al contrario, estamos manteniendo los mejores precios y la mayor calidad”.
El dirigente de un gran sector del Mercado de Abasto admitió sobre el peligro que encierra la emergencia sanitaria; sin embargo, enfatizó que contribuirían con la instalación de dispensadores de gel a base de alcohol.
MIEDO DE SALIR
El encargado de una verdulería en la vía pública advirtió que ya no sale mucha gente a la calle, por lo que sus ventas han disminuido un 60 por ciento. No obstante, la mayoría se está retirando más temprano.
Una mujer, que pone su puesto de pollos dijo que las ventas siguen de bajada. “A esta hora estoy por acabar”, indicó a mediodía con una decena de pollos sobre la mesa.
Añadió que sus clientes la buscan por ofrecer pollo fresco, por lo que todo el pollo que se le queda lo utiliza para su consumo familiar.
“Hay que ver las cosas positivas, tenemos que seguir (…) cuando empezó esto creía que Italia se lo merecía, pero después me di cuenta que hay que tener compasión”, confía.
“No se debe perder la fe, antes no había tecnología ni medicamentos, no podemos parar. Si te caes con algo así el temor lo destruye todo. ¿Estamos tirados? No ¿verdad? Tenemos que salir adelante”.
Un joven que vende su cosecha orgánica, dijo que actualmente vende un 80 por ciento menos. “Por lo general vendo 100 pesos diarios, ahora sólo 20”.
Por su lado, los encargados de una pescadería en la vía pública señalaron que la gente ya no les compra como antes, “no vienen a comprar, tienen temor de salir”.
Indicaron que sus ventas bajaron 70 por ciento, “no traemos mucho para no tener que regresarlo, pero aun así no se vende. Si sigue bajando, la próxima semana no venimos”.
En lo mismo coincide un matrimonio que vende carne. “Si esto empeora mejor no venimos, no por vender vamos a arriesgarnos”.
Indicó que la primera semana las ventas habían bajado un 20 por ciento, después otro 50 por ciento más. “Se trata de productos perecederos. Si dejamos de vender, por lo menos tendremos qué comer”.
“Pobre gente, si tengo hambre, lo frío o lo aso, lo que nos da temor es que aumente la delincuencia”.
PREFIEREN ENFERMAR DE COVID-19
Vendedores ambulantes advierten que las cifras por las pérdidas económicas que se generen por esta emergencia sanitaria son incalculables.
Incluso los empresarios, cuyos negocios están permitidos abrir, indicaron que las ventas seguían a la baja, pese a que, en el caso de productos perecederos, habían disminuido su producción a la mitad. En estos casos, sólo pueden operar en la modalidad de servicio a domicilio.
Advirtieron que, aunque muchos negocios acataron la medida de cerrar, otros se resisten, sobre todo el sector informal, que continúa saliendo a las calles sin garantizar los protocolos de salud.
En Oaxaca quedó establecido que las actividades no esenciales en todos los sectores se suspendieran de manera inmediata. Se dio cumplimiento a las medidas de seguridad obligatorias de acuerdo con la declaración de emergencia sanitaria que emitió el Consejo de Salubridad General.
En la ciudad de Oaxaca de Juárez, policías estatales, municipales e inspectores comenzaron el cierre de establecimientos comerciales no esenciales y no prioritarios.
Sin embargo, los vendedores ambulantes, continúan en la lucha.
Rodolfo Díaz, el vendedor de tamales y atole, advierte que es más fácil para los que realmente son ambulantes, “los que no tenemos puesto semi fijo, sino los que le buscamos recorriendo calles”.
Indicó que, si bien se vieron afectados porque sus principales clientes laboran en dependencias gubernamentales y oficinas, mismos que ahora están en cuarentena, les queda ir ofreciendo en las casas particulares.
“Tendremos que esperar, ahorita viene lo más fuerte, así que hay que buscarle por otro lado hasta que ya no se pueda. Mientras nos dejen salir, ya veremos dónde”, indicó al agregar que ahora, hasta vende gelatinas.
Admitió que no lleva consigo gel antibacterial, aunque asegura que todos sus productos están elaborados con higiene. “No es que no tema al coronavirus, pero no puedo ir con el gel, porque aparte, está agotado y en los negocios donde venden está muy caro”.
Indicó que, aunque la venta es baja, procura sacar lo del día, por lo que ahora debe recorrer más calles para poder vender lo que se preparó.
“Estamos pasando por la peor crisis económica de la actualidad. Sé que vienen tiempos muy difíciles para todos, pero no ha llegado el tiempo de claudicar. Tendemos que seguir saliendo, mientras nuestra salud nos lo permita”.