Por Teo Luna
Drogadicto hipócrita
No hay peor ciego que el que no quiere ver
Después de hacer una antesala, prolongada en tiempo y en personas, pasé al despacho del maestro Manuel, ahí estaba como si nada le preocupara, vestido de blanco, un hombre mayor de 60 años medio mundo lo respetaban y le decían “Maestro Manuel” Yo fui ampliamente recomendado, me presenté ante él, pesando menos de 50 kilos, temblando, en una depresión tremenda, sintiéndome nada, peor que cucaracha, triste, extremadamente triste, con mi autoestima más abajo que abajo, con mi piel seca, áspera, mi mente dormida, retarda, mi lengua torpe, se atoraba al hablar, la garganta sin saliva. “Estás embrujado, alguien te hizo un trabajo muy especial, ve cómo te han dejado, sentenciado a morir”. Yo me sentía muy mal, mis emociones estaban a flor de piel; fui a tres sesiones, la primera, me hizo una limpia con los ojos cerrados, al abrirlos había un mundo a mi alrededor, la segunda, fue una limpia de fuego y alcohol, junto o con un masaje y la tercera con machetes y hierba de pirul, cargué amuletos, me bañé en mi tina con infinidad de hierbas e hice todo lo que el maestro me indicó para quitarme el embrujo que me habían hecho, la verdad de las cosas, todo iba de mal en peor y más en ese momento de resignarme que alguien me había hecho algún maleficio. Nada estaba bien en mí, sin un hogar estable, vivía siempre con dolor, mi mujer estaba en casa de sus papás, yo sin trabajo, sin dinero, lleno de deudas, deprimido, “embrujado”.
Maniaco depresivo, neurótico, drogadicto
En poco tiempo, la droga había transformado mi personalidad, perdí la figura e imagen, había días que no me bañaba, me daba pereza arreglarme, ponerle acción, salir a la lucha diaria, prefería quedarme en cama conmiserándome, lamentándome del hubiera, buscando la inmortalidad del cangrejo, dándole vida a la loca de la azotea, lleno de soberbia, desbordado de arrogancia y mostrando un falso orgullo, estaba atrapado en mi adicción, ya con pérdidas de todo, como de mi libertad, ya no era mi tiempo, era el tiempo de la cocaína, la morfina, los antidepresivos, eran y fueron pérdidas de dinero, salud, de energía, negado a aceptar a que ya tenía un serio problema por mis adicciones, no veía la pérdida de mi matrimonio, ni la destrucción de mi hogar y todo se lo llevó la tía de las muchachas; fueron muchas noches de loco, buscando por todos lados prendas e indicadores de que mi mujer me era infiel, generé que me querían matar, dormía con dos cuchillos y puedes visualizar mi recámara, repleta de vasos medios llenos, medio vacíos, los ceniceros repletos de colillas de cigarros, ropa sucia por todos lados, papel tirado con los que me limpiaba la nariz, todo un desastre, el típico cuarto de un adicto mediocre, sin autoestima, ni sentido de responsabilidad.
Nancy la negada
Hace 19 años estuve en Oceánica, recién la habían inaugurado, yo fui por alcohólico, aunque me costaba mucho trabajo aceptarme como alcohólico, más aún decir: Hola soy Ernesto, un drogadicto, un alcohólico. Más acéptame como neurótico, celoso empedernido, maniaco depresivo, fármacodependiente y enfermo emocional, así llegué a la clínica de Mazatlán, diciendo, soy alcohólico, cuando debí haber dicho. SOY COCAINOMANO y todo lo demás, no lo dije, me engañé a mí mismo y saliendo del tratamiento, me reventé con un pase de cocaína. El caso es que me sorprendió ver todo un cuadro, el de Nancy, una fármaco adicta a las pastillas, se metía toda una farmacia y no duró ni dos días, le pegó el síndrome de supresión y no pudo quebrar sus ideas de su compulsión, la verdad, que a mí me impactó su piel, amarillenta, cómo arrastraba la lengua al hablar, no ligaba ideas, divagaba, estaba hipersensible, de todo lloraba, pesaba más de 100 kilos, triste, apagada, sin vida, sin luz, tiempo después, ese era mi espejo, yo estaba peor que Nancy.
Nadie escarmienta en cabeza ajena
Por desgracia, hay mucha ignorancia respecto a esta maldita enfermedad perversa del alma, a la que yo llamo, La Saliva del Diablo; una noche, en un momento muy duro, yo recibí en mi casa a un amigo de una de mis hermanas, y me llevó un mundo de pastillas, marcándome horarios y cantidades, yo estaba drogado de vodka, cocaína y morfina, recuerdo que comencé a atascarme de Rivotril y los síntomas no se dejaron esperar, comencé a alucinar, todo me daba vueltas, la música se escuchaba distorsionada, rara, horrible diría yo, con mensajes del más allá, los techos subían y bajaban, en la recámara, traté de acostarme, pero un rayo luminoso, rojo, daba vueltas a una velocidad increíble, no me gustó la sensación de la droga, fue el coctel el que provocó el que alucinara, aun así, en un par de días, los frascos quedaron vacíos y me prendí del Rivotril, que para mí, es una de las pastillas más potentes que he probado y no es receta, ni sugerencia, el que quiera probarlas y romperse tuti la madona, es su elección, yo me puse sumamente mal y ese malestar que causó en mí el Rivotil, no se lo deseo a nadie.
Prescripción médica equivocada
Muchos siquiatras recetan estas bombas, sin percatarse de los antecedentes neuróticos y alcohólicos de los pacientes, por desgracia los hacen adictos, los hacen drogadictos, fármaco dependientes y después no pueden salir de la adicción, porque entre más se meten, más quieren y lo mismo pasa con las tachas, las anfetaminas, el éxtasis y toda esa porquería que usan muchos hombres y mujeres jóvenes en los antros, comienzan buscando el placer, la sensación, tener un sexo más pasional, sentirse en órbita, pero terminan podridos por dentro, sin poder dejar las pastillas, ligado a ello, el alcohol, la marihuana e infinidad de sustancias; los fármacos atrofian el cerebro, matan neuronas, entorpecen el pensamiento y lesionan la memoria, los reflejos, la vista, el olfato y la sexualidad, hay un mundo de fármacos y la gran mayoría causa adicción y la adicción es progresiva, incurable, mortal, muchos mueren de sobre dosis, de paros cardiacos y respiratorios, muchos están muertos en vida, otros suplen una droga por otra, dejan una adicción y se prenden de las pastillas, tristemente, hay infinidad de mujeres en los trabajos, en la calle, drogadas, adictas a los antidepresivos. Una vez vino la mamá de un niño marihuano a verme a mí estudio, desde que la vi, la observé, y la escuché hablar, supe que era adicta a los fármacos, -¿Qué te metes?-, le dije fríamente -No, no me meto nada, mi hijo es el del problema, no yo-, -Mira, discúlpame, pero tú usas antidepresivos, tienes toda la característica. -¿Cómo lo supo?-, – Yo soy farmacodependiente-, -¿Qué usa?-, me preguntó, -solo por hoy, no uso nada de sustancias, pero usé el tipo de pastillas que tú usas-, ella está prendida del Tafil, comenzó a usarlo para dormir y bajar la ansiedad, ahora, las cajas se le vacían con gran facilidad.
Cualquiera que quiera, ahí no se queda
La Saliva del Diablo, es como si fuera un aparato de televisión, ahora, hoy en día,cualquiera tiene uno, dos, o tres en casa, vaya, el país entero está lleno de adictos y los hay, desde los adictos a los aparatos electrónicos, las adictas a sufrir, las codependientes, claro, los adictos al sexo, a las mentiras, a las tranzas, hay adictos a ser corruptos, deshonestos, adictos al trabajo, al juego, las apuestas, adictas a la limpieza y el orden, adictos a meterse en lo que no les importa, adictos a la pereza, al alcohol, a las pastillas, la marihuana, adictos a infinidad de sustancias como el tinner o la pintura en aerosol; ahora, adictos al cristal, al éxtasis y a tantas porquerías. “El que esté libre de culpa, que aviente la primera piedra”, yo lo viví y vivo de milagro, soy adicto al cigarro, solo por hoy no, me volví adicto a las depresiones, hoy no, me volví mi propio enemigo, hoy no y trabajo día con día en mi recuperación, y sé que fui un drogadicto hipócrita, logré engañar a mi mujer, a mi familia, todos los que me conocían; el consumo de cocaína y morfina por más de 7 años, usé pastas a escondidas y me hice adicto a los antidepresivos y llegué a probar de todo y sin medida, hoy, sé que vivo de milagro y trato de vivir mis días en plenitud, vivir el día de hoy como si fuera el último de mis días y dar lo mejor de mí a mis semejantes. -Quiérete tantito-, me decía mi querido amigo El Tulipán. Hoy me quiero mucho, mucho, muchote, hoy no tengo todo lo que quiero, pero quiero todo lo que tengo.