Tal cual
LUIS CARLOS RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
La muerte de la alumna del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Oriente de la UNAM, Aideé Mendoza, resume lo que ocurre en materia de inseguridad en la Ciudad de México: Una violencia desbordada, con autoridades negligentes que a una semana del crimen aún no tienen una idea clara de lo ocurrido con lo que se perfila que concluirá como la mayoría de los delitos la capital: en impunidad.
Conferencias de prensa, discursos, comunicados y programas tanto de la procuraduría capitalina, Ernestina Godoy y de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, hablando de hipótesis de que el victimario estaba en el grupo de alumnos, de narcomenudeo y de balas perdidas, así como de programas demagógicos como “Sendero Seguro” para proteger a los estudiantes del CCH-Oriente, luego del asesinato de tres alumnas en ocho meses.
Es decir, tuvieron que morir tres alumnas, dos secuestradas en las puertas del plantel y la otra acribillada en un salón de clases, para que el nuevo gobierno capitalino, su procuradora, su jefe de policía -Jesús Orta Martínez- voltearán a esa escuela del oriente de la capital para decir que para “agosto” entrará en vigor en 29 planteles de la UNAM y del Politécnico el programa “Sendero Seguro”.
Pues que no ya existía, como se jactan unos días después del crimen la procuradora Ernestina Godoy y autoridades de la UNAM. Es más, una semana antes del caso de Aideé Mendoza, la diputada federal, Frida Esparza, presentó un punto de acuerdo para exhortar a estas mismas autoridades, incluido el rector Enrique Graue, a reforzar la seguridad, iluminación y seguridad al interior y en los alrededores del CCH-Oriente. Nadie respondió, hasta que ocurrió la tragedia.
En un reportaje de la Agencia Notimex varios alumnos del CCH-Oriente expusieron lo que piensan de la inseguridad en el plantel, sus alrededores y el programa “Sendero Seguro”: “Aquí lo único seguro es que saliendo te asalten. El Periférico Oriente hacia el Eje Seis Sur, a pesar de que hay lámparas en los postes, nunca las prenden. Lo mismo sobre Avenida Universidad”, dijo María Hernández, alumna de sexto semestre.
La procuradora Ernestina Godoy no tiene idea de dónde está parada. Se evidencia la negligencia en este caso emblemático para la comunidad estudiantil, primero al asegurar que el disparo habría salido al interior del salón donde había 10 alumnos más y el profesor de matemáticas. De ahí surgieron las versiones de la “pluma-pistola” por ser de un calibre pequeño.
Días después Ernestina Godoy cambió la radicalmente la hipótesis a la de una bala pérdida que habría sido disparada de unos 200 o 300 metros de distancia y se destacó que era un calibre de 9 milímetros, es decir un arma de uso exclusivo del Ejército. De ahí se empezó a perfilar que el disparo pudo venir de unas instalaciones de la Secretaría de Marina, a unos 200 metros del CCH-Oriente.
Godoy aseguró que la Secretaría de Marina estaba colaborando con las investigaciones y peritajes del caso. “Estamos en contacto con la Secretaría de Marina. El jefe de la Policía de Investigación habló con ellos y ellos no tienen ese tipo de arma que pudiera disparar este calibre”, dijo la funcionaria. Sin embargo, la dependencia federal no ha hecho ningún pronunciamiento o comunicado al respecto.
Otra parte de la negligencia tanto de la UNAM como la procuraduría capitalina que pudo derivar en la muerte de Aidee Mendoza. La tarjeta informativa oficial que la PGJCDMX que emitió a los medios la noche del lunes 29 de abril sobre lo ocurrido en el CCH Oriente, subraya que una estudiante de 18 años de edad había resultado herida por un disparo de arma de fuego y señaló textualmente que “los hechos se registraron a las 16:45 horas” y que la joven fue trasladada a un hospital “donde falleció”.
Ello contradice un reporte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que indica que policías preventivos del sector Santa Cruz, dieron cuenta que los hechos ocurrieron a las 15:00 horas. Es decir, hay un desfase de dos horas, donde no se sabe qué hicieron los paramédicos, las autoridades del CCH, de la propia UNAM y la procuraduría capitalina. Si la estudiante recibió o no en esas dos horas atención médica, por qué no fue trasladada a un hospital del ISSSTE que está a menos de 10 minutos.
La postura de la UNAM, su rector Enrique Graue, es por decir lo menos penosa, triste, al no cuestionar todo ello. Al solapar con su silencio todos estos tumbos en la investigación, en la actuación de las autoridades, incluidas las del CCH-Oriente. Condenar la muerte de Aidee Mendoza no es suficiente, sólo abona a la impunidad. Tal Cual.