José CÁRDENAS/Excélsior
La noche de Iguala no terminará. No habrá amanecer mientras no se castigue a quienes cometieron el crimen.
Así decidió caminar el Presidente de la República en la reunión de alto voltaje.
Lo advertimos, no hubo sorpresas. El encuentro entre los padres de los 43 de Ayotzinapa y el Presidente de la República resultó un diálogo de sordos que transitó el abismo del dolor profundo.
Los ofendidos plantearon ocho demandas, ninguna se aceptó; el gobierno hizo seis ofrecimientos, ninguno transitó. Enrique Peña Nieto agradeció la oportunidad de escuchar, los padres reclamaron la falta de respuestas.
“No habrá carpetazo” garantizó el Presidente. Llamó a los ofendidos a buscar juntos la verdad: todos “estamos del mismo lado”, insistió… pero estando del mismo lado, unos y otros miran en direcciones opuestas.
Si la investigación sigue abierta, el gobierno debe aclarar qué piensa hacer con la “verdad histórica” proclamada por Jesús Murillo Karam. Si las familias en realidad quieren saber la verdad verdadera, deben estar dispuestas a aceptar hechos incómodos y dolorosos.
Si la noche de Iguala fue provocada por un asunto de drogas, si el quinto camión llevaba heroína, si había rojos entre los estudiantes y si por unos cuantos pagaron todos, debe contarse con claridad. La verdad es una y debe revelarse, aunque hiera o sea políticamente incorrecta.
No se puede llegar a la certeza si los familiares de los desaparecidos insisten en que el gobierno tiene la culpa de todo y la autoridad siga matizando una narrativa en el falso afán de proteger a las instituciones y evitar el riesgo de criminalizar a las víctimas.
Las vidas de los padres han quedado destruidas, pero, también, la credibilidad de un gobierno incapaz de llegar al fondo de los hechos que desnudan la corrupción y la ineptitud del Estado.
La noche de Iguala no terminará. No habrá amanecer mientras no se castigue a quienes cometieron el crimen ni a quienes jugaron políticamente con la tragedia. Tampoco, si no se aclara quiénes llevaron a los estudiantes a una trampa mortal.
Aunque no lo parezca, Ayotzinapa es una oportunidad para saldar cuentas, por el bien de los padres y por el bien de las instituciones.
Mientras esto no ocurra, una enorme bomba de tiempo seguirá activada.
EL MONJE LOCO: ¿El exprocurador Murillo Karam manipuló la investigación de Iguala?, ¿lo engañaron sus subalternos?, ¿está bien hecha la averiguación de Murillo Karam y realmente la auditoría de los investigadores independientes es tan débil, como algunos han sugerido?
Twitter: @JoseCardenas1