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Abarca: así era, así vivió…

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Por Martín Moreno / SinEmbargo

@_martinmoreno 

29oct2014-PlatosRotos“¡A ver, hijo de la chingada, ya me tienen hasta la madre…o te separas de Cardona o vas a correr la misma suerte…!”, le advirtió el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, a Ernesto Pineda Vega, quien fuera cercano a Arturo Hernández Cardona, líder social de la Unión Popular, al que Abarca hacía alusión.

Días después, Hernández Cardona fue ejecutado junto con otros integrantes de la UP de Iguala: Félix Rafael Bandera Román y Ángel Román Ramírez. Hernández Cardona  –afiliado, igual que el presidente municipal, al PRD- era rival político de Abarca. Así solucionaba sus conflictos políticos José Luis Abarca: con ejecuciones. Aplicaba el viejo dicho de arrabal: “Para qué discutir lo que se puede arreglar a chingadazos…”.

Eran los primeros días de junio de 2013. Tiempos del poder absoluto de Abarca y de su esposa, Ángeles Pineda –“la pareja imperial”, los motejó la prensa-, y su futuro parecía promisorio: la mujer – autoritaria, guapa, arreglada siempre con coquetería-, sería la sucesora de su esposo en la Alcaldía de Iguala, trepados ambos sobre las tumbas de los hermanos de Ángeles: Alberto, “El Borrado”, y Marco Antonio, “El MP”, cabezas del grupo criminal “Guerreros Unidos” y ajusticiados por los Beltrán Leyva.

Ángeles Pineda iba a ser alcaldesa igualteca. José Luis Abarca sería diputado federal por el PRD. Los “Guerreros Unidos” – bien unidos al matrimonio Abarca Pineda-, seguirían intocables en Guerrero.

Todo pintaba de maravilla para la pareja imperial. Hasta que llegaron los normalistas de Ayotzinapa aquella noche del 26 de septiembre de 2014.

 

*****

 

-Pues yo estaba bailando con mi esposa al ritmo de la “Luz Roja” de San Marcos, y no me enteré de la situación…-, dijo un desenfadado Abarca el sábado 27 de septiembre, apenas horas después de que en el municipio que él gobernaba –Iguala-, tres normalistas de la escuela “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa y tres civiles más, habían sido asesinados por policías bajo su cargo.

“Yo andaba en el baile”, señaló, chabacano, el alcalde Abarca. A mí mis timbres. Aún más: Abarca justificó el ataque a los normalistas: “Esos muchachos siempre hacen que los policías caigan en provocación…”. ¿Y por eso los mataron y desaparecieron?

Hábil para las relaciones públicas, apuntalado siempre por su esposa Ángeles y los vínculos criminales con “Guerreros Unidos”, Abarca se volvió loco con el poder en Iguala. Se sintió intocable bajo cualquier circunstancia. Se sabía protegido y bien apoyado por sus ligas con políticos.

Allí están sus fotografías con Peña Nieto. Con Ángel Aguirre Rivero. Con López Obrador. Con Armando Ríos Piter. Las mostraba y las presumía. Nada le podían hacer a él, al futuro diputado federal. Mucho menos un grupo de normalistas revoltosos que llegaron a reventar el destape oficial de su esposa, bajo el disfraz de “Informe del DIF”. Pero la soberbia, que es el pecado de los estúpidos, perdió a Abarca. Lo mató.

 

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La Procuraduría General de la República (PGR) conoció de manera oficial, desde mayo pasado, las relaciones criminales del alcalde igualteca, José Luis Abarca, y no hizo absolutamente nada por investigarlo. La PGR fue omisa y su irresponsabilidad provocó mayor violencia y muertes en Iguala.

Al menos en dos ocasiones – el 2 de mayo y el 16 de julio de 2014-, autoridades judiciales de Guerrero pusieron sobre aviso al titular de la Unidad Especializada de Investigación de Delitos en Materia de Secuestro de la SEIDO, Gualberto Ramírez Gutiérrez, sobre acusaciones directas y graves en contra de Abarca, y respecto a homicidios en los que el presidente municipal igualteca estaba involucrado.

Nada se investigó. La declaración ministerial de Ernesto Pineda Vega fue notificada por autoridades guerrerenses a Ramírez Gutiérrez el 2 de mayo, y en la cual había elementos suficientes para abrir una investigación en contra de Abarca.

Esto decía Pineda Vega: “La Organización Guerreros Unidos ha secuestrado a innumerable número de personas y desaparecido a otras tantas, uno de los que recuerdo lo conozco como Luis Pacheco y su esposa, a quienes secuestraron en el mes de marzo de este año; el motivo fue por que le fueron a reclamar al Director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores Velázquez, y el presidente municipal, José Luis Abarca Velázquez, que les entregaran a su hijo, dando éstos la instrucción al “M”, Mario Casarrubias, y a su hermano, que le dicen el “Mochomo”, Rafael Casarrubias, los cuales son el brazo armado del presidente municipal y del Director de Seguridad Pública, (y) también forman parte de la organización de los Guerreros Unidos; el Comisario Ejidal de nombre Antonio Bustamante Nájera, así como su tío Fausto Nájera y otro familiar que sólo conozco con el nombre del perico Belem, Moisés y Maximino de apellidos Pedraza Salgado, así como a los hermanos conocidos como Los Peques de nombres Tío, Osiel, Orbelin, Mateo y Salvador, todos de apellido Peralta Rodríguez, de los cuales sé que Orbelin tiene orden de aprehensión por el delito de secuestro… “…también yo sé que había mandado asesinar al síndico Municipal, Justino Carbajal, quien es familiar de Félix Salgado Macedonio, y a Rafael Ochoa, quien era líder de la colonia que se encuentra a la salida a Taxco, misma colonia que se apropia José Luis Abarca, con la finalidad de tener el mando de otras colonias ya que no quiere a ningún líder que le haga contrapeso… “…otras personas que manda levantar es a los dueños de una Gasolinera y a sus trabajadores, siendo estos aproximadamente veinte; esta gasolinera se encuentra a la salida de Teloloapan, por cierto sigue aún cerrada, ya que no tuvieron dinero para pagar su rescate.

Estos hechos tienen pasadito de un mes. Su forma de operar es que la policía municipal levanta a las víctimas y ellos las entregan a los Guerreros Unidos y después éstos se encargan de negociar y pagar sus rescates…”. Hasta aquí las declaraciones de Pineda Vega.

Es decir: la PGR sabía que Abarca pertenecía a “Guerreros Unidos”, que había mandado matar al síndico de Iguala, Justino Carbajal, y al líder de colonos, Rafael Ochoa, y que, entre otras acusaciones, mandó levantar a dueños y empleados de una gasolinera que se negaban a pagar extorsión, y aún con todo ese cúmulo de acusaciones, se quedó cruzada de brazos. Nada hizo la PGR.

 

*****

 

Domingo 28 de septiembre de 2014. Una llamada telefónica entra al celular de José Luis Abarca (JLA), presidente municipal de Iguala, creciendo ya, como bola de nieve, lo ocurrido en la ciudad; todo mundo habla de los estudiantes asesinados y de –entonces- cincuenta y ocho más desaparecidos. La noticia escala a niveles alarmantes y criminales por todo el país.

Abarca responde a preguntas del secretario general de Gobierno de Guerrero, Jesús Martínez Garnelo (JMG), quien del otro lado de la línea se escucha afligido:

(JMG): ¿Dónde está ahorita usted?

(JLA): Yo aquí estoy en mi oficina trabajando normalmente… (

JMG): Pues valdría la pena que echáramos una platicada más tarde…

(JLA): Sí…usted ya me dice y yo me traslado por allá…

(JMG): Pues a las dos de la tarde nos veríamos…

(JLA): ¿A las dos de la tarde? Pues yo creo que…eh…tengo algunas entrevistas…pero si usted me dice no importa, yo me voy…

(JMG): Muy bien. En cuanto a Iguala, la Policía del Estado ya tiene resguardo…el Ejército y la Policía Federal que es la que tomó el mando ahorita allí, en Iguala,…

(JLA): Está bien…entonces yo me voy ahorita al Palacio de Gobierno o a dónde me voy en Chilpancingo…

(JMG): Aquí nos veríamos en el Palacio de Gobierno…

(JLA): ¿Allí en su oficina?

(JMG): Por favor…

(JLA): De acuerdo, allí estaré, a las dos de la tarde…

Hasta aquí la conversación entre Martínez Garnelo y José Luis Abarca, difundida en televisión. Abarca nunca llegó a Chilpancingo aquél domingo 28 de septiembre. Prefirió huir.

 

*****

 

Abarca y su esposa Ángeles Pineda fueron detenidos, de madrugada, en el pueblo urbano de Santa María Aztahuacán, en Iztapalapa. Estaban escondidos en un cuchitril a medio construir, acompañados de siete perretes. Treinta federales los detuvieron. Hasta donde se sabe, no traían escoltas ni iban armados.

“Allí vivía una señora desde hace un año con los perros”, dicen los vecinos. Abarca y Ángeles, la pareja imperial, ni por los perros volvieron. Atrás quedaron sus sueños de grandeza y de poder. La cárcel les espera.

(Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/05-11-2014/28777)

 

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