José RUBINSTEIN/Excélsior
El recurrente discurso del “aquí no pasa nada”, del “estamos mejor que en otros lados” y del “previsor blindaje de nuestra economía contra las calamidades del exterior”, utilizado por autoridades monetarias del país, recae mayormente en la indiferencia de escuchas y lectores de frágil memoria.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, en tranquilizante declaración del pasado abril, sostuvo que contamos con un arsenal de 270 mil millones de dólares para enfrentar cualquier contingencia, como sería una posible salida de capitales o una mayor depreciación del peso frente al dólar, debido a la crisis financiera global. México está preparado para afrontar la inminente tormenta, con reservas acumuladas en dólares —reservas al 28 julio por 190 mil 711 millones de dólares—, además de contar con una línea de crédito flexible con el FMI por 72 mil millones de dólares. “La turbulencia va a llevar a un mejor escenario porque en Estados Unidos están subiendo las tasas de interés y a la postre eso va a beneficiar al crecimiento económico del país”. Carstens pronosticó cerrar el año con una inflación menor a 3 por ciento. Pregunto: la contingencia llegó, la paridad peso- dólar viene en picada ante la cacareada amenaza del aumento en las tasas de interés —que no ha ocurrido— en Estados Unidos, ¿en verdad nos beneficiaría dicha alza de las tasas de interés? Y en cuanto a la baja inflación, ¿no será que el disminuido poder adquisitivo presiona a mantener precios, a costa de las utilidades?
Advertimos ciertos riesgos económicos que presagian indeseables eventos que definitivamente los mexicanos nos negamos a revivir. En el primer trimestre de 2015, el sector público emitió bonos en el exterior por nueve mil 401 millones de dólares para financiar el déficit en las finanzas de dicho sector, alcanzando un total de 33 mil 541 millones dólares durante la presente administración, cifra sin precedente. El monto de la deuda neta del sector público federal, desde diciembre 2012 a abril pasado, se incrementó 34%, llegando a siete billones 163 mil millones de pesos.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado ha criticado el alto gasto público del presente ejercicio —asignado en su mayoría al gasto corriente—, ignorando el anunciado recorte presupuestal dentro de un contexto de opacidad y manipulación de la información de las finanzas públicas, reclamando más transparencia y efectiva aplicación de la nueva ley de disciplina fiscal.
La balanza comercial del país durante el primer semestre del año mostró un déficit de cuatro mil 52 millones de dólares, ¡12.5 veces más que en el mismo periodo del año anterior! El panorama financiero global afectó deplorablemente la circunstancia sexenal, principalmente, por el desplome del precio del petróleo. Posterior a las decepcionantes licitaciones del tren bala México-Querétaro y la de dos nuevas cadenas de televisión abierta, se verificó la esperada subasta conocida como Ronda 1, en la cual, por primera ocasión en 77 años, se aceptó inversión privada en la explotación petrolera. De 18 mil millones de dólares que se contemplaba recabar, únicamente se adjudicaron dos bloques —a un mismo postor— por dos mil 600 millones de dólares.
Pemex presentó pérdidas durante el segundo trimestre de 2015 por 84 mil 600 millones de pesos, 61.8% más que el mismo periodo del año anterior, de las cuales, exclusivamente por efectos devaluatorios correspondieron más de 32 mil millones de pesos. Por su parte, la CFE perdió en el primer semestre del año 35 mil 592 millones de pesos, casi el triple que en el mismo periodo de 2014. La fluctuación cambiaria afectó en 12 mil 488 millones pesos. Sin embargo, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, aseguró que la devaluación del peso no significa un riesgo para la deuda externa, debido a que únicamente 22% de la misma fue contraída en dólares.
Datos del Coneval arrojan que en México habitan 55 millones de pobres —46% de la población— y 40 millones considerados vulnerables. Nuevamente fue ajustada a la baja la expectativa de crecimiento económico del país para 2015, a 2.4% del PIB. La devaluación del peso frente al dólar desde inicio del sexenio es de 27%, proyectando los analistas una pronta paridad a 17 pesos por dólar.
Aquí sí pasa algo, el estar mejor que en otros lados no significa estar en jauja y el blindaje de nuestra economía podría haber sido de un más resistente grosor. Desde luego, no podemos controlar imponderables, pero cuidemos lo que tenemos y no gastemos lo que no tenemos.
