Por Teo Luna
Vale la Pena
No hay mayor placer que servir
Hace 14 años comencé a escribir mi columna De Adicto a ADICTO en El Heraldo de Chihuahua, bajo el seudónimo de Teo Luna, gracias a la confianza y apoyo del Dr. Javier Contreras Orozco, su director; llevo más de 720 artículos publicados y, ahora, felizmente, por semana me distinguen cerca de100 periódicos impresos que publican periódicamente mi sección en Canadá, Estados Unidos, periódicos hispanos, así como en América Latina y prácticamente, toda la República Mexicana, de igual manera, me hacen el favor de difundir mi espacio infinidad de periódicos digitales y páginas web de todo el mundo, día con día, sigo en pie de lucha buscando más publicaciones, más personas a quien servir. Este espacio, me ha permitido consolidarme como escritor, con mis 11 obras, 9 de ellas, relacionadas a mi enfermedad, como son: La Saliva del Diablo, Ayer y Hoy, Secuestrada por un Neurótico, Tiempos de Luz, Buzos Caperuzos, Parejas Disparejas, Un Drogadicto en Casa, Celotipia Infernal, Obsesión que mata y Crisis Creces. De Adicto a Adicto, me ha permitido trabajar mi recuperación al cumplir semana a semana con mi cuota de producción que es de tres cuartillas y media, he trabajado el cúmulo de defectos de carácter, patrones de conducta, apegos, miedos, frustraciones y toda la energía negativa que felizmente he trascendido. Me regala, mi Teo Luna, la oportunidad de dar el mensaje, de informar, orientar y de concientizar, de atender el dolor de madre, de esposa, de familiares de adictos y alcohólicos. Me regala el ir a las colonias populares, escuelas, anexos, grupos de auto ayuda y empresas a dar el mensaje de vida y de esperanza.
Regalo tras regalo
Hay mucho por agradecer y lo palpo cuando las personas me detienen en la calle, en los centros comerciales o en cualquier lado y me hablan de mis artículos, me regalan sus comentarios, felicitándome por la columna, recibo un buen número de correos electrónicos, llamadas telefónicas, mensajes en Facebook de personas pidiendo ayuda, la verdad que me hace muy feliz que el espacio sea útil para las familias que tienen el problema, sé que a muchos no les caigo nada bien, no soy monedita de oro, pero hablando de mi, es la mejor manera de dar el mensaje, se, que estoy en el camino correcto; como periodista, he ganado una especialidad en donde no tengo competencia, como adicto, tengo un privilegio, una magna tribuna para hacer catarsis, para descargar mi neurosis, mis resentimientos, perdonarme, perdonar, aceptarme y crecer espiritualmente; como esposo, trabajo esa parte de ser mejor pareja, de dar mejor de mí y hacer feliz a mi mujer; como padre, predico con el ejemplo, hechos son amores y no buenas razones. Sé que no lo se todo, que esta enfermedad, la mía, es cruel, compleja, difícil, pero en tener esta herramienta me ha dado fortaleza para no recaer, ni en lo emocional, ni en la compulsión de consumir cualquier tipo de sustancia, al menos, claro, solo por hoy.
Teo Luna
Como Teo Luna firma su columna y como Ernesto es el correo electrónico que ahora le envío. No importa. Lo que quisiera es que le llegaran y leyera éstas líneas. No me pierdo su columna «de Adicto a Adicto» y quiero felicitarlo. Para escribir como lo hace y decir lo que dice, se requiere valor, tesón, fuerza de voluntad pero sobretodo, amor a sí mismo. Me conmueve mucho lo que dice porque soy hijo de un alcohólico y sé en carne propia lo que se vive con un adicto al alcohol. Cuando se casaron mis padres, él ya era adicto. Mi madre lo aceptó porque, o lo quería mucho, o le valía y lo que deseaba era casarse. En aquel tiempo, si las mujeres no se casaban, se quedaban a vestir santos. Seguramente a mi madre no le gustaban los santos. No le cuento detalles de la vida que tuvimos porque son semejantes a los que usted relata en sus escritos. Si bien las escenas trágicas fueron durante la niñez de mis hermanos y mía, y conforme pasaron los años fueron disminuyendo de intensidad, la adicción al alcohol de mi padre siempre estuvo presente. Entendimos que esa adición no tiene cura, es irreversible y a lo más que puede aspirar un adicto es a que no se acreciente su dependencia, pero jamás se curará. Mis padres se casaron allá por los 1930´s. Los dos ya han fallecido, a mi padre lo mató un balazo de un joven drogado de no más de 20 años de edad, que lo asaltó, allá por 1994. Mi madre murió a los 99 años de edad en febrero de este año. Actualmente tengo 72 años y espero vivir algunos más. Vivo en Mérida dónde leo todos los días El Diario de Yucatán. Ahí busco su columna. Me atreví a escribirle y contarle cosas porque me conmueven sus historias. Cuando lo leo a usted me acuerdo de aquellos días que ya pasaron. Que dejaron huella. Casualmente no me pone triste ese recuerdo. Me da mucha seguridad en mí mismo porque a pesar de lo pasado, todavía puedo disfrutar de las maravillas que da la vida. Gracias por escribir como lo hace. Presiento que voy derechito a una nueva adicción para mí: Leer su columna.
Con mucho aprecio
Francisco Javier Chávez Saldaña.