José RUBINSTEIN/Excélsior
Imaginemos la escena. En el suntuoso hotel Baur au Lac, en Zúrich, Suiza, con vista a los Alpes y al lago Zúrich, plácida y despreocupadamente se haya alojada la plana mayor de directivos de la FIFA, el órgano rector del futbol mundial, dispuestos a celebrar su 65 congreso anual y reelegir, por quinta ocasión, a su longevo presidente —desde 1998— Joseph Blatter, cuando, repentinamente, la policía suiza irrumpe en sus respectivas habitaciones y arresta a 14 funcionarios con el fin de extraditarlos a Estados Unidos para ser juzgados por corrupción, acusados de fraude, asociación delictiva y blanqueo de capitales por una cantidad estimada de mil 500 millones dólares.
El prolongado uso del poder deriva en abuso del poder
El Departamento de Justicia estadunidense asegura que dichos dirigentes de la FIFA, incluyendo a ejecutivos de Concacaf y Conmebol, participaron en una red de corrupción sistémica y desenfrenada que, cuando menos, durante 24 años se han enriquecido con sobornos y actividades ilegales en relación con las adjudicaciones de sedes para la Copa Mundial, y también comparten responsabilidades con ejecutivos privados en acuerdos de mercadotecnia y derechos de explotación televisiva. El director del FBI estima que el dinero ilegal se convirtió en la forma habitual de hacer negocios dentro de la FIFA, hasta llegar a pudrir el deporte más grande del mundo.
La actual coyuntura resurge al Informe García, investigación de la FIFA realizada por el entonces responsable de la Comisión Ética del organismo y previamente fiscal del distrito de Nueva York, Michael García. Dicho informe denuncia sospechosos patrocinios, así como pagos inapropiados a altos ejecutivos de la FIFA, principalmente de África y Oceanía, durante el proceso de adjudicación de los mundiales de futbol 2018 en Rusia y 2022 en Qatar. García revela que los ordenadores utilizados por la candidatura rusa para 2018 fueron destruidos y los correos electrónicos no pudieron ser entregados a los investigadores. El señor Blatter ha diferido la publicación de tan revelador informe, hasta hacerlo “de la forma apropiada”. Por otro lado, la fiscalía suiza abrió también investigaciones en relación con la concesión de los mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022.
Adicionalmente, con respecto a Qatar, el Sunday Times refiere supuestos pagos por 3.7 millones de euros entre 30 presidentes de asociaciones de futbol africanos, para comprar la sede del mundial de 2022 a favor de dicho país.
Asimismo, el New York Times, en su momento, comentó sobre amañados partidos de futbol previos al mundial de Sudáfrica en 2010. En el juego Sudáfrica 5, Guatemala 0, el árbitro nigeriano cobró dos inexistentes penaltis y 73 mil euros. Además, a Jack Warner, directivo de Trinidad y Tobago se le sobornó con 1.2 millones de euros a cambio del voto favorable de su delegación.
Justamente el día de hoy se habría —o habrá— de reelegir a Joseph Blatter para su quinto periodo al frente de la FIFA, su único oponente es el novel príncipe jordano Ali bin Al Hussein, hijo del difunto rey Hussein. Los otros dos oponentes retiraron su candidatura. El holandés Michael Van Praag declinó a favor del príncipe Ali y el exjugador portugués Luis Figo, bloqueado por el poder blatteriano, lo hizo con el siguiente mensaje: “Este proceso es un plebiscito de entrega del poder absoluto a un solo hombre, algo que me niego a aguantar… Pido que mantengan el deseo regenerador que puede tardar, pero llegará”.
La solicitud de la UEFA, por conducto de Michel Platini, de posponer dicho congreso, que las aguas se calmen y puedan competir otros candidatos no hizo efecto. El congreso se inauguró ayer sobre una mesa de tres patas y hoy elegirán al presidente de la FIFA.
El señor Blatter es responsable por lo hecho, por lo no hecho y por lo que otros hicieron. Blatter dio la bienvenida a las investigaciones de Estados Unidos y Suiza —sí, cómo no— argumentando no tener la capacidad de vigilar a todo el mundo del futbol. De acuerdo, Blatter no tiene la capacidad, está desacreditado, cuando menos es culpable por omisión. Agregó Blatter: “No hay sitio para la corrupción de ningún tipo… no podemos dejar que la reputación de la FIFA se vea perjudicada”. — ¿Más?—.
El exceso de confianza y obstinación de Blatter podrían propiciar la elección, el día de hoy, de un nuevo presidente de la FIFA, Ali bin Al Hussein. A propósito, ¿a cuántas Copas del Mundo ha asistido Jordania? En todo caso, reelegir a Blatter sería imperdonable.